La Guerra en Contra de los Santos

(War Against the Saints)

La Escritura habla en otras partes acerca de la persecución de los cristianos por parte del anticristo. Por ejemplo, esto le fue revelado a Juan en el libro de Apocalipsis:

“También se le dio boca que hablaba arrogancias y blasfemias, y se le dio autoridad para actuar por cuarenta y dos meses. Y abrió su boca para blasfemar contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo y de los que habitan en el cielo. Se le permitió hacer guerra contra los santos y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación” (Apocalipsis 13:5-7, énfasis agregado).

Note que al anticristo se le dará autoridad para actuar por cuarenta y dos meses, o tres años y medio exactamente. Es interesante que esto sea exactamente la mitad del tiempo de los siete años de tribulación. Sería razonable pensar que estos serán los últimos cuarenta y dos meses de la tribulación donde se le dará autoridad al anticristo para actuar, pero su autoridad ciertamente terminará completamente cuando Cristo y sus ejércitos retornen a hacer guerra en contra de él al final de la tribulación.

Obviamente, esta autoridad dada por cuarenta y dos meses habla de una autoridad especial, dada por Dios para que él levante su poder. Esta autoridad especial para actuar podría ser una referencia al tiempo que se le da para vencer a los santos, pues leemos en el libro de Daniel:

“y veía yo que este cuerno [el anticristo] hacía guerra contra los santos y los vencía, hasta que vino el Anciano de días [Dios] , y se hizo justicia a los santos del altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino….Y él [el anticristo] hablará palabras contra el Altísimo, a los santos del Altísimo quebrantará y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en sus manos hasta tiempo, tiempos y medio tiempo” (Daniel 7:21-22, 25, énfasis agregado).

Daniel sabía que los santos serían entregados en las manos del anticristo, por “tiempo, tiempos y medio tiempo”. Esta frase debe ser interpretada como tres años y medio cuando lo comparamos con Apocalipsis 12:6 y 14. Se nos dice en Apocalipsis 12:6 que a una cierta mujer simbólica se le dará un lugar para esconderse en el desierto para ser “alimentada” por 1,260 días lo que se compara con tres años y medio en un año de 360 días. Después, tan sólo ocho versos más adelante, se habla de ella otra vez, y se dice que se le dará un lugar en el desierto por un tiempo, tiempos y medio tiempo. Por esto “un tiempo, tiempos y medio tiempo” es equivalente a 1,260 días o a tres años y medio.

Así que la palabra “tiempo” significa según el contexto un año, “tiempos” significa dos años y “medio tiempo” significa medio año. Esta expresión poco usada que encontramos en Apocalipsis debe ser lo mismo que se dice en Daniel 7:21. Por esto, sabemos que los santos estarán en las manos del anticristo por tres años y medio, el mismo tiempo que se nos había hablado en Apocalipsis 13:5 acerca de que el anticristo tendrá “autoridad para actuar”.

Pienso que no se dice que estos dos periodos de cuarenta y dos meses serán idénticos. Si comienzan cuando el anticristo declara su deidad a la mitad de los siete años de tribulación, entonces los santos serán entregados en sus manos en los últimos tres años y medio, y Jesús los libertará cuando aparezca en los cielos y se los lleve con Él cerca del final de los siete años de tribulación. Sin embargo, si estos cuarenta y dos meses comienzan en un tiempo diferente dentro de los siete años de tribulación, entonces podríamos concluir que el rapto ocurrirá cerca del final de los siete años de tribulación.

La dificultad con la exactitud de estas dos posibilidades es que se requiere que los santos sean entregados en las manos del anticristo antes de que estén en peligro y tengan la necesidad de huir a los montes a la hora en que se declare dios. Esto parece ilógico.

La dificultad con la primera de esas posibilidades es que pareciera muy cruel que los santos estén en la tierra durante muchos de los juicios mundiales y cataclísmicos de Dios de los cuales leímos en el libro de Apocalipsis. Consideraremos esta dificultad más adelante.

Ahora, retornemos al discurso de los olivos.

 

El Retorno y el Rapto

(The Return and the Rapture)

Toda esta sección del discurso de los olivos suena muy similar a un evento sobre el que Pablo escribió, el cual es sin duda el rapto de la iglesia, del cual muchos comentan que ocurrirá antes del periodo de la tribulación. Consideremos la siguiente escritura que habíamos leído antes en este capítulo:

“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron con él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precedemos a los que durmieron. El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces, los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras. Acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, que yo os escriba, porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche. Cuando digan: paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán” (1 Tesalonicenses 4:13-5.3, énfasis agregado).

Pablo escribió de Jesús viniendo del cielo con trompeta de Dios y de creyentes que serían arrebatados en las nubes “para encontrarse con el Señor en el aire”. Esto es muy parecido a lo que Jesús describió en Mateo 24:30-31, algo que claramente ocurre después del levantamiento del anticristo y la tribulación.

Además, Pablo, al escribir acerca del retorno de Cristo, mencionó cuándo iba a ocurrir esto, “el tiempo y las épocas”, y él le recordó a sus lectores el hecho de que “el día del Señor (vendría) viene como ladrón en la noche”. Pablo creía que el retorno de Cristo y el rapto de los creyentes ocurrirían en “el día del Señor”, un día en que una terrible ira y destrucción caería sobre aquellos que esperaban “paz y seguridad”. Al mismo tiempo en que Cristo retorne para llevarse a su iglesia, su ira caerá sobre el mundo.

Esto armoniza perfectamente con lo que Pablo escribe en su carta a los Tesalonicenses concerniente a la ira de Cristo en su retorno:

“Es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, mientras que a vosotros, los que sois atribulados, daros reposo junto con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Estos sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron; y vosotros habéis creído en nuestro testimonio” (2 Tesalonicenses 1:6-10, énfasis agregado).

Pablo dijo que cuando Jesús retorne para dar alivio a los perseguidos de los tesalonicenses (ver 1 Tesalonicenses 1:4-5), Él aparecerá “con sus ángeles poderosos en llama de fuego” para afligir a los que les afligieron, trayendo retribución. Esto difícilmente suena como lo que muchos conocen acerca del rapto antes de la tribulación, cuando se supone que la iglesia será arrebatada por Cristo antes de los siete años de tribulación, y lo que normalmente se conoce como la venida secreta de Jesús en un silencioso arrebatamiento de la iglesia. No, esto se asemeja a lo que Jesús describió en Mateo 24:30-31, acerca de su retorno en o cerca del periodo de tribulación, cuando Él se lleve a los creyentes y derrame su ira sobre los incrédulos.

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Capítulo Veintinueve – El Rapto y los Tiempos Finales » El Retorno y el Rapto

Estar Listos

(Being Ready)

Retornemos otra vez el discurso de los olivos:

“de la higuera aprended la parábola: cuando ya su rama está tierna y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.[1] De cierto os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24: 32-35).

Jesús no quería que sus discípulos estuvieran desprevenidos, lo cual era el tema principal en el discurso de los olivos. Ellos sabrían que Él “estaba a la puerta”, cuando ellos empezaran a “ver estas cosas”, como la tribulación mundial, la apostasía, el levantamiento de muchos falsos profetas y falsos cristos, la declaración de la deidad del anticristo, y aún más cercano al tiempo de su retorno, el sol y la luna que se oscurecerán y las estrellas que caerán.

Sin embargo, inmediatamente después de que les dijo las señales que precederían su venida por unos cuantos años, meses o días, Él les dijo que el tiempo preciso de su venida permanecería como un misterio:

“Pero el día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre” (Mateo 24:36).

¡Con cuánta frecuencia esta escritura se saca de contexto! Se usa generalmente para apoyar el concepto acerca de que no tenemos idea del retorno de Jesús, debido a que Él puede retornar en cualquier momento y raptar a su iglesia. Ahora, dentro del contexto, eso no es lo que Jesús quería decir. Él hacia un gran esfuerzo para asegurarse de que sus discípulos estuvieran listos a su retorno al decirles las muchas señales que ocurrirían antes de su regreso. Ahora, Él simplemente les dice que el día exacto y la hora no lo sabrían. Además, Jesús obviamente en este pasaje no se estaba refiriendo a su supuesta primera venida antes de los siete años de tribulación, cuando la iglesia supuestamente será secretamente raptada, sino a su regreso en medio o cerca del final de la tribulación como explicamos antes. Y esto no se puede debatir si vemos el contexto honestamente.


[1] Aunque aquellos que escucharon a Jesús ese día hubieran pensado que su generación era la generación que vería todas estas cosas, nosotros sabemos que no es así. Por esto debemos interpretar las palabras de Jesús en Mateo 24:34 entendiendo que todas estas cosas ocurrirían en una sola generación, o tal vez que la raza (como se traduce la palabra generación algunas veces) de cristianos (o judíos) no pasaría hasta que todas estas cosas se cumplan.

 

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Capítulo Veintinueve – El Rapto y los Tiempos Finales » Estar Listos

El Rapto y los Tiempos Finales

(The Rapture and the End Times)

Cuando Jesús caminó por la tierra como ser humano, Él abiertamente dijo a sus discípulos que se iría y que después regresaría por ellos algún día. Y cuando retornara, se llevaría a sus discípulos con Él (lo que los cristianos modernos conocen como “el rapto”). Por ejemplo, la noche antes de la crucifixión, Jesús dijo a sus once discípulos fieles:

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay, si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis” (Juan 14:1-3, énfasis agregado).

Las palabras de Jesús claramente expresaban la posibilidad de que Él volviera en el tiempo de sus discípulos. De hecho, después de escuchar lo que Jesús dijo, ellos simplemente habrían asumido que Jesús regresaría mientras ellos tuvieran vida.

Jesús también advirtió repetidamente a sus discípulos el hecho de que tenían que estar listos para su regreso, lo que ampliaba la posibilidad de que Jesús regresaría en su tiempo (ver por ejemplo Mateo 24:42-44).

 

El Periodo de la Tribulación

(The Tribulation Period)

Ahora, estudiemos más cercanamente lo que la Escritura enseña acerca de los siete años de tribulación. ¿Cómo aprendimos sobre el número siete como el periodo de los años de tribulación? Debemos estudiar el libro de Daniel, que junto con el libro de Apocalipsis, es probablemente el libro con más revelación acerca de los tiempos finales.

En el capítulo nueve de este libro, vemos que Daniel está cautivo en Babilonia con sus amigos judíos. Mientras estudiaba el libro de Jeremías, Daniel descubrió que los judíos iban a estar cautivos en Babilonia por setenta años (ver Daniel 9:2; Jeremías 25:11-12). Dándose cuenta que este periodo de setenta años estaba casi completo, Daniel empezó a orar, confesando los pecados de su pueblo y pidiendo misericordia. En respuesta a su oración, el ángel Gabriel se le apareció y le reveló el futuro de Israel a través del tiempo de tribulación y del regreso de Cristo. La profecía contenida en Daniel 9:24-27 es una de las escrituras más sorprendentes de la Biblia. Leámosla para comentarla detenidamente:

“Setenta semanas [estas setenta semanas son obviamente semanas de años, como lo veremos adelante, o un total de 490 años] están determinadas sobre tu pueblo [Israel] y sobre tu santa ciudad [Jerusalén], para terminar la prevaricación [posiblemente la culminación de los pecados de Israel, la crucifixión del Mesías], poner fin al pecado [probablemente se refiere al trabajo redentor de Cristo en la cruz] y expiar la iniquidad [sin duda se refiere al trabajo redentor de Jesús en la cruz], para traer la justicia perdurable [el comienzo del reinado de Jesús y su reino], sellar la visión y la profecía [tal vez hace referencia a la finalización de la Escritura o al cumplimento de todas las Profecías antes del milenio] y ungir al Santo de los santos [posiblemente se refiere al establecimiento del templo en el milenio]. Sabe, pues, y entiende que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén [Esto se decretó por un rey 445 años antes de Cristo] hasta el Mesías Príncipe [El Señor Jesucristo], habrá siete semanas y sesenta y dos semanas [un total de 69 semanas, o 483 años]; se volverán a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos [que es la reconstrucción de Jerusalén, previamente destruida por los babilonios]. Después de las sesenta y dos semanas [que son 483 años después del decreto dado 445 años antes de Cristo] se quitará la vida al Mesías, y nada ya le quedará [Jesús sería crucificado 32 años después del decreto, si lo calculamos con el calendario judío que son 360 días por año]. El pueblo [los romanos] de un príncipe [el anticristo] que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario [una referencia a la destrucción de Jerusalén por Tito y las legiones romanas], su final llegará como una inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Por otra semana más [o siete años, el periodo de tribulación], [el anticristo] confirmará el pacto con muchos [Israel]; a la mitad de la semana [a los tres años y medio] hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después, con la muchedumbre de las abominaciones, [cuando el anticristo se establezca en el templo en Jerusalén y se declare Dios, ver 2 Tesalonicenses 2:1-4], vendrá el desolador, hasta que venga la consumación[el regreso de Jesús], y lo que está determinado se derrame sobre el desolador [la derrota del anticristo por Jesús]” (Daniel 9:24-27, énfasis agregado).

El Rapto en Apocalipsis

(The Rapture in Revelation)

En ninguna parte en el libro de Apocalipsis leemos acerca del rapto de la iglesia, ni tampoco leemos acerca de otra aparición de Cristo exceptuando una mencionada en Apocalipsis 19, cuando Él venga a destruir al anticristo y a sus ejércitos en al batalla de Armagedón. El rapto no aparece como un evento que vaya a ocurrir ni siquiera en ese momento. Sin embargo, la resurrección de los mártires de la tribulación se menciona como un evento que ocurrirá en ese mismo periodo (ver 20:4). Debido a que Pablo mencionó que los muertos en Cristo se levantarán al regreso de Cristo, que es el mismo tiempo en que la iglesia será raptada, esto, junto a otras escrituras que ya hemos considerado, nos lleva a creer que el rapto no ocurrirá hasta el final de los siete años de tribulación, algo que vemos en Apocalipsis 19 y 20.

Pero hay otros puntos de vista.

Algunos encuentran el rapto en Apocalipsis 6 y 7. En Apocalipsis 6:12-13, leemos acerca del sol “que se oscurece” y las estrellas cayendo del cielo, dos señales que Jesús dijo que precederían inmediatamente a su aparición y su reunión con los elegidos (ver Mateo 24:29-31). Entonces, un poco después en el capítulo 7, leemos de una gran multitud del cielo de cada nación, tribu y lengua que “salen de la gran tribulación” (ver 7:14). Estos no se mencionan como mártires como sí lo son otro grupo mencionado tan solo un capítulo anterior (ver 6:9-11), llevándonos a especular que son raptados y no mártires—creyentes rescatados de la gran tribulación.

Es ciertamente correcto el asumir que el rapto ocurrirá poco después de los eventos cósmicos descritos en Apocalipsis 6:12-13, simplemente debido a lo que Jesús dijo de una manera similar en Mateo 24:29-31. Sin embargo no se nos da ninguna conclusión acerca de cuándo ocurrirán estos eventos cósmicos de Apocalipsis 6:12-13, durante los siete años de tribulación. Si los eventos descritos en Apocalipsis 6:1-13 siguen una secuencia, y si el rapto ocurre después de 6:13, esto nos lleva a creer que el rapto no ocurrirá hasta la aparición del anticristo (ver 6:1-2), la guerra mundial (ver 6:3-4), hambres (ver 6:5-6), muerte de una cuarta parte de la tierra por medio de hambres, guerra, pestilencia y bestias salvajes (ver Apocalipsis 6:7-8), y muchas muertes de creyentes (ver 6:9-11). Con certeza todos estos eventos descritos pueden ocurrir antes del final de los siete años de tribulación, pero también pueden describir todo el periodo de siete años, dejando el rapto para el final.

Agregando más peso a la idea de que el rapto ocurrirá antes del final de los siete años, es el hecho de que Apocalipsis describe dos grupos de siete juicios después de Apocalipsis 8: “los juicios de la trompeta” y los ” juicios de plagas”. La Escritura dice acerca de estos juicios que consumarán la ira de Dios (ver 15:1). Sin embargo, justo antes del juicio de las plagas, Juan ve “a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, sobre la marca y el número de su nombre, de pie sobre el mar de vidrio” (15:2). Estos santos victoriosos pudieron haber sido raptados. Por otro lado, ellos pudieron haber sido mártires. La Escritura no nos dice esto con exactitud. Además, no sabemos si 15:2 se relaciona cronológicamente con las escenas descritas cerca de este texto.

Otro hecho que se encuentra en Apocalipsis que puede agregar peso a la idea de que el rapto ocurre antes de los siete años es este: al sonido de la quinta trompeta descrito en Apocalipsis 9:1-12, se nos dice que las langostas sólo herirán a “los que no tienen el sello de Dios en sus frentes” (ver 9:4). Los únicos que se nos dice que tienen ese sello son los 144,000 descendientes de Israel (ver 7:3-8). Por esto, pareciera que todos los otros creyentes serían raptados antes del juicio de la quinta trompeta; de otra forma no estarían exentos del poder de las langostas. Aún más, debido a que las langostas herirán a la gente por cinco meses (9:5,10), se piensa que el rapto debe ocurrir por lo menos cinco meses antes del final de los siete años de tribulación.

Por supuesto que esto puede ser lógico. Tal vez existan otros sellados y simplemente no son mencionados en Apocalipsis por ser una sinopsis condensada. En cualquier caso, si esto prueba que el rapto ocurre antes del juicio de la quinta trompeta, también indica que habrá un grupo de creyentes que no serán raptados antes de que las langostas aparezcan, estos son los 144,000 descendientes de Israel marcados en sus frentes. Ahora, ellos serán misericordiosamente protegidos de la ira de Dios que se manifestará por medio de esas langostas.

¿La conclusión de todo esto? Yo sólo puedo concluir que el rapto ocurrirá cerca del final o al final de los siete años de tribulación. Los creyentes no deben temer la ira de Dios, pero deben estar preparados para una persecución severa y posible martirio.

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Capítulo Veintinueve – El Rapto y los Tiempos Finales » El Rapto en Apocalipsis

El Inminente Retorno de Jesús en las Epístolas

(Jesus' Imminent Return in the Epistles)

Los apóstoles que escribieron las cartas del Nuevo testamento, ciertamente afirmaron su creencia de que Jesús retornaría en algún momento de sus vidas en el primer siglo. Por ejemplo, Santiago escribió:

“Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad como el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia y afirmad vuestros corazones, porque la venida del Señor se acerca” (Santiago 5:7-8, énfasis agregado).

No tendría que haber existido ninguna razón para que Santiago amonestara a sus lectores y les dijera que tenían que ser pacientes por algo que tal vez no pasaría en su tiempo de vida. Sin embargo, él creía que la venida del Señor estaba cerca. Contextualmente Santiago escribió acerca de un tiempo en que la iglesia sufriría persecución (ver Santiago 1:2-4), un tiempo en que los creyentes naturalmente estarían esperando la venida del Señor.

De la misma manera, Pablo ciertamente creyó que Jesús regresaría durante el periodo de vida de muchos de sus contemporáneos:

“Tampoco, queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron con él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tesalonicenses 4:13- 18, énfasis agregado).[1]

De esto aprendemos que cuando Jesús regrese del cielo, los cuerpos de los creyentes que durmieron resucitarán con Él, junto con los creyentes que estén vivos en el tiempo de su venida que serán “arrebatados para recibir al Señor en el aire” (el rapto). Debido a que Pablo también dijo que Jesús traería con Él del cielo a aquellos que habían muerto “en Él”, podemos concluir que en el rapto, los espíritus de los creyentes que están en el cielo se unirán a los cuerpos resucitados.

Pedro también creyó que la venida de Jesús era inminente en el tiempo en que él escribió su primera epístola:

º”Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado…. El fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios y velad en oración… Al contrario, gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría” (1 Pedro 1:13, 4:7, 13, énfasis agregado).[2]

Finalmente, cuando Juan escribe sus cartas a las iglesias, él también creía que el fin estaba cerca y que sus lectores de ese tiempo verían el retorno de Jesús:

“Hijitos, ya es el último tiempo. Según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conoceremos que es el último tiempo… ahora, hijitos permaneced en Él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de Él avergonzados…amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal como Él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en Él, se purifica a sí mismo, así como Él es puro.” (1 Juan 2:18, 28; 3:2-3, énfasis agregado).


[1] Algunas otras escrituras que muestran la creencia de Pablo del posible retorno de Jesús durante la vida de sus contemporáneos son Filipenses 3:20; 1 Tesalonicenses 3:13; 5:23; 2 Tesalonicenses 2:1-5; 1 Timoteo 6:14-15; Tito 2:11-13; Hebreos 9:28.

[2] Otras escrituras que indican que Pedro estaba convencido de que Jesús regresaría en su tiempo son 2 Pedro 1:15-19; 3:3-15.

 

El Milenio

(The Millennium)

El Milenio es un término que se refiere al tiempo cuando Jesús reinará personalmente sobre toda la tierra por un periodo de mil años (ver Apocalipsis 20:3, 5, 7), lo cual ocurrirá después de los siete años de tribulación. Isaías anticipó el Reino de Cristo sobre la tierra hace casi tres mil años:

“porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado sobre su hombro. Se llamará su nombre Admirable consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrá límite sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y justicia desde ahora y para siempre” (Isaías 9:6-7, énfasis agregado).

Igualmente, el ángel Gabriel le dijo a María que su Hijo reinaría para siempre:

“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su Padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su Reino no tendrá fin” (Lucas 1:30-33, énfasis agregado).[1]

Durante el milenio, Jesús personalmente reinará desde el monte de Sión en Jerusalén, el cual aumentará en altura. Su reinado se caracterizará por una perfecta justicia para todas las naciones, y habrá paz sobre toda la tierra:

“Acontecerá que al final de los tiempos será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes; será exaltado sobre los collados y correrán a Él todas las naciones. Vendrán muchos pueblos y dirán: Venid, subamos al monte de Jehová a la casa del Dios de Jacob. Él nos enseñará sus caminos y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la Ley y de Jerusalén la palabra de Jehová. Él juzgará entre las naciones y reprenderá a muchos pueblos. Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:2-4).

Zacarías predijo lo mismo:

“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: celé a Sión con gran celo y con gran ira la celé. Así dice Jehová: yo he restaurado a Sión y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén se llamará ciudad de la Verdad y el monte de Jehová de los ejércitos, monte de Santidad… Así ha dicho Jehová de los ejércitos: aun vendrán pueblos y habitantes de muchas ciudades. Vendrán los habitantes de una ciudad a otra y dirán: “vamos a implorar el favor de Jehová y a buscar a Jehová de los ejércitos”. Yo también iré. Y vendrán muchos pueblos y naciones poderosas a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén y a implorar el favor de Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: en aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, y le dirán: “iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros” (Zacarías 8:2-3, 20-23).

La Biblia nos enseña que los creyentes realmente reinarán y gobernarán con Cristo durante esos mil años. Su nivel de responsabilidad en Su Reino dependerá de la fidelidad de los creyentes ahora (ver Daniel 7:27; Lucas 19:12-27; 1 Corintios 6:1-3; Apocalipsis 2:26-27; 5:9-10; y 22:3-5).

Seremos revestidos de nuestros cuerpos resucitados, pero aparentemente habrá gente natural viviendo en cuerpos mortales que habitarán la tierra en ese tiempo. Es más, pareciera que la longevidad de los patriarcas será restaurada, y que los animales salvajes serán mansos:

“Yo me alegré con Jerusalén y me gozaré con mi pueblo, y nunca más se oirán en ella voz de lloro ni voz de clamor. No habrá más allí niño que muera de pocos días ni viejo que sus días no cumpla, sino que el niño morirá de cien años y el pecador de cien años será maldito…. El lobo y el cordero serán apacentados juntos; el león comerá paja como el buey y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán ni harán mal en todo mi santo monte. Jehová lo ha dicho” (Isaías 65:19-20, 25; ver también Isaías 11:6-9).

Hay muchas referencias del futuro Milenio en la Biblia, especialmente en el Antiguo testamento. Para un estudio más minucioso ver Isaías 11:6-16; 25:1-12; 35:1-10; Jeremías 23:1-5; Joel 2:30-3:21; Amós 9:11-15; Miqueas 4:1-7; Sofonías 3:14-20; Zacarías 14:9-21; y Apocalipsis 20:1-6.

Muchos de los salmos también hablan proféticamente del milenio. Por ejemplo, lea este pasaje del Salmo 48:

“Grande es Jehová y digno de ser en gran manera alabado en la ciudad de nuestro Dios en su monte santo. ¡Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra es el monte Sión, a los lados del norte! ¡La ciudad del gran Rey! En sus palacios Dios es conocido por refugio. Ciertamente los reyes de la tierra se reunieron; pasaron todos. Y viéndola ellos así se maravillaron, se turbaron, se apresuraron a huir. Les tomó allí temblor; dolor como de mujer que da a luz” (Salmos 48:1-6, énfasis agregado).

Cuando Jesús establezca su administración en Jerusalén al principio del milenio, aparentemente muchos de los líderes del mundo que sobrevivan a la tribulación oirán el reporte del reinado de Jesús y viajarán para verlo por sí mismos. Ellos serán impactados por lo que verán.[2]

Para ver otros salmos que se refieran al Reino milenial de Cristo, ver Salmos 2:1-12; 24:1-10; 47:1-9; 66:1-7; 68:15-17; 99:1-9; y 100:1-5.


[1] Esta escritura ilustra lo fácil que puede ser el malinterpretar el tiempo de los eventos proféticos al no entender lo que la Escritura realmente dice. María pudo asumir fácil y lógicamente que su futuro hijo reinaría en el trono de David en las décadas siguientes. Gabriel le dijo que ella daría a luz a un hijo que reinaría sobre la casa de Jacob, haciéndolo parecer como si el nacimiento y reinado de Jesús serían dos eventos seguidos. María nunca pudo imaginar que habría por lo menos dos mil años entre estos dos eventos. También debemos ser precavidos al hacer suposiciones similares cuando tratamos de interpretar una escritura profética.

[2] Al ver otras escrituras, parece que el Milenio comenzará, no sólo con los creyentes llenando la tierra, sino con incrédulos también (ver Isaías 2:1-5; 60:1-5; Daniel 7:13-14).

 

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Capítulo Veintinueve – El Rapto y los Tiempos Finales » El Milenio

El Estado Eterno

(The Eternal State)

El final del Milenio marca el comienzo de lo que los estudiosos de la Biblia llaman “El Estado Eterno”, el cual comienza con una nueva tierra y un nuevo cielo. En ese entonces, Jesús le dará todo al Padre, de acuerdo con 1 Corintios 15:24-28

“Luego el fin, cuando entregue el Reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y todo poder. Preciso es que Él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigo debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte, porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a Él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a Él todas las cosas. Pero, luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”.

Satanás, que había sido atado por mil años, será soltado al final del Milenio. Él en ese entonces engañará a aquellos que se rebelen contra Jesús aunque hayan fingido ser obedientes a Él. (Ver Salmos 66:3).

Dios permitirá que Satanás engañe a estas personas para revelar la verdadera condición de sus corazones, y así puedan ser juzgados correctamente. Bajo el engaño de Satanás, ellos atacarán la ciudad santa, Jerusalén, intentando destruir el gobierno de Cristo. La batalla no durará mucho porque fuego caerá del cielo y consumirá a los ejércitos, y Satanás será permanentemente arrojado al lago de fuego y azufre (ver Apocalipsis 20:7-10).

Ésta batalla se encuentra escrita en el Salmo 2:

“¿Por qué se amotinan las gentes y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra y príncipes conspirarán contra Jehová y contra su ungido [Jesús], diciendo: “Rompamos sus ligaduras y echemos de nosotros sus cuerdas”. El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos. Luego les hablará en su furor, y los turbará con su ira: “yo he puesto mi rey sobre Sión, mi santo monte [Ahora habla Jesús]”. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: “Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás”. Ahora, pues, reyes, sed prudentes; admitid amonestación jueces de la tierra. Servid a Jehová con temor y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje y perezcáis en el camino, pues se inflama de pronto su ira. ¡Bienaventurados todos los que en Él confían!”

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Capítulo Veintinueve – El Rapto y los Tiempos Finales » El Estado Eterno

El Día del Señor

(The Day of the Lord)

Luego, en su misma carta, Pablo escribe:

“Con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con Él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca” (2 Tesalonicenses 2:1-2, énfasis agregado).

Primero, note que el tema de Pablo era el retorno de Cristo y el rapto. Él escribió acerca de “nuestra reunión con Él”, con las palabras que Jesús usó en Mateo 24:31, cuando Él habló acerca de los ángeles que “juntarían” a sus escogidos desde “un extremo del cielo hasta el otro”.

Segundo, note que Pablo se refiere acerca de estos eventos como “el día del Señor”, de igual forma que lo hizo en 1 Tesalonicenses 4:13-5:2. Esto no puede ser más obvio.

Pablo continuó:

“Nadie os engañe de ninguna manera, pues no vendrá sin que antes venga la apostasía y se manifieste el hijo de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto, que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Tesalonicenses 2:3-4, énfasis agregado).

Los tesalonicenses de alguna forma pensaban en erróneamente acerca de que el día del Señor, el cual de acuerdo con Pablo debería empezar con el rapto y el retorno de Cristo, ya había acontecido. Pero Pablo claramente dijo que no vendría sin que antes viniera la apostasía (seguramente refiriéndose a la caída de muchos sobre la cual habló Jesús en Mateo 24:10) y después de que el anticristo se declare Dios en el templo de Jerusalén. Así que Pablo claramente le dijo a los tesalonicenses que ellos no deberían esperar el retorno de Cristo, el rapto, o el día del Señor, hasta después de que el anticristo se declarara Dios.[1]

Ahora Pablo describe el retorno de Cristo y después la destrucción del anticristo:

“¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros os decía esto? Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. Ya está en acción el misterio de la iniquidad; solo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel impío, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca y destruirá con el resplandor de su venida. El advenimiento de este impío, que es obra de Satanás, irá acompañado de hechos poderosos, señales y falsos milagros, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2 Tesalonicenses 2:5-10).

Pablo dijo que el anticristo será destruido al final con “el resplandor de la venida de Jesús”. Si esta “venida” es la misma que su venida en el rapto mencionada tan solo nueve versos atrás (ver 2:1), entonces el anticristo será destruido al mismo tiempo en que la iglesia se reúna con el Señor en el aire. También podemos corroborar esto en Apocalipsis capítulo 19 y 20. Allí leemos acerca del retorno de Cristo (ver Apocalipsis 19:11-16), la destrucción del anticristo y de sus ejércitos (ver Apocalipsis 19:17-21), la caída de Satanás (ver 20:1-3) y “la primera resurrección” (ver 20:4-6), en la cual los creyentes que fueron mártires durante los siete años de tribulación volverán a la vida. Si esta es verdaderamente la primera resurrección en el sentido de que es la primera resurrección general de los justos, entonces hay menos duda acerca de que el rapto y la ira de Cristo a su retorno ocurrirán al mismo tiempo, igual que la destrucción del anticristo, como la Escritura directamente nos dice que todos aquellos que han muerto en Cristo, resucitarán en el rapto (ver 1 Tesalonicenses 4:15-17).[2]


[1] Esto desecha la teoría de que el discurso de los olivos de Jesús sólo tiene aplicación a los creyentes judíos que son nacidos de nuevo durante la gran tribulación, porque todos aquellos que fueron nacidos de nuevo antes de la tribulación supuestamente serán llevados en el rapto. No, Pablo le dijo a los gentiles creyentes tesalonicenses que el rapto y el retorno de Cristo no podrían ocurrir hasta después de que el anticristo hiciera su declaración de deidad, lo que ocurre en la mitad de los siete años de tribulación.

[2] Algunos dicen que esta resurrección de la que se habla en Apocalipsis 20:4-6, es realmente la segunda parte de la primera resurrección que ocurre durante el primer retorno de Cristo en el rapto. ¿Qué garantía hay para esta interpretación? Si la resurrección de Apocalipsis 20:4-6 es realmente una segunda resurrección, ¿Por qué no se le llamó “la segunda resurrección”?

 

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