Mito #2

Myth #2

Mito #2: “Existen constantes batallas en el mundo espiritual entre los ángeles de Dios y los ángeles de Satanás. El resultado de estas batallas se determina por nuestra guerra espiritual”.

(Myth #2: “There are constant battles in the spiritual realm between God’s angels and Satan’s angels. The outcome of those battles is determined by our spiritual warfare.”)

Ya hemos aprendido en el libro de Apocalipsis que un día habrá una guerra en el cielo entre Miguel y sus ángeles y Satanás y sus ángeles. Además de esta, sólo existe otra batalla angélica que la Escritura menciona, que se encuentra en el capítulo diez de Daniel.[1]

Daniel nos dice que había estado lamentándose por tres semanas durante el tercer año del reinado del rey Ciro, rey de Persia, cuando un ángel se le apareció cerca del río Tigris. El propósito de la visita de este ángel fue para impartir conocimiento acerca del futuro de Israel, y ya hemos estudiado brevemente el libro de Daniel cuando habla acerca del rapto y los días finales. Durante su conversación, el ángel innominado le dijo a Daniel:

“Entonces me dijo: Daniel, no temas, porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia” (Daniel 10:12-13, énfasis agregado).

Daniel entendió que su oración había sido escuchada tres semanas antes de su encuentro con este ángel, pero que le había tomado tres semanas al ángel poder encontrarlo. La razón por la demora del ángel fue debido a que “el príncipe de Persia” se le había opuesto. Sin embargo, él pudo seguir adelante cuando Miguel, “uno de los príncipes mayores”, vino a ayudarle. Cuando el ángel estaba a punto de irse de la presencia de Daniel, le dijo:

“¿Sabes por qué he venido a ti? Ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá. Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad: nadie me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe” (Daniel 10:20-21).

Muchos hechos interesantes se pueden aprender de este pasaje. Otra vez vemos que los ángeles de Dios no son todopoderosos, y que pueden estar implicados en peleas con los ángeles de Satanás.

Segundo, aprendemos que algunos ángeles (como Miguel) son más poderosos que otros (como el que habló con Daniel).


[1] Dos posibles objeciones que podemos responder: (1) Judas menciona una disputa entre Miguel y Satanás acerca del cuerpo de Moisés, pero no se menciona ninguna batalla. De hecho, Judas nos dice que Miguel “no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: el Señor te reprenda” (Judas 1:9). (2) cuando Elías y su sirviente fueron rodeados por un ejército sirio, Elías oró a Dios para abrirle los ojos a sus sirviente (2 Reyes 6:15-17). Consecuentemente, su sirviente vio caballos y carruajes de fuego, los que asumimos que eran montados por un ejército de ángeles en el mundo espiritual. Sin embargo, esto no significa que los ángeles estaban preparándose para una batalla contra demonios. Los ángeles son usados por Dios algunas veces para ejecutar Su ira sobre los seres humanos impíos, un ejemplo de esto lo da 2 Reyes 19:35 con la matanza de 185,000 soldados asirios por un ángel.

 

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Capítulo Treinta – Mitos Modernos Acerca de la Guerra Espiritual, Parte 1 » Mito #2

Los Mil Años de Prisión de Satanás

(Satan's Thousand-Year Prison Term)

Cuando leemos que Satanás es atado por un ángel en Apocalipsis 20, no se menciona que el contrato de Adán se acabara. La razón de su encarcelamiento fue simplemente, “para que no engañara más a las naciones” (Apocalipsis 20:3).

Curiosamente, después de que Satanás sea encarcelado por mil años, será liberado y engañará a las naciones de los cuatro ángulos de la tierra (ver Apocalipsis 20:8). Aquellas naciones engañadas reunirán sus ejércitos para atacar Jerusalén, donde Jesús estará gobernando. Cuando hayan rodeado la ciudad, fuego vendrá del cielo y “los devorará” (Apocalipsis 20:9).

¿Puede ser alguien tan ignorante como para decir que el contrato de Adán incluía un periodo final después de los mil años, y por esto Dios estaba obligado a liberar a Satanás? Esta idea es absurda.

No, lo que aprendemos una vez más de esta escritura es que Dios tiene completo control sobre el diablo y le permite obrar bajo sus divinos propósitos.

Durante el futuro reinado de mil años de Jesús, Satanás estará fuera de operación y no podrá engañar a nadie. Sin embargo, habrá gente en la tierra que será obediente a Jesús, pero que le encantaría verlo derrocado. Ahora no intentarán un golpe, ya que saben que no hay oportunidad de destronarlo, pues Él “reinará con vara de hierro” (Apocalipsis 19:15).

Pero cuando Satanás sea liberado, podrá engañar a aquellos que en su corazón odien a Jesús y que serán engañados para hacer lo imposible, pues a Satanás se le permite engañar a los rebeldes potenciales y la verdadera condición de su corazón será revelada. Entonces Dios justamente juzgará a aquellos que son indignos de vivir en su reino.

Esta es, por supuesto, una de las razones por las que Dios le permite a Satanás engañar a la gente hoy en día. Después investigaremos los propósitos de Dios para Satanás, pero por ahora recordemos que Dios no quiere que nadie permanezca engañado. Sin embargo, Dios quiere saber lo que hay en el corazón de la gente. Satanás no puede engañar a aquellos que conocen y creen en la verdad. Pero Dios permite que el diablo engañe a aquellos que por sus corazones duros rechazan la verdad.

Hablando acerca del tiempo del anticristo, Pablo dijo:

“Y entonces se manifestará aquel impío, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca y destruirá con el resplandor de su venida. El advenimiento de este impío, que es obra de Satanás, irá acompañado de hechos poderosos, señales y falsos milagros, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean en la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia (2 Tesalonicenses 2:8-12, énfasis agregado).

Note que a Dios se le da el crédito por “enviar el poder engañoso para que crean en la mentira”. Pero también note que esta gente que será engañada son personas que “no creyeron en la verdad”, indicando que tuvieron una oportunidad, pero rechazaron el evangelio. Dios permitirá que Satanás le de poder al anticristo con falsas señales y milagros, para que esta gente sea engañada, y el propósito último de Dios es que “todos sean juzgados”. Por esta misma razón, Dios permite que Satanás engañe a la gente hoy.

Si Dios no tuviera ninguna razón para permitir que Satanás operara en la tierra, fácilmente lo hubiera mandado a otro lugar en el universo cuando fue expulsado del cielo. Se nos dice en 2 Pedro 2:4, que hay ciertos ángeles pecadores que Dios ya ha enviando al infierno y “los entregó a prisiones de oscuridad donde están reservados para el juicio”. Nuestro Dios omnipotente pudo haber hecho lo mismo con Satanás y con cualquier otro ángel si estuviera dentro de sus propósitos. Pero por un tiempo más, Dios tiene buenas razones para permitir a Satanás y a sus ángeles operar en la tierra.

Más Pruebas de La Autoridad Suprema de Dios Sobre Satanás

(Further Proof of God's Supreme Authority Over Satan)

Hay muchas otras escrituras que prueban fehacientemente el hecho de que Dios no perdió control sobre Satanás cuando el hombre pecó. La Biblia repetidamente afirma que Dios siempre ha tenido y siempre tendrá completo control sobre Satanás. El diablo sólo puede hacer lo que Dios le permite hacer. Primero examinemos algunas escrituras del Antiguo Testamento que afirman este hecho.

Los primeros dos capítulos del libro de Job incluyen un ejemplo clásico de la autoridad de Dios sobre Satanás. Ahí leemos sobre Satanás ante el trono de Dios, acusando a Job. Job estaba obedeciendo a Dios más que cualquier otra persona en la tierra en ese tiempo, así que naturalmente, el diablo lo tenía en la mira. Dios sabía que Satanás se “había fijado” en Job (ver Job 1:8), y escuchaba como Satanás acusaba a Job de servirle a Él sólo por el hecho de disfrutar de todas las bendiciones (ver Job 1:9-12).

Satanás dijo que Dios había puesto un cerco alrededor de Job y le pidió que le quitara todas sus bendiciones. Consecuentemente, Dios permitió que Satanás afligiera a Job hasta cierto grado. Inicialmente, Satanás no podía tocar el cuerpo de Job. Sin embargo, luego, Dios le permite a Satanás que aflija el cuerpo de Job, pero sin matarlo (ver Job 2:5-6).

Este pasaje de la Escritura claramente prueba que Satanás no puede hacer todo lo que él quiere. No pudo tocar las posesiones de Job hasta que Dios se lo permitió. No pudo robarle la salud a Job hasta que Dios se lo permitió. Y no pudo matar a Job porque Dios no se lo permitió.[1] Dios tiene control sobre Satanás, incluso desde la caída de Adán.


[1] Este pasaje entero también prueba que Job no le dejó la puerta abierta a Satanás a través del miedo que sentía, un mito que algunos creen. Dios mismo le dijo a Satanás concerniente a Job en el 2:3: “todavía mantiene su integridad, a pesar de que tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa” (énfasis agregado). Yo discuto esto en detalle en mi libro Las Pruebas de Dios, pp. 175-181, el cual se puede leer en inglés en nuestra página de Internet (www.shepherdserve.org).

 

La Guerra que Nunca Fue

(The War That Never Was)

Tan extraño como pueda sonar, necesitamos entender que Dios y Satanás no están, nunca han estado, y nunca estarán en una batalla. Sí, ellos tienen agendas diferentes, y se puede decir que están en oposición. Pero cuando hay dos partes en oposición, y una es inmensamente más poderosa que la otra, sus conflictos no se consideran batallas. ¿Puede un gusano pelear con un elefante? Como gusano, Satanás hizo un débil intento para oponerse a Uno que es inmensamente más poderoso. Su oposición fue rápidamente vencida, y fue expulsado del cielo “como un rayo”. No hubo ninguna batalla, sólo una expulsión.

Si Dios es todopoderoso, entonces Satanás no tiene ninguna oportunidad de impedir que Dios haga lo que Él desea hacer. Y si Dios le permite a Satanás hacer alguna cosa, es solamente para llevar a cabo su divina voluntad. Esta verdad será más clara al continuar examinando las escrituras acerca de este tema.

Curiosamente, la suprema autoridad de Dios sobre Satanás no sólo se demostró en el pasado, sino que también se demostrará en el futuro. Leemos en Apocalipsis que un solo ángel derrotará a Satanás y lo encarcelará por mil años (ver Apocalipsis 20:1-3). Este futuro incidente no se debe considerar una batalla entre Dios y Satanás, así como cuando originalmente Satanás fue expulsado del cielo tampoco se considera una batalla.

Note también que Satanás no tendrá poder para salir de su prisión, y sólo saldrá cuando sirva al propósito de Dios (ver Apocalipsis 20:7-9).

 

La Oferta de Satanás es Considerada

(Satan's Offer Considered)

Esta distinción entre la tierra y el mundo también nos ayuda a entender la tentación de Jesús en el desierto. En ese momento Satanás le mostró a Jesús todos los reinos del mundo en un instante”. Satanás no podía ofrecerle a Jesús una posición política sobre un gobierno de la tierra, como presidente o primer ministro. Satanás no exalta ni humilla a los líderes de la tierra, Dios sí.

Más bien, Satanás le mostró a Jesús todos los subreinos de su reino de las tinieblas. Él le mostró a Jesús las jerarquías de espíritus malignos, quienes en sus respectivos territorios reinan sobre el reino de las tinieblas, así como sobre los humanos rebeldes sujetos a su reino. Satanás le ofreció a Jesús control sobre sus dominios, si Jesús se unía a Satanás y a su rebelión contra Dios. Si esto hubiera ocurrido, Jesús se hubiera convertido en el segundo al mando sobre el reino de las tinieblas.

¿Estaba Dios Sorprendido por la Caída?

(Was God Surprised by the Fall?)

Otra falla en la teoría sobre “la ganancia de Satanás” es que hace aparecer a Dios como un tonto, pues pareciera que la caída de Adán lo tomó por sorpresa y se vio de pronto involucrado en un problema. ¿Sabía Dios que Satanás tentaría a Adán y a Eva y que daría como resultado la caída del hombre? Si Dios es omnisciente, y lo es, entonces Él sabía lo que iba a ocurrir. Es por esto que la Biblia nos informa que Dios tenía planes para redimir a la humanidad aun antes de la creación de la humanidad (ver Mateo 25:34; Hechos 2:2-23; 4:27-28; 1 Corintios 2:7-8; Efesios 3:8-11; 2 Timoteo 1:8-10; Apocalipsis 13:8).

Dios creó al diablo sabiendo que éste iba a caer, y creó a Adán y a Eva sabiendo que ellos también caerían. No hay ninguna forma en que Satanás pudiera haber engañado a Dios para ganar algo que Dios no quisiera darle.

¿Estoy diciendo que Dios quiere que Satanás sea “el dios de este mundo”? Sí, por el tiempo en que esto esté dentro de sus propósitos divinos. Si Dios no quisiera que el diablo operara, simplemente lo detendría, como se nos dice en Apocalipsis 20:1-2 que Él lo hará un día. Sin embargo, no estoy diciendo que Dios quiere que cualquiera permanezca bajo el mando de Satanás. Dios quiere que todos sean salvos y que escapen al dominio de Satanás (Hechos 26:18; Colosenses 1:13; 1 Timoteo 2:3-4; 2 Pedro 3:9). Ahora bien, Dios permite que Satanás gobierne sobre todos los que desean estar en tinieblas (ver Juan 3:19), sobre aquellos que continúan en rebelión contra Él.

Pero, ¿no hay nada que podamos hacer para ayudar a esta gente a escapar del reino de las tinieblas de Satanás? Sí, podemos orar por ellos y llamarlos a un arrepentimiento y a creer en el evangelio (como Jesús nos ha ordenado). Si lo hacen, serán liberados de la autoridad de Satanás. Pero pensar que podemos “derribar” los espíritus malvados que atan a las personas, es erróneo. Si esta gente quiere permanecer en la oscuridad, Dios lo permitirá. Jesús dijo a sus discípulos que si la gente en ciertas ciudades no recibía el evangelio, ellos deberían sacudirse el polvo de sus pies e ir a otra ciudad (ver Mateo 10.14). Él no les dijo que se quedaran y que destruyeran las fortalezas sobre esa ciudad y así la gente sería más receptiva. Dios permite que los espíritus malignos opriman a aquellos que se niegan a arrepentirse y a volverse a Dios.

Entonces, ¿Qué Debemos Hacer?

(What Then Shall We Do?)

Vivimos en un mundo que ha sido maldecido por Dios, un mundo que experimenta la ira de Dios todo el tiempo. Pablo escribió, “la ira de Dios se revela [no que “será revelada“] desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” (Romanos 1:18). Como aquellos que viven en medio de un mundo malvado y maldecido por Dios, no podemos escapar completamente las consecuencias de la ira de Dios, aunque esa ira no sea específicamente para nosotros.

Sabiendo esto, ¿qué debemos hacer? Primero, debemos confiar en Dios. Jeremías escribe:

“Bendito el hombre que confía en Jehová, cuya confianza está puesta en Jehová, porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto” (Jeremías 17:7-8).

Note que Jeremías no dice que el hombre que confía en Jehová nunca padecerá un desastre natural, tal como una sequía. No, cuando el hambre y el calor vengan, el hombre que confía en Jehová es como el árbol que extiende sus raíces hacia las aguas. Él tiene otra fuente que le suple, aun cuando el mundo padezca a su alrededor. La historia de Elías cuando era alimentado por aves durante la hambruna de Israel nos puede servir de ejemplo (ver 1 Reyes 17:1-6). David escribió acerca del justo, “en los días de hambre será saciado” (Salmos 37:19).

Pero, ¿no son las hambrunas causadas por el diablo? No, no de acuerdo con la Escritura. Dios siempre tiene la responsabilidad y la hambruna frecuentemente se muestra como consecuencia de su ira sobre la gente que la merece. Por ejemplo.

“así, pues, ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo los castigaré: los jóvenes morirán a espada, sus hijos y sus hijas, morirán de hambre” (Jeremías 11:22, énfasis agregado).

“así ha dicho Jehová de los ejércitos: yo envío contra ellos espada, hambre y peste, y los pondré como los higos malos, que de tan malos no se pueden comer” (Jeremías 29:17, énfasis agregado).

“Hijo de hombre, cuando la tierra peque contra mí rebelándose pérfidamente, y extienda yo mi mano sobre ella, le corte el sustento del pan, envíe sobre ella hambre y extermine de ella a hombres y bestias…” (Ezequiel 14:13, énfasis agregado).

“buscáis mucho, pero halláis poco; lo que guardáis en casa yo lo disiparé con un soplo. ¿Por qué?, dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, mientras cada uno de vosotros corre a su propia casa. Por eso los cielos os han negado la lluvia, y la tierra retuvo sus frutos. Yo llamé la sequía sobre esta tierra y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de sus manos” (Hageo 1:9:11, énfasis agregado).

En el cuarto ejemplo anterior, leemos que los israelitas eran culpables por la sequía debido a su pecado, pero todavía, Dios era responsable de enviarla.[1]

Si Dios envía hambruna sobre la gente injusta, y nosotros vivimos en medio de ellos, entonces debemos confiar que Dios proveerá nuestras necesidades. Pablo afirmó que el hambre no nos puede separar del amor de Cristo: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada?” (Romanos 8:35, énfasis agregado). Note que Pablo no dijo que los cristianos nunca se enfrentarán al hambre, más bien explicó que los cristianos podían pasar hambre, pues él, como estudiante de la Escritura, sabía que el hambre puede ser enviada por Dios para juzgar al malvado.


[1] Para referencias adicionales acerca de Dios causando hambrunas, vea Deuteronomio 32:23-24; 2 Samuel 21:1; 24:12-13; 2 Reyes 8:1; Salmos 105:16; Isaías 14:30; Jeremías 14:12-15-16; 16:3-4; 24:10; 27:8; 34:17; 42:17; 44:12-13; Ezequiel 5:12,16-17; 6:12; 12:16; 14:21; 36:29; Apocalipsis 6:8; 18:8. Jesús dijo que Dios, enviaría lluvia sobre el justo y “sobre el injusto” (ver Mateo 5:45). Dios controla la lluvia.

¿Es Dios Injusto en su Juicio?

(Is God Unfair in His Judgment?)

Cuando miramos a Dios y al mundo desde un punto de vista Bíblico, vemos las cosas correctamente. La perspectiva Bíblica dice que cada uno merece la ira de Dios, pero que Dios es misericordioso. Cuando la gente que sufre dice que ellos merecen un trato mejor de parte de Dios, seguramente eso le hace gemir. Todos recibimos más misericordia de la que merecemos.

Acerca de este tema, Jesús habló una vez de dos calamidades contemporáneas. Leemos en el evangelio de Lucas:

“en este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. Respondiendo Jesús les dijo: ¿pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que los demás galileos? Os digo: no, antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:1-5).

Los galileos que murieron en manos de Pilato no pudieron decir, “Dios nos ha tratado injustamente al no salvarnos de Pilatos”. No, ellos eran pecadores que merecían morir. Y de acuerdo con Jesús, los galileos que sobrevivieron estarían en un error si pensaron que eran menos pecadores que los que murieron. No han ganado ningún favor mayor de parte de Dios, sino que Dios ha tenido más misericordia.

El mensaje de Cristo era claro: “todos son pecadores. El pecado trae consecuencias. Por ahora, viven por la gracia de Dios. Así que arrepiéntanse antes de que sea tarde”.

Jesús concluyó su comentario de esas dos tragedias con una parábola acerca de la misericordia de Dios:

“Dijo también esta parábola: “un hombre tenía una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella y no lo halló. Y dijo al viñador: Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo halló. Córtala ¿para qué inutilizar también la tierra? Él entonces, respondiendo le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella y la abone. Si da fruto, bien; y si no, la cortarás después” (Lucas 13:6-9).

Aquí se ilustra la justicia y misericordia de Dios. La justicia de Dios dice “corta el árbol que no sirve”, pero la misericordia clama, “No, da más tiempo para que de fruto”. Cada persona que no tiene a Cristo es como ese árbol.

¿Es Satanás el que Causa los Desastres Naturales y el Clima Adverso?

(Does Satan Cause Natural Disasters and Adverse Weather?)

Debido a que Satanás es el “dios de este mundo”, muchos han asumido que él controla el clima y que causa los desastres naturales, como las sequías, inundaciones, huracanes, terremotos, y demás. ¿Pero es esto lo que la Escritura nos enseña? De nuevo, debemos ser cuidadosos en no basar toda nuestra teología acerca de Satanás en un pasaje que dice, “el ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir” (Juan 10:10). Cuantas veces he escuchado a la gente decir que este verso prueba que todo lo que roba, hurta y destruye viene de Satanás. Sin embargo, cuando examinemos más la Biblia aprenderemos que Dios mismo algunas veces mata y destruye. Consideremos estos tres pasajes como parte de muchos ejemplos más:

“uno solo es el dador de la ley, que puede salvar o condenar” (Santiago 4:12, énfasis agregado).

“Os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que, después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno. Sí, os digo, a este temed” (Lucas 12.5, énfasis agregado).

“No temáis a los que matan el cuerpo pero el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28, énfasis agregado).

Si decimos que todas las cosas que se relacionan con matar y destruir provienen de Satanás, estamos en un error. Hay muchos ejemplos en la Biblia acerca de la decisión de Dios de matar y destruir.

Debemos preguntarnos, ¿Cuando Jesús habló del ladrón que venía a matar, robar y destruir, estaba hablando del diablo? De nuevo, lo que tenemos que hacer es leer esta declaración contextualmente. Un verso antes de que Jesús hablara del que venía a hurtar, matar y destruir, Jesús dijo, “Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores, pero no los oyeron las ovejas” (Juan 10:8). Cuando leemos el discurso entero de Jesús en Juan 10:1-15, diciendo que Él es el Buen Pastor, se hace aún más obvio que sus términos ladrón y ladrones hacen referencia a falsos maestros y a líderes religiosos.

El Vendaval Sobre Galilea

(The Gale on Galilee)

¿Y qué acerca del “feroz vendaval” que asoló a Jesús y a sus discípulos cuando navegaban sobre el mar de Galilea? Seguramente fue Satanás quien causó esa tormenta, pues Dios no enviaría un viento para volcar la barca donde su propio hijo estaba. “Un reino dividido contra sí mismo no prevalecerá”, y entonces ¿Por qué Dios enviaría un viento que podía causar daño a Jesús y a sus discípulos?

Estos son buenos argumentos, pero pensemos por un momento. Si Dios no envió esta tormenta y la envió Satanás, aún debemos admitir que Dios le permitió a Satanás enviarla. Así que la misma pregunta debe ser contestada: ¿Por qué permitiría Dios a Satanás enviar una tormenta que podía dañar a Jesús y a los doce?

¿Existe una respuesta? Posiblemente Dios les estaba enseñando algo a sus discípulos acerca de la fe. Quizá Dios los estaba probando. Tal vez estaba probando a Jesús que tenía que ser “tentado en todas las cosas pero sin pecar” (Hebreos 4:15). Para ser totalmente probado, Jesús tenía que pasar por la oportunidad de ser tentado con miedo. Quizás Dios quería glorificar a Jesús. Tal vez deseaba hacer todo eso a la vez.

Dios llevó a los hijos de Israel al borde del mar rojo sabiendo que estaban atrapados por los ejércitos de Faraón. ¿Pero no estaba Dios liberando a los israelitas? Entonces, ¿No estaba trabajando en contra de sí mismo al llevarles a un lugar donde podían ser asesinados? ¿No es esto un ejemplo de “un reino dividido contra sí mismo”?

No, porque Dios no tenía la intención de que los israelitas fueran masacrados. Y no tenía intención de permitir que Satanás causara un vendaval en el mar de Galilea para que Jesús y los doce se ahogaran.

La Biblia no dice que Satanás envió el vendaval al mar de Galilea y tampoco dice que Dios lo envió. Algunos dicen que tenía que ser Satanás porque Jesús lo reprendió. Quizás, pero este argumento no tiene mucho peso. Jesús no reprendió a Dios, Él reprendió al viento. Dios el Padre pudo haber hecho lo mismo. Él pudo detener el viento con una palabra y calmarlo al reprenderlo. Sólo porque Jesús reprendió el viento, no quiere decir que este fue causado por Satanás.

Otra vez, no podemos basar nuestra teología entera en un verso que realmente no prueba nada. Ya he dado referencias de escrituras que hablan que Dios tiene control sobre el viento, y a Dios se le da el crédito de enviarlo con frecuencia. Lo que quiero resaltar es que Satanás aun siendo el “dios de este mundo”, definitivamente no tiene control independiente sobre el viento ni el derecho de causar un huracán a cualquier hora y en cualquier momento que lo desee.

Por lo tanto, cuando los huracanes ocurren, no debemos verlo como algo que está fuera del control de Dios, algo que Dios quisiera detener pero no puede. Cuando Jesús reprende el viento en el mar de Galilea, es prueba suficiente de que Dios puede detener un huracán cuando quiera.

Y si Dios está enviando (o permitiendo) un huracán, es porque Él debe tener una buena razón y la respuesta más inteligente del porqué Dios envía o permite una tormenta que causa una devastación catastrófica, es porque Dios está advirtiendo o juzgando a gente desobediente.