Mito #9

Myth #9

 

Mito #9: “Algunos cristianos tienen que ser liberados de maldiciones satánicas o generacionales”

(Myth #9: “Some Christians need to be set free from generational or satanic curses.”)

La idea de las maldiciones sobre generaciones se deriva de cuatro pasajes de la Escritura que se encuentran en el Antiguo Testamento los cuales dicen prácticamente lo mismo. Estos pasajes son Éxodo 20: 5; 34:7; Números 14:8 y Deuteronomio 5:9. Leamos Números 14:18:

“Jehová es tardo para la ira y grande en misericordia, perdona la maldad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable, pues castiga el pecado de los padres sobre los hijos hasta la tercera y la cuarta generación” (énfasis agregado).

¿Cómo podemos interpretar este pasaje de la Escritura? ¿Quiere decir esto que Dios pondrá una maldición o castigo sobre alguien por los pecados de sus padres, abuelos, bisabuelos y demás antepasados? ¿Creeremos que Dios puede perdonar a alguien de sus pecados pero simultáneamente castigarle por los pecados de sus antepasados?

Absolutamente no, de otra forma Dios podría ser acusado de ser injusto e hipócrita. Él mismo dice que castigar a alguien por los pecados de sus antepasados es erróneo:

“Y si preguntáis [los israelitas]: ¿Por qué el hijo no llevará el pecado de su padre? [Dios responde] Porque el hijo actuó conforme al derecho y la justicia, guardó todos mis estatutos y los cumplió, de cierto vivirá. El alma que peque, esa morirá. El hijo no llevará el pecado del padre ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo recaerá sobre él y la impiedad del impío recaerá sobre él” (Ezequiel 18.19-20, énfasis agregado).

Además, bajo la ley de Moisés, Dios ordenó que ni el padre ni el hijo fueran castigados por el pecado del otro:

“Los padres no morirán por los hijos ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado” (Deuteronomio 24:16).

No hay posibilidad de que un Dios de amor y justicia pueda castigar a alguien por el pecado de sus ancestros.[1] Entonces, ¿Qué es lo que la Escritura quiere decir cuando dice que Dios “de ningún modo tendrá por inocente al culpable y castigará el pecado de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación”?

Sólo quiere decir que Dios responsabiliza a la gente por el mal ejemplo que les dan a sus hijos; por lo tanto, Dios les responsabiliza por los pecados que sus hijos cometen debido a su mal ejemplo.

Dios hace a la gente en parte responsable por los pecados de sus nietos, debido a la influencia maligna que ejercieron sobre ellos. Así de santo es Dios. Y nadie puede decir que Él es injusto.

Note que el pasaje que estamos considerando dice que Dios castiga el pecado de los padres sobre los hijos. Se castiga el pecado de los padres sobre sus hijos.

Por esto, la idea de las “maldiciones generacionales” es una superstición, y una muy mala, pues hace parecer injusto a Dios.


[1] Esto no quiere decir que los hijos no sufren por sus padres, pues con frecuencia lo hacen. Sin embargo, cuando lo hacen, no quiere decir que Dios los está castigando por los pecados de sus padres, sino que la gente puede ser tan malvada que pueden practicar pecados que hagan a sus hijos sufrir. Está claro en la Escritura que Dios puede misericordiosamente apartar el juicio de una persona, para luego ejecutar ese juicio sobre alguien que merece ese juicio por sus pecados. De igual forma, Dios puede tener misericordia y guardar su juicio sobre una generación malvada para luego enviar ese juicio sobre una próxima generación igual o más merecedora de dicho juicio (ver Jeremías 16:11-12). Esto es muy diferente a castigar a una persona por los pecados de sus abuelos.

 

Mito #7

Myth #7

Mito #7: “Cuando un cristiano peca, él abre la puerta para que un demonio entre y viva en él”.

(Myth #7: “When a Christian sins, he opens the door for a demon to come and live in him.”)
Es cierto que cuando un cristiano peca, es porque él ha cedido a una tentación de un espíritu maligno. Sin embargo, el ceder a las sugerencias de un espíritu malvado no quiere decir que este mismo espíritu viene a vivir en este creyente. Cuando pecamos como cristianos, rompemos nuestra comunión con Dios porque le hemos desobedecido (ver 1 Juan 1:5-6). Nos sentimos culpables. Sin embargo, no hemos roto nuestra relación con Él, pues todavía somos sus hijos.

Si confesamos nuestros pecados, “Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Así nuestra comunión con Dios es restaurada. Note que Juan no dijo que teníamos que ser limpiados de todo demonio cuando somos culpables de pecado.

Todo cristiano se enfrenta a tentaciones diarias de este mundo, de la carne y del diablo. Pablo escribió que nosotros sí tenemos lucha con varios espíritus malignos (ver Efesios 6:12). Por lo tanto, hasta cierto punto, todo cristiano es atacado por espíritus malignos. Esto es normal, y es nuestra responsabilidad resistir al diablo y a los demonios por medio de la fe en la Palabra de Dios (ver 1 Pedro 5:8-9). Cuando creemos y actuamos de acuerdo a lo que Dios ha dicho, resistimos al diablo.

Por ejemplo, si Satanás trae pensamientos de depresión, debemos pensar en una escritura que contraste con la depresión, y obedecer la Palabra de Dios que dice, “estad siempre gozosos” (1 Tesalonicenses 5:16) y “dad gracias en todo” (1 Tesalonicenses 5:18). Es nuestra responsabilidad actuar en la Palabra de Dios y remplazar los pensamientos de Satanás por los pensamientos de Dios.

Debemos reconocer que como agentes morales libres, podemos pensar en lo que queramos pensar. Si un cristiano sigue escuchando y cediendo a las sugerencias de los espíritus malignos, puede ciertamente abrir su mente a la opresión, pues así será más receptivo y más dominado por pensamientos erróneos. Si escoge el ceder aún más, puede llegar a obsesionarse con ciertos tipos de pensamientos, lo cual es muy raro para un cristiano, pero puede ocurrir. Aun así, si el cristiano obsesivo desea ser libre, todo lo que tiene que hacer es determinar en qué va a pensar, y someterse a la palabra de Dios y resistir al diablo.

Pero, ¿podrá algún día ser poseído? Sólo si él verdaderamente lo decide de corazón, sin ser presionado, y al rechazar a Cristo y dejarlo completamente. Por supuesto que entonces ya no será más un cristiano[1] y puede ser poseído si cede por completo al espíritu malvado que le oprime. Pero no puede ser verdad que tan sólo por cometer un pecado, uno le abra la puerta a un demonio para ser poseído por este.

Es un hecho que no hay ni un solo ejemplo en el Nuevo Testamento de algún cristiano poseído por un demonio. Ni tampoco existe una advertencia a los cristianos acerca del peligro de ser poseído por un demonio. Tampoco hay instrucciones de cómo sacar fuera un demonio de un creyente.

La verdad es que como cristianos, no necesitamos que nos saquen demonios de adentro, lo que necesitamos es tener nuestra mente renovada por la Palabra de Dios. Esto es bíblico. Pablo escribe:

“No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).

Una vez que nuestra mente ha sido limpiada de toda vieja manera de pensar y renovada con la verdad de la Palabra de Dios, ganamos una victoria sobre actos pecaminosos y vivimos a la manera de Cristo. La verdad es la que nos hace libres (ver Juan 8:32). Somos transformados al renovar nuestra mente, no cuando los demonios son expulsados.

Entonces, ¿Por qué hay tantos cristianos que testifican que fueron liberados de demonios? Una posibilidad es que ellos sólo hayan imaginado que tenían un demonio del cual fueron liberados. A muchos cristianos les falta conocimiento de la Palabra de Dios y así son seducidos por “ministros de liberación” que sicológicamente manipulan a la gente haciéndoles creer que tienen demonios. Una vez que la gente está convencida de que tienen demonios, naturalmente cooperarán con cualquiera que parezca seguro de su habilidad de exorcizar demonios.

Otra posibilidad real es que esta gente que fue liberada de demonios no eran verdaderos cristianos en un principio cuando fueron liberados, aunque pensaban que eran cristianos. El evangelio moderno, que está en contraste con el evangelio bíblico, ha engañado muchos al hacerles pensar que son cristianos aunque no se distinguen de los no cristianos y Jesús no es su Señor. La Escritura nos muestra que cuando la gente creía en el evangelio, era nacida de nuevo y los demonios que vivían en ellos automáticamente se iban (ver Hechos 8:5-7). Los demonios no pueden poseer a la gente que se rinde al Espíritu Santo, y el Espíritu Santo habita en los que son nacidos de nuevo.


[1] Aquellos que piensan que “una vez salvo, para siempre salvo” no estarán de acuerdo con esto. Les motivo para que lean Romanos 11:22; 1 Corintios 15:1-2; Filipenses 3:18-19; Colosenses 1:21-23 y Hebreos 3:12-14, poniendo atención especial a la palabra “si” donde esta se encuentre.

 

Mito #8

Myth #8

Mito #8: “Al estudiar la historia de una ciudad, podemos determinar cuáles espíritus malvados la dominan, y por esto podemos ser más efectivos en nuestra guerra espiritual y por lo tanto en la evangelización.

(Myth #8: “Through studying the history of a city, we can determine which evil spirits are dominating it, and thus be more effective in spiritual warfare and ultimately in evangelization.”)

Este mito se basa en muchas ideas que no son apoyadas por la Escritura. Una de estas ideas dice que los espíritus territoriales se quedan en un lugar por bastante tiempo. Esto quiere decir que los que vivieron en un lugar por cientos de años, todavía viven en el mismo lugar. Por esto, si sabemos que una ciudad fue fundada por gente codiciosa, podemos concluir que hay espíritus de ambición que dominan sobre esa área hoy en día. Si la ciudad era antes una aldea indígena, podemos concluir que espíritus de brujería dominan sobre esa ciudad hoy en día. Y lo mismo se repite en todos los otros casos.

Pero, ¿Es verdad que los mismos espíritus malignos, potestades y principados que vivieron por cientos de años sobre una ciudad, están hoy en día en el mismo lugar? Tal vez, pero no necesariamente.

Recordemos otra vez la historia que leímos en el capítulo diez de Daniel. El ángel desconocido quien fue asistido por Miguel para pelear contra el príncipe de Persia le dijo a Daniel, “Ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá” (Daniel 10:20). La historia nos dice que el imperio de Persia perdió contra los griegos en la conquista de Alejandro Magno. Este ángel sabía de los cambios que habría en el mundo espiritual, el príncipe de Grecia venía.

Cuando el príncipe de Grecia llegó, ¿reinó éste en el mundo espiritual sobre el imperio griego como el príncipe de Persia reinó en el mundo espiritual sobre el imperio persa? Esto pareciera tener una conclusión razonable, y si es así, entonces algunos espíritus malignos de alto rango cambiaron de ubicación geográfica, ya que el imperio griego incluía prácticamente todo el territorio del imperio persa. Cuando hay cambios políticos en la tierra, existe la posibilidad de que haya cambios en el reino de las tinieblas. Sin embargo, el hecho es que no lo sabemos, a menos que Dios nos lo revele.

De todas formas, no hay gran diferencia en el hecho de saber cuál espíritu maligno reina sobre cuál área geográfica, pues no podemos hacer nada por medio de la “guerra espiritual”, como lo probamos anteriormente.

Mito #5

Myth #5

Mito #5: “Podemos derribar fortalezas demoníacas en la atmósfera a través de la guerra espiritual”

(Myth #5: “We can pull down demonic strongholds in the atmosphere through spiritual warfare.”)

De acuerdo con la Escritura, no hay duda de que Satanás reina sobre los espíritus malignos que habitan la tierra y que le asisten en su reino de las tinieblas. Que esos espíritus malvados son “territoriales” y que reinan sobre ciertas áreas geográficas es un concepto que también encontramos en la Biblia (ver Daniel 10:13, 20-21; Marcos 5:9-10). El hecho de que los cristianos tienen la autoridad para echar fuera demonios de la gente y tienen la responsabilidad de resistir al diablo también está en la Biblia (ver Marcos 16:17; Santiago 4:7; 1 Pedro 5:8-9). Pero, ¿pueden los cristianos derribar a los espíritus malignos que se encuentran sobre las ciudades? La respuesta es que no pueden, y el intentar hacerlo es una pérdida de tiempo.

Sólo porque podemos echar fuera demonios de la gente, no debemos asumir que podemos echar demonios fuera de las ciudades. Hay muchos ejemplos acerca de echar fuera demonios de la gente en los evangelios y en el libro de los Hechos, pero ¿puedes pensar en algún ejemplo en los evangelios o en el libro de los Hechos donde alguien saca fuera de una ciudad a un espíritu malvado que reinaba sobre esa ciudad? No existe ningún ejemplo al respecto. ¿Puedes pensar en alguna instrucción en las epístolas acerca de nuestra responsabilidad de destruir a los espíritus malvados en la atmósfera? No, no existe ninguna. Por esta razón, no tenemos ninguna base bíblica para creer que debemos hacer “guerra espiritual” en contra de los demonios en la atmósfera.

Mito #6

Myth #6

Mito #6: “La guerra espiritual en contra de espíritus territoriales abre las puertas para un evangelismo efectivo”

(Myth #6: “Spiritual warfare against territorial spirits opens the door for effective evangelism.”)
La motivación para muchos cristianos que están fuertemente involucrados en guerra espiritual en contra de espíritus territoriales es su deseo de ver el reino de Dios extenderse. Para esto han sido llamados. Todo cristiano debe anhelar ver más personas libres de las garras de Satanás.

Sin embargo, es importante que usemos los métodos de Dios para extender el reino de Dios. Dios sabe lo que sí funciona y lo que es una pérdida de tiempo. Dios nos ha dicho exactamente cuáles son nuestras responsabilidades para la expansión de su reino. El pensar que nosotros podemos hacer algo que no está fundamentado en la Escritura para multiplicar la efectividad del evangelismo, algo que ni Jesús, ni Pedro, ni Pablo practicaron en su ministerio, es una pérdida de tiempo. ¿Por qué muchos cristianos piensan que la guerra espiritual puede abrir las puertas para un evangelismo efectivo? Generalmente razonan de la siguiente manera: “Satanás ha cegado las mentes de los no convertidos. Por lo tanto debemos hacer guerra espiritual en contra de Satanás para que deje de cegarlos. Una vez que se retiren los engañadores, más gente creerá en el evangelio”. ¿Es esto cierto?

Ciertamente no hay duda que Satanás ha cegado las mentes de la gente no salva. Pablo escribe:

“pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto, esto es, entre los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les cegó el entendimiento, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2Corintios 4:3-4).

La pregunta es, ¿dio Pablo esta información a los corintios con la intención de motivarlos a hacer guerra espiritual y derribar espíritus territoriales para que así la gente no salva sea más receptiva?

La respuesta es No. Por muchas razones obvias.

Primero, debido a que Pablo no dijo, “por lo tanto corintios, debido a que Satanás ha cegado la mente de los no convertidos, quiero que hagan guerra espiritual y que derriben espíritus territoriales y así los engañadores serán removidos”. Al contrario, lo que él mencionó inmediatamente fue su anuncio sobre Cristo, que es la forma en que se remueve la ceguera espiritual.

Segundo, en ninguna de sus cartas Pablo instruye a los creyentes a involucrarse en el acto de derribar fortalezas sobre las ciudades para que el evangelismo aumente.

Tercero, sabemos al leer todas las cartas de Pablo que el hecho de que Satanás cegaba a los incrédulos no era la razón más importante del porqué los incrédulos permanecían sin creer. El que Satanás pueda cegar es tan sólo un factor que contribuye, pero no es el factor más importante. El factor principal que mantiene a la gente sin creer es la dureza de sus corazones. Esto se hace obvio por la simple razón de que Satanás no puede mantener a nadie cegado. Algunos al escuchar la verdad, la creen, y por esto rechazan cualquier mentira que antes creían. No es tanto que la ceguera que Satanás causa provoque incredulidad, sino que el hecho de que no creen le permite a Satanás cegarlos.

¿Maldiciones Ocultas?

(Occult Curses?)

¿Será posible tener alguna maldición oculta sobre nosotros debido a la práctica de alguna especie de culto Satánico en el pasado?

No debemos olvidar que cuando nacemos de nuevo, somos liberados del poder de Satanás y del reino de las tinieblas (ver Hechos 26:18; Colosenses 1:13).

Satanás ya no tiene dominio sobre nosotros si nosotros no se lo permitimos. Aunque la Biblia indica que los Cristianos de Éfeso estaban envueltos en la práctica de la magia antes de su conversión (ver Hechos 19:18-19), no se registra nada acerca de Pablo rompiendo maldiciones satánicas o atando el poder de Satanás sobre ellos luego de que habían nacido de nuevo. La razón para esto es que fueron automáticamente libres del dominio de Satanás cuando creyeron en Jesús.

Además, cuando Pablo escribió a los efesios no dio instrucciones para liberar a alguien de una maldición generacional o satánica. Todo lo que les dijo fue “no le den oportunidad al diablo” (Efesios 4:27) y “protéjanse con la armadura de Dios” para “estar firmes contra los engaños del diablo” (Efesios 6:11). Éstas son las responsabilidades de cada cristiano.

Pero, ¿Por qué, en algunos casos, los cristianos parecen haber recibido alguna ayuda cuando alguien rompió una “maldición generacional o satánica” que estaba sobre ellos? Posiblemente debido a que el individuo que necesitaba la ayuda tenía la fe en que el diablo huiría cuando la maldición fuera rota. La fe es lo que asusta al diablo, y todo cristiano puede y debe tener fe que cuando resista al diablo, este huirá. Sin embargo, no hay necesidad en llamar a un “especialista en liberación” para ahuyentar al diablo.

Finalmente, la Biblia nos dice que “Cristo nos libró de la maldición de la ley, pues él fue hecho objeto de maldición por causa nuestra” (Gálatas 3:13, énfasis agregado). Todos nosotros estábamos bajo la maldición de Dios porque habíamos pecado, pero desde que Jesús llevó nuestro castigo, hemos sido liberados de esa maldición. ¡Alabado sea Dios! No hay maldición, podemos regocijarnos en que ahora hemos sido bendecidos “con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3).

Lea el artículo anterior de esta serie, ¿Maldiciones Satánicas?

Lea el siguiente artículo de esta serie, Guerra Espiritual Bíblica

Este artículo es un extracto del libro, El Ministro Que Hace Discípulos. El libro se pueden ordenar en Inglés por visitar nuestra tienda en línea. Para ver nuestra política de derechos de autor, haga clic aquí. © 2015 por David Servant

¿Maldiciones Satánicas?

(Satanic Curses?)

Pero, ¿Qué acerca de las maldiciones satánicas?

Primero, no hay nada en la Biblia que indique que Satanás pueda maldecir a alguien, ni aparece ningún ejemplo en donde él lo haga. Ciertamente, encontramos a Satanás afligiendo a la gente en la Biblia, pero nunca lo encontramos maldiciendo a una familia, lo cual resulte en mala suerte sobre esa familia y sus generaciones siguientes.

Todo cristiano es afligido por Satanás y sus espíritus malignos (restringidamente) toda su vida, pero esto no quiere decir que necesitemos que alguien “rompa una maldición satánica” que ha venido sobre nosotros desde generaciones pasadas de nuestra familia. Lo que tenemos que hacer es pararnos en la Palabra de Dios y resistir al diablo por medio de la fe, tal y como nos dice la Escritura (ver 1 Pedro 5:8-9).

En la Biblia, Dios es el que tiene el poder de dar bendición y maldición (ver Génesis 3:17; 4:11; 5:29; 8:21; 12:3; Números 23:8; Deuteronomio 11:26; 28:20; 29:27; 30:7; 2 Crónicas 34:24; Salmos 37:22; Proverbios 3:33; 22:14; Lamentaciones 3:65; Malaquías 2:2; 4:6). Otros nos pueden echar maldiciones con su boca, pero este tipo de maldiciones no tienen poder y no nos pueden dañar:

“Como gorrión perdido o golondrina sin nido, la maldición sin motivo jamás llegará a su destino” (Proverbios 26:2, versión bíblica Dios Habla Hoy).

Balaam sabía lo que hacía, cuando después de haber sido contratado por Balac para dar maldición a los hijos de Israel, dijo, “¿Por qué maldeciré yo al que Dios no maldijo? ¿Por qué he de execrar al que Jehová no ha execrado?” (Números 23:8).

Algunos cristianos han creído en la idea de la gente maldiciendo a otros basándose en las palabras de Jesús en Marcos 11:23: “De cierto os digo que cualquiera que diga a este monte: quítate y arrójate en el mar, y no duda en su corazón, sino que cree que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”.

Sin embargo, note que no hay poder tan solo al decir algunas palabras, pero hay poder cuando esas palabras se creen desde el corazón. No hay forma en que una persona pueda tener la fe para maldecir a alguien y dañarlo, porque la fe es la certeza de lo que no se ve (Hebreos 11.1), y la fe sólo viene al escuchar la palabra de Dios (Romanos 10:17). Una persona puede tener la esperanza de que la maldición sobre alguien le traiga una desgracia, pero nunca podrá creer completamente, porque Dios no ha dado una promesa en su Palabra en donde se pueda afirmar la efectividad de una maldición.

La única excepción de esto sería si Dios le da a alguien, “el don de fe” junto con “el don de profecía” (dos de los nueve dones del Espíritu), lo cual se exprese en forma de bendición o maldición, como lo vemos en varios casos en el Antiguo Testamento (ver Génesis 27:27-29; 38-41; 49:1-27; Josué 6:26 junto con 1 Reyes 16:34; Jueces 9:7-20, 57; 2 Reyes 2:23-24). Aún en estos casos, las bendiciones o maldiciones se originaron de parte de Dios, no de ningún hombre. Por esto, la idea de que una persona pueda enviar una maldición sobre otra es una superstición. Por esto es que Jesús no nos instruyó para “romper maldiciones que hayan sido enviadas sobre nosotros”, sino más bien para “bendecir a aquellos que nos maldicen”. No debemos temer a las maldiciones que una persona nos envíe. Temer a las maldiciones es tener falta de fe en Dios. Desafortunadamente, he conocido pastores todo el tiempo que parecen tener más fe en el poder de Satanás que en el poder de Dios. Aunque yo viajo por diferentes países del mundo cada mes haciendo daño al reino de las tinieblas, no le temo a Satanás en nada ni a sus maldiciones. No hay razón para temer.

 

Las Puertas del Hades

(Hades' Gates)

Con relación al verdadero significado de esta metáfora, puedes ver que en este pasaje, Jesús no mencionó ningún espíritu inmundo. Lo más cercano a esto que Él mencionó fue las puertas del Hades, las cuales son por supuesto simbólicas, pues no hay forma en que unas puertas del Hades en forma literal puedan hacer algo en contra de la iglesia.

¿Qué representan las puertas del Hades? Tal vez son símbolo del poder de Satanás, y Jesús quería decir que el poder de Satanás no detendría el crecimiento de la iglesia. O tal vez, Jesús quería decir que la iglesia que construiría salvaría a la gente de no ser prisionera tras las puertas del Hades.

Note que Jesús realmente hizo referencia a dos tipos de puertas: las puertas del Hades, y las puertas del Cielo cuando hablaba de darle las “llaves del reino” de los cielos a Pedro. Esto también apoya la idea de que lo que Jesús dijo acerca de las puertas del Hades es una representación del trabajo de la iglesia acerca de salvar a la gente para que no vayan al Hades.

Aun si Jesús quería decir que “todo el poder de Satanás no detendría la iglesia”, no podemos concluir que sus comentarios acerca de atar y desatar son instrucciones acerca de lo que debemos hacer con los espíritus malvados en las ciudades, por la simple razón de que no podemos encontrar ejemplos en los evangelios o en el libro de los Hechos de alguien atando espíritus malvados sobre las ciudades, y tampoco encontramos ningún ejemplo de esto en las epístolas. Sin embargo, si interpretamos las palabras de Jesús acerca de atar y desatar debe hacerse contextualmente con el resto del Nuevo Testamento.

Con la ausencia de ejemplos en la Escritura, es increíble como algunas veces los cristianos dicen cosas tales como, “yo até al diablo en el nombre de Jesús”, o, “yo desaté un ángel sobre esta persona” y otros más. Nadie dice cosas tales como estas en el Nuevo Testamento. El énfasis en los Hechos y en las epístolas no está en atar o desatar al diablo, sino en predicar el evangelio y orar a Dios. Por ejemplo, cuando Pablo estaba siendo abofeteado por un mensajero (literalmente, ángel) de Satanás, él no lo trató de atar. Él oró a Dios al respecto (ver 2 Corintios 12:7-10).

 

Llevando las Parábolas muy Lejos

(Pushing Parables Too Far)

El añadir más significado a la Biblia de lo que Dios quiere decir es un error que los cristianos con frecuencia hacen cuando leen los pasajes que contienen lenguaje metafórico. Un ejemplo clásico de un lenguaje metafórico mal interpretado, lo vemos en la forma en que muchos interpretan las palabras de Pablo “destrucción de fortalezas”:

“Aunque andamos en la carne, no militamos según la carne, porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta” (2 Corintios 10:3-6).

Hay otras versiones de la Biblia que no dicen “destrucción de fortalezas” sino “destruyendo especulaciones” (Biblia de las Américas, por ejemplo). De esta frase metafórica, prácticamente se ha creado toda una teología que defiende la idea de hacer guerra espiritual para destruir fortalezas que consisten en los espíritus malvados de la atmósfera. Pero como dice la nueva versión estándar americana de la Biblia y la Biblia en inglés King James, Pablo está hablando no de espíritus malvados en la atmósfera, sino de fortalezas de creencias falsas que existen en la mente de las personas. Las especulaciones era lo que Pablo estaba destruyendo, no los espíritus malvados en los lugares altos.

Esto se hace más claro cuando leemos contextualmente. Pablo dice, “para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo (énfasis agregado). La batalla de la que Pablo escribe simbólicamente es una batalla en contra de los pensamientos, o ideas contrarias al conocimiento de Dios.

Usando metáforas militares, Pablo explica que estamos en una batalla, una batalla por las mentes de la gente que han creído en las mentiras de Satanás. Nuestra arma principal en esta batalla es la verdad, por la cual se nos ha encomendado ir a todo el mundo y predicar el evangelio, invadiendo el territorio enemigo con un mensaje que puede liberar a los cautivos. Las fortalezas que estamos destruyendo se han construido con ladrillos de mentiras unidos con la mezcla del engaño.

Las Llaves del Cielo

(And Now, Binding and Loosing)

Veamos el contexto inmediato de las palabras de Jesús acerca de atar y desatar. Note que inmediatamente antes de que mencionara las palabras atar o desatar, Jesús dijo que le daría a Pedro “las llaves del reino de los cielos”. Hablando literalmente, a Pedro nunca se le dieron llaves del cielo, y por esto las palabras de Jesús se deben tomar en forma figurativa. ¿Qué representan las “llaves”? Las llaves representan el medio para tener acceso a algo que está cerrado y asegurado. Alguien que tiene unas llaves tiene acceso a lugares que otros no tienen para abrir ciertas puertas.

Mientras consideramos el ministerio de Pedro encontrado en el libro de los Hechos, ¿Qué podemos ver en su ministerio para compararlo con abrir puertas que están cerradas para otros?

Primeramente, le encontramos proclamando el evangelio, el evangelio que abre las puertas del cielo para los que creen (y el evangelio que cierra las puertas del Hades). En ese caso, a todos nosotros se nos ha dado las llaves del reino de los cielos, pues somos los embajadores de Cristo. Las llaves del reino de los cielos pueden referirse únicamente al evangelio de Cristo, el mensaje que abre las puertas de los cielos.