Las Mentiras de las Tinieblas

(The Lies of Darkness)

El reino de Satanás se conoce en la Escritura como la “potestad de las tinieblas” (Colosenses 1:13). Por supuesto que la oscuridad representa la ausencia de la verdad, la ausencia de la luz y de la claridad. Cuando uno está en la oscuridad, uno navega bajo la imaginación y con frecuencia termina herido. Lo mismo pasa en el reino de la oscuridad de Satanás. Aquellos que están en él, están caminando por medio de su imaginación, y su imaginación se ha llenado con las mentiras de Satanás. Están en oscuridad espiritual.

Para definir el reino de Satanás, no se puede definir como un reino geográfico con fronteras, sino como un reino de creencias, es decir, de creencias en cosas falsas. El reino de la oscuridad se encuentra en el mismo lugar donde está el reino de la luz. Aquellos que creen en la verdad viven en medio de los que creen en las mentiras.[1] Nuestro trabajo principal es proclamar la verdad a la gente que cree en las mentiras. Cuando alguien cree en la verdad, Satanás pierde otro de los suyos, porque ya no lo puede engañar.

Así es como liberamos a los no salvos del poder de Satanás, no “atando” espíritus malvados sino proclamando la verdad. Jesús dijo, “conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8:32, énfasis agregado). La ceguera espiritual desaparece con la verdad.

Dentro del mismo pasaje de la Escritura en el evangelio de Juan, Jesús le dijo a una audiencia no salva:

“Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, pues es mentiroso y padre de mentira. Pero a mí, que digo la verdad no me creéis” (Juan 8:44-45, énfasis agregado).

Note el contraste que Jesús hace entre Él y el diablo. Él habla la verdad, Satanás es el gran mentiroso.

Note que aunque Jesús dijo a sus escuchas que ellos eran de su padre el diablo y aunque habló de Satanás como un mentiroso, todavía los responsabilizó a ellos para que creyeran en la verdad que Él hablaba. No era la culpa del diablo que ellos estuvieran ciegos, era su propia culpa. Jesús los hizo responsables. Satanás asiste a la gente que “ama la oscuridad” para que permanezcan en la oscuridad al suplirles mentiras para creer. Pero Satanás no puede engañar a alguien que creer en la verdad.

Si todo esto es como se ha expuesto, la principal forma para derribar el reino de la oscuridad es propagar la luz, la verdad de la Palabra de Dios. Por esto Jesús no nos dijo, “vayan a todo el mundo y aten al diablo”, sino que nos dijo, “vayan a todo el mundo y prediquen el evangelio”. Jesús le dijo a Pablo que el propósito de su prédica sería “para que abran sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios (Hechos 26:18, énfasis agregado). Esto hace claro que la gente se escapa del dominio de Satanás cuando se exponen a la verdad del evangelio y toman una decisión de volverse de las tinieblas a la luz, creyendo en el evangelio y no en las mentiras. Las únicas fortalezas que estamos derribando son las fortalezas de mentiras construidas en las mentes de la gente.


[1] Por supuesto que es verdad que en varias áreas geográficas hay más o menos porcentaje de personas de cualquier reino.

 

La Verdad, Nuestra Principal Defensa

(Truth—Our Primary Defense)

 

“Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad” (Efesios 6:14a)

Aquí está lo que mantiene nuestra armadura en posición, la verdad. ¿Cuál verdad? Jesús le dijo a su Padre, “tu palabra es verdad” (Juan 17:17). No podemos mantenernos firmes exitosamente en contra de Satanás a menos que conozcamos la verdad para contradecir sus mentiras. Jesús hermosamente demostró esto durante su tentación en el desierto, pues siempre le respondió a las sugerencias de Satanás con las palabras “escrito está”.

Pablo continúa:

“vestidos con la coraza de justicia” (Efesios 6:14b).

Como cristianos, debemos conocer dos tipos diferentes de justicia. Primero, se nos ha dado un regalo, la justicia de Cristo (ver 2 Corintios 5:21). Esta justicia está para aquellos que han creído en Jesús, el cual llevó sus pecados en la cruz. Su justa firmeza nos ha librado del dominio de Satanás.

Segundo, debemos vivir justamente, obedeciendo los mandamientos de Jesús, y esto es probablemente lo que Pablo tenía en mente cuando se refería a la coraza de justicia. Al obedecer a Cristo, no le damos lugar a Satanás (ver Efesios 4:26-27).

La Guerra Espiritual de Jesús

(Jesus' Spiritual Warfare)

Cuando leemos sobre el encuentro de Jesús con Satanás al tentarle éste en el desierto, vemos rápidamente que Satanás no había cambiado sus métodos en miles de años. Su táctica de ataque era desmentir lo que Dios había dicho, pues sabía que la única forma de derrotar a su enemigo era lograr que no creyera más en la verdad y desobedeciera. La Palabra de Dios está de nuevo en el centro de la batalla. Satanás atacó con sus mentiras y Jesús se defendió con la verdad. Jesús creyó y obedeció lo que Dios dijo. Esta es guerra espiritual bíblica.

Jesús se enfrentó con la misma situación que enfrentaron Adán y Eva y el resto de todos nosotros. Él tenía que decidir si escuchaba a Satanás o a Dios. Jesús peleó su batalla espiritual con “la espada del Espíritu”, la Palabra de Dios. Veamos lo que podemos aprender de esta guerra espiritual con Satanás.

Recordando la segunda tentación de Jesús, Mateo nos dice:

“Entonces el diablo lo llevó a la santa ciudad, lo puso sobre el pináculo del templo y le dijo: Si eres hijo de Dios, tírate abajo, pues escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios” (Mateo 4:5-7).

Aquí, el problema principal es de nuevo lo que Dios ha dicho. Satanás citó el Salmo noventa y uno, pero lo distorsionó con la intención de que sonara como algo que no era la intención de Dios.

Jesús respondió al citar una escritura que trajo un entendimiento balanceado a la promesa de protección de Dios en el salmo noventa y uno. Dios nos va a proteger, pero no si actuamos tontamente, “poniendo a Dios a prueba”, como lo indica una nota en el margen de mi Biblia.

Por esto es tan importante que no tomemos versos fuera de su contexto del resto de la Biblia. Toda escritura debe estar balanceada con lo que el resto de la Escritura dice.

Torcer la Escritura es una de las tácticas más comunes de Satanás en la guerra espiritual, y tristemente, ha sido muy exitoso usando esa táctica en contra de muchos cristianos que se encuentran en los movimientos modernos de guerra espiritual. Un ejemplo clásico de tal distorsión de la Biblia es el uso de la frase “derribando fortalezas” para apoyar la idea sobre derribar espíritus malvados de la atmósfera. Como lo dije antes, esta frase en particular, cuando la leemos en el contexto, no se aplica en nada al tema de derribar espíritus malvados de la atmósfera. Ahora el diablo desearía que pensáramos así, para que continuemos desperdiciando nuestro tiempo gritándole a los principados y a las potestades en el cielo.

En la tercera tentación de Jesús en Mateo, leemos:

“Otra vez lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: todo esto te daré, si postrado me adoras. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y sólo a Él servirás” (Mateo 4:8-10).

Esta era una tentación por el poder. Si Jesús hubiera adorado a Satanás, y si Satanás le hubiera cumplido su promesa, entonces ahora Jesús tendría el segundo puesto sobre el reino de las tinieblas. Él hubiera reinado sobre los humanos que no son salvos y sobre los espíritus malvados, teniendo autoridad mundial como Satanás la tenía previamente. Sólo podemos especular en nuestras pesadillas lo que hubiera pasado si Jesús hubiera cedido a la tentación.

Note de nuevo que Jesús se enfrentó a la sugerencia de Satanás con la Palabra de Dios. Durante cada una de las tres tentaciones, Jesús venció diciendo, “escrito está”. Nosotros también, debemos conocer la Palabra de Dios y creerla si queremos evitar ser engañados y caer en las trampas de Satanás. De esto se trata la guerra espiritual.

La Única Forma de Escape

(The Only Way of Escape)

La única forma de escapar de la cautividad de los espíritus malvados es arrepentirse y creer en el evangelio. Este es el escape que Dios ha provisto. Nadie puede destruir las fuerzas malignas sobre las ciudades y liberarlas por completo o parcialmente. Hasta que una persona se arrepienta y crea en el evangelio, se encontrará dentro de la ira de Dios (ver Juan 3:36), lo que incluye estar atado por el poder de espíritus malvados.

Por esto es que no hay grandes cambios en las ciudades donde se dan conferencias y sesiones de guerra espiritual, pues nada ha ocurrido que afecte las jerarquías de demonios que reinan sobre esa zona. Los cristianos pueden gritar a los principados y a las potestades todo el día y toda la noche; pueden tratar de atormentar al demonio con sus llamadas “lenguas guerreras”; pueden decir, “te ato espíritu malvado que estás sobre esta ciudad” un millón de veces; aún más, pueden hacer todo esto desde un avión y en el último piso de un rascacielos (como algunos lo hacen) y la única forma en que los espíritus malvados pueden ser afectados es con un ataque de risa provocado por las acciones de los cristianos ignorantes.

Sigamos adelante con nuestro mito moderno número seis acerca de la guerra espiritual.

La Fe es la clave

(Faith is the Key)

Conocer la Palabra de Dios no es suficiente para ganar la Guerra espiritual. La clave es creer verdaderamente lo que Dios ha dicho. Esto es cierto con respecto a resistir al diablo y sacar fuera demonios. Por ejemplo, consideremos de nuevo un ejemplo que vimos antes, cuando Jesús le dijo a sus discípulos, “les doy autoridad sobre los espíritus impuros, para que los echen fuera” (Mateo 10:1). Pero siete capítulos más adelante los encontramos incapaces de sacar fuera un demonio de un muchacho epiléptico.[1] Cuando Jesús se enteró del fracaso de los discípulos, se lamentó:

“Generación incrédula y perversa, ¿Hasta cuando he de estar con vosotros? ¿Hasta cuando os he de soportar?” (Mateo 17:17, énfasis agregado)

Fue su incredulidad lo que molestó a Jesús. Además, cuando sus discípulos le preguntaron por qué habían fallado, Jesús les respondió, “debido a su falta de fe” (Mateo 17:20). Por esto vemos que su autoridad para sacar fuera demonios no funcionó debido a su poca fe.

Nuestro éxito en sacar fuera demonios y resistir al diablo depende de nuestra fe en la Palabra de Dios. Si realmente creemos lo que Dios ha dicho, entonces hablaremos y actuaremos como Él. Los perros persiguen a la gente que huye de ellos, y es lo mismo con el diablo. Si corres, el diablo te perseguirá. Sin embargo, si te mantienes firme en la fe, el diablo huirá de ti (ver Santiago 4:7).

No hay duda de que la falta de fe de los apóstoles habría sido muy evidente ante cualquier persona que los observara, pues trataron y fracasaron, al tratar de liberar al muchacho del demonio. Si ese demonio hizo en frente de los discípulos lo que hizo con Jesús (darle al muchacho una “violenta convulsión”, ver Lucas 9:42, y botar espuma por la boca, ver Marcos 9:20) es posible que la fe de los discípulos se hubiera convertido en miedo. Tal vez estaban paralizados por lo que veían.

Sin embargo, el que tiene fe no se asusta por lo que ve, sino que es movido por lo que Dios dice. “porque por fe andamos, no por vista” (2 Corintios 5:7, énfasis agregado). Dios no puede mentir (ver Tito 1:2), aún si nuestras circunstancias contradicen lo que Dios dijo, debemos permanecer en la fe.

Note que Jesús liberó al muchacho en pocos segundos. Lo hizo con fe. No perdió su tiempo en una “sesión de liberación”. Aquellos que tienen fe en la autoridad que Dios les ha dado no necesitan pasar horas sacando fuera a un demonio.

Además, no encontramos en ninguna parte a Jesús gritándole a un demonio. Aquellos que tienen fe, no necesitan gritar. Jesús no repetía varias veces la misma frase para sacar fuera un demonio. Una orden era suficiente. Una segunda orden hubiera sido señal de duda.


 

[1] Debemos ser muy cautelosos al asumir que toda epilepsia es causada por un espíritu maligno.

 

La Fuente de Nuestra Fuerza Espiritual

(The Source of Our Spiritual Strength)

Primero se nos dice que, “Fortaleceos en el Señor y en su fuerza poderosa” (Efesios 6:10). El énfasis está en el hecho de que no debemos fortalecernos en nuestras propias fuerzas sino en las de Dios. Esto lo vemos también en el siguiente verso, “Vestíos de toda la armadura de Dios” (Efesios 6:11a). Esta es la armadura de Dios, no nuestra armadura. Pablo no dice que Dios mismo está usando una armadura, sino que nosotros necesitamos la armadura que Dios nos ha provisto.

¿Por qué necesitamos la armadura que Dios nos ha dado? La respuesta es, “para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6:11b). Esta armadura es primeramente para nuestra defensa, y no para la ofensa. No se usa para derribar espíritus que están sobre las ciudades. Se usa para estar firmes contra los ataques del diablo.

Leemos que el diablo tiene planes malvados para atacarnos, y si no usamos la armadura de Dios, somos vulnerables a esos ataques. Note también que es nuestra responsabilidad el ponernos la armadura de Dios, no es la responsabilidad de Dios.

Continuemos:

“porque no tenemos lucha contra carne ni sangre, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).

Aquí se nos hace más claro que Pablo no está hablando acerca de una batalla física o material, sino de una batalla espiritual. Estamos en lucha contra varios rangos de espíritus malvados de los que Pablo nos habla. La mayoría de los lectores asumen que Pablo habló de esos rangos espirituales comenzando desde los que tienen menos autoridad hasta llegar a los que tienen más autoridad: principados, los de clase más baja, hasta las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes, los de clase o rango más alto.

¿Cómo podemos luchar contra seres espirituales? Esta pregunta se puede contestar con esta otra pregunta, ¿Cómo pueden atacarnos los seres espirituales? Ellos nos atacan principalmente con tentaciones, pensamientos, sugerencias, e ideas que contradicen la Palabra y la voluntad de Dios. Por lo tanto, nuestra defensa es el saber, creer y obedecer la Palabra de Dios.

“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, habiendo acabado todo, estar firmes” (Efesios 6:13).

Note de nuevo, que el Propósito de Pablo es equiparnos para resistir y oponernos a los ataques de Satanás. Su propósito no es equiparnos para salir y atacar a Satanás y destruir a los espíritus malvados de la atmósfera. Tres veces en este pasaje Pablo nos exhorta a estar firmes. Nuestra posición es defensiva, no ofensiva.

Juan en la Guerra Espiritual

(John on Spiritual Warfare)

El apóstol Juan también escribió acerca de la guerra espiritual en su primera epístola, ¿Nos dijo Juan que debíamos ir a lugares altos para derribar fortalezas del diablo? No, ¿Nos dijo que echáramos fuera a los demonios de ira cuando los cristianos se enojaban? No.

Al contrario, Juan, como Pedro y Santiago, solo creía en la guerra espiritual bíblica, y sus instrucciones eran las mismas:

“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced al Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne , es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios y este es el espíritu del anticristo; el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros sois de Dios y los habéis vencido, porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan de las cosas del mundo y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error” (1 Juan 4:1-6).

Note que toda la discusión de Juan se refiere a las mentiras de Satanás y las verdades de Dios. Debemos probar los espíritus para ver si son de Dios, y la prueba se basa en la verdad. Los espíritus malignos no admitirán que Jesús vino en carne, pues son mentirosos.

Juan también nos dijo que debemos vencer a los espíritus malos. Esto quiere decir que como ciudadanos del reino de la luz, ya no estamos más bajo su dominio. Jesús, el mayor de todos, vive en nosotros. Los que tienen a Cristo en ellos, no deben temer a los demonios.

Juan también dijo que el mundo escucha a los espíritus malignos, lo que indica que estos espíritus hablan. Sabemos que no hablan audiblemente, pero están plantando mentiras en la mente de las personas.

Como seguidores de Cristo, no debemos escuchar las mentiras de estos espíritus, y Juan dice que aquellos que conocen a Dios nos oyen porque saben que nosotros tenemos la verdad; tenemos la Palabra de Dios.

De nuevo, note que la estrategia de Satanás es persuadir a la gente para que crea sus mentiras. Satanás no puede derrotarnos si conocemos y creemos en la verdad. De eso se trata la verdadera guerra espiritual bíblica.

La Armadura Completa de Dios

(The Whole Armor of God)

Otro pasaje en los escritos de Pablo que se mal interpreta con frecuencia se encuentra en Efesios 6:10-17, donde escribe acerca de nuestra responsabilidad de llevar la armadura de Dios. Aunque este pasaje definitivamente se refiere a la lucha de los cristianos contra el diablo y los espíritus malvados, no se menciona nada acerca de destruir o derribar espíritus que gobiernan sobre ciudades. Mientras estudiamos este pasaje cuidadosamente, se hace más claro que Pablo estaba primeramente escribiendo acerca de las responsabilidades individuales de resistir a Satanás en nuestra vida personal aplicando la verdad de la Palabra de Dios.

Mientras leemos este pasaje en particular, notemos el evidente lenguaje metafórico. Pablo obviamente no estaba hablando literalmente, de una armadura material que los cristianos se pueden poner en sus cuerpos. Al contrario, la armadura de la que él escribe es simbólica. Estas piezas de armadura representan varias verdades de la Escritura que los cristianos deben usar para protección contra el diablo y los espíritus malvados. Al saber, creer y actuar en la Palabra de Dios, los cristianos, figurativamente, llevan la armadura protectora de Dios.

Examinemos este pasaje en Efesios verso por verso, mientras nos preguntamos, ¿qué era lo que realmente Pablo nos trataba de decir?

 

Guerra Espiritual Bíblica

(Back to the Beginning)

Así que ya hemos estudiado y aclarado muchos de los mitos modernos acerca de la guerra espiritual. Pero, ¿Existe una forma de guerra espiritual que es Bíblica? Sí, y ese será nuestro enfoque ahora.

Quizás lo primero que debemos saber acerca de la guerra espiritual es que dicha práctica no debe ser el centro de nuestra vida cristiana. Debemos enfocarnos en Cristo, seguirlo y obedecerlo, mientras progresivamente nos asemejamos más a Él. Sólo un pequeño porcentaje de los escritos del Nuevo Testamento habla acerca de la guerra espiritual, indicándonos que debe ser un asunto menor en la vida del cristiano.

Lo segundo que debemos conocer acerca de la guerra espiritual es que la Biblia nos dice lo que debemos saber. No necesitamos un discernimiento especial (o un predicador que dice tener discernimiento especial) para saber “los pensamientos más profundos de Satanás”. La guerra espiritual bíblica es simple. Las maquinaciones de Satanás están claramente reveladas en la Escritura. Nuestras responsabilidades están delineadas en forma directa. Una vez que sabes y crees en lo que Dios ha dicho, tienes garantía total de éxito en esta guerra espiritual.

Jesús es la Cabeza sobre Principados y Potestades

(Jesus is the Head Over Principalities and Powers)

Como Cristianos nuestra responsabilidad bíblica para confrontar a Satanás y a los espíritus malignos es doble: resistirlos en nuestras propias vidas (Santiago 4:7), y echarlos fuera de personas que quieren ser liberadas (Marcos 16:17). Cualquier cristiano que tiene experiencia en sacar fuera demonios de la gente sabe que, como regla general, si la persona endemoniada no quiere ser liberada, el cristiano no podrá sacar fuera el demonio.[1] Dios honra el libre arbitrio de cada persona, y si una persona quiere ceder a espíritus malvados, Dios no lo puede detener.

Esta es otra razón por la que no podemos derribar espíritus territoriales sobre áreas geográficas. Esos espíritus malvados mantienen a la gente en atadura porque esto es lo que la gente ha escogido. Al proclamar el evangelio a esta gente, les ofrecemos una oportunidad. Si ellos escogen lo correcto, dará como resultado su liberación de Satanás y de los espíritus malvados. Pero si no escogen lo correcto y no se arrepienten, Dios le permitirá a Satanás que les mantenga cautivos.

Se dice de Jesús en la Escritura que Él es “la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2:10). Aunque las palabras griegas para principado (arche) y potestad (exousia) se usan algunas veces para describir los líderes políticos, también se usan en el Nuevo Testamento para identificar líderes espirituales demoníacos. El clásico pasaje acerca de los cristianos luchando en contra de los principados (arche) y las potestades (exousia) en Efesios 6:12 es un ejemplo.

Cuando leemos contextualmente lo que Pablo escribió acerca de Jesús como la cabeza de toda autoridad y potestad en Colosenses 2:10, se hace claro que está hablando de poderes espirituales. Por ejemplo, en el mismo pasaje, tan solo cuatro versos después, Pablo escribe de Jesús, “y despojó a los principados y a las autoridades y los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2:15).

Si Jesús es la cabeza de las autoridades y potestades espirituales, entonces Él reina sobre ellos. Esta es una gran revelación para los cristianos que viven en medio de culturas paganas, animistas y que antes pasaron un tiempo de su vida adorando ídolos por temor a los espíritus malvados que reinan sobre ellos.


[1] La excepción a esta regla sería los casos de personas que son controladas por demonios y no pueden comunicar su deseo de libertad. En esos casos, los dones especiales del Espíritu serán necesarios para llevar a cabo la liberación, y los dones del espíritu operan cuando el Espíritu lo desea.