“Ten Cuidado Con lo que Escuchas”

("Take Care What You Listen To")

No podemos detener el hecho de que Satanás y sus demonios ataquen nuestras mentes, pero no debemos permitir que sus pensamientos se conviertan en nuestros pensamientos. Por esto es que no debemos entretenernos con ideas demoníacas ni sugerencias, tomando posesión de ellas. Como se ha dicho, “No podemos impedir que las aves vuelen sobre nuestra cabeza, pero sí podemos impedir que hagan nido en nuestra cabeza”.

Aún más, debemos ser cuidadosos de no sujetar nuestra mente a influencias malignas en tanto esté a nuestro alcance. Cuando nos sentamos en frente del televisor por una hora, o leemos el periódico, le estamos dando la bienvenida a pensamientos que pueden provenir de Satanás. Después de que Jesús expuso la parábola del sembrador, Él dijo, “prestad atención a lo que oís” (Marcos 4:24). Jesús conocía los efectos destructivos de escuchar mentiras, cuando le permitimos a Satanás que plante sus “semillas” en nuestros corazones y mentes. Esas semillas pueden convertirse en “espinos” que, en última instancia, ahogarán la Palabra de Dios en nuestras vidas (ver Marcos 4:7, 18-19).

Y Ahora, Atar y Desatar

(And Now, Binding and Loosing)

Finalmente, después de prometer a Pedro que le daría las llaves del reino de los cielos, Jesús habló acerca de atar y desatar, su quinta expresión figurativa en el pasaje que estamos considerando.

Dentro del contexto de esta declaración que ya hemos examinado, ¿Qué era lo que Jesús quería decir? ¿Cómo se aplica la frase de atar y desatar en relación con Jesús construyendo la iglesia, salvar a la gente de ir al Hades, y proclamar el evangelio?

Existe únicamente una posibilidad. Jesús simplemente quería decir, “Yo te autorizo como representante del cielo. Ejerce tu responsabilidad sobre la tierra, y el cielo te respaldará”.

Si un jefe de ventas le dice a su vendedor, “cualquier cosa que hagas en otro país será hecho también en la oficina central” ¿Cómo interpretaría el vendedor las palabras de su jefe? Él puede pensar que fue autorizado a representar a su oficina en ese país. Todo lo que Jesús quería decir era que Pedro, en la tierra, estaba autorizado para representar a Dios en el cielo. Esta promesa para Pedro fue un apoyo para su confianza a la hora en que él comenzó a proclamar el evangelio bajo la crítica de los fariseos y escribas, personas que pensaban que ellos eran los autorizados de Dios para ser sus representantes, y a quienes tiempo atrás, Pedro también había reverenciado.

Esta interpretación en particular de las palabras de Jesús armoniza con su segundo uso de la misma expresión, encontrada dos capítulos después del primer pasaje en el evangelio de Mateo:

“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo estando tú y él solos; si te oye, has ganado a tu hermano. Pero si no te oye, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oye a ellos, dilo a la iglesia, y si no oye a la iglesia, tenlo por gentil y publicano. De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra será desatado en el cielo. Otra vez os digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en el cielo, porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:15-20, énfasis agregado).

En este segundo pasaje que menciona el atar y desatar no hay nada en absoluto en el texto que nos lleve a creer que Jesús estaba hablando de atar o desatar espíritus malignos. Aquí Jesús habló de atar y desatar directamente después de hablar de la disciplina de la iglesia.

Esto pareciera indicar que en referencia a atar y desatar en este pasaje, Jesús quería dar a entender algo como, “te doy la responsabilidad de determinar quién debe estar en la iglesia y quién no. Es tu trabajo. Mientras cumples con tu responsabilidad, el cielo te respaldará”.

En una aplicación más amplia, Jesús simplemente estaba diciendo, “Tú estás autorizado en la tierra para ser representante del cielo. Tú tienes responsabilidades, y mientras cumples con tus responsabilidades sobre la tierra, el cielo siempre te apoyará”.

Resumen

(In Summary)

El ministro que hace discípulos enseña con su ejemplo y con sus palabras la guerra espiritual bíblica, para que sus discípulos puedan estar firmes contra las maquinaciones del diablo y puedan caminar en obediencia a los mandamientos de Cristo. Él no le enseña a los discípulos a seguir los modernos “vientos de doctrinas” que promueven métodos no bíblicos de guerra espiritual, sabiendo que aquellos que practican tales métodos están confundidos y engañados por Satanás, al cual piensan que están derrotando.

Santiago en la Guerra Espiritual

(James on Spiritual Warfare)

El apóstol Santiago también mencionó algo acerca de la guerra espiritual en su epístola. ¿Le dijo Santiago a los cristianos que sus oraciones podían determinar el resultado de las batallas angélicas? No, ¿Les dijo a los cristianos que derribaran espíritus de lujuria, apatía, y borrachera sobre las ciudades? No, ¿Le dijo que estudiaran la historia de sus ciudades para que pudieran determinar qué clase de espíritus malvados han estado desde el principio? No.

Santiago creía en la guerra espiritual bíblica, y por esto escribió:

“Someteos, pues a Dios, resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7, énfasis agregado).

Note una vez más que los cristianos están a la defensiva, nosotros resistimos, no atacamos. Cuando lo hacemos, Santiago nos promete que Satanás huirá. No hay razón para que él se quede cerca de un cristiano que no es seducido por sus mentiras, sugerencias y que no cede a sus tentaciones.

Note también que Santiago primeramente nos instruyó para que nos sometiéramos a Dios y a su Palabra. Nuestra resistencia ante Satanás se consolida al someternos a la Palabra de Dios.

Pies Firmes en el Calzado del Evangelio

(Firm Footing in Gospel Shoes)

“Y calzados los pies con el celo por anunciar el evangelio de la paz” (Efesios 6:15).

El saber, creer y actuar en la verdad del evangelio, nos proporciona pies firmes para sostenernos en contra de los ataques de Satanás. Los zapatos de los soldados romanos tenían púas en la suela y esto les daba un agarre firme en el campo de batalla. Cuando Jesús es nuestro Señor, tenemos pies firmes en contra de las mentiras de Satanás.

“Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno” (Efesios 6:16).

Note de nuevo el énfasis de Pablo aquí en nuestra postura defensiva. No está hablando acerca de sacar demonios de las ciudades. Pablo está hablando acerca de usar nuestra fe en la Palabra de Dios para resistir las mentiras del enemigo. Cuando creemos y actuamos en lo que Dios ha dicho, es igual que tener un escudo que nos protege de las mentiras de Satanás, representadas figurativamente como “dardos de fuego del maligno”.

¿Qué Acerca de “Atar en la Tierra y en el Cielo”?

(What About "Binding on Earth and in Heaven"?)

Sólo dos veces en los evangelios encontramos las palabras de Jesús, “lo que ates en la tierra será [o ha sido] atado en el cielo y lo que desates en la tierra será [o ha sido] desatado en el cielo”. Ambos ejemplos se encuentran en el evangelio de Mateo.

¿Estaba Jesús enseñándonos que nosotros podemos y debemos “atar” demonios en la atmósfera?

Primero, consideremos sus palabras atar y desatar. El uso de estas palabras es obviamente figurativo, pues no quería decir que sus seguidores tenían que tomar cuerdas físicas y literalmente atar o desatar cualquier cosa que se podía atar con cuerdas físicas. ¿Entonces, qué quería decir Jesús?

Para la respuesta, debemos examinar el uso de las palabras atar y desatar dentro de su contexto para saber qué era lo que estaba diciendo. ¿Estaba hablando Jesús de espíritus malvados? Si es así, debemos concluir que sus palabras acerca de atar se refieren a espíritus malignos.

Examinemos el primer pasaje donde Jesús menciona estas palabras:

“Él [Jesús] les preguntó: y vosotros, ¿Quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no la dominarán. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos: todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos” (Mateo 16:15-19, énfasis agregado).

No hay duda de que la razón por la que este pasaje se ha interpretado en muchas formas es que contiene por lo menos cinco expresiones metafóricas: (1) “Sangre y carne”, (2) “roca”, (3) “puertas del Hades”, (4) “llaves del reino de los cielos”, (5) “atar y desatar”. Todas estas expresiones son figurativas, y hablan de otra cosa.

Pedro en La Guerra Espiritual

(Peter on Spiritual Warfare)

El apóstol Pedro entendía la verdadera guerra espiritual bíblica. Nunca en sus epístolas instruyó a los cristianos para que derribaran principados y potestades sobre ciudades. Sin embargo, les instruyó a resistir a Satanás y a sus ataques en contra de sus vidas personales, y les dijo exactamente cómo debían resistir:

“Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. Resistidlo firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo” (1 Pedro 5:8-9).

Note primeramente que Pedro indicó nuestra posición defensiva, y no ofensiva. Satanás es el que anda acechando, no nosotros. Él nos está buscando, no nosotros a él. Nuestro trabajo no es atacar sino resistir.

Segundo, note que Satanás, como un león, busca a quién devorar. ¿Cómo puede devorar a los cristianos? ¿Quería Pedro decir que Satanás podía literalmente comer su carne como un león lo hace? Obviamente no. La única forma en que Satanás puede devorar a los cristianos es engañándolos y haciéndolos creer en una mentira que destruirá su fe.

Tercero, note que Pedro nos dice que resistamos al diablo por medio de la fe. Nuestra pelea no es una batalla física, y no podemos ganarle a Satanás lanzando nuestro puño al aire. Él nos ataca con mentiras, y resistimos esas mentiras al mantenernos firmes en la fe en la Palabra de Dios. De nuevo, esto es guerra espiritual.

Los cristianos a quien Pedro les escribía sufrían una persecución severa, y por esto se veían tentados a renunciar a su fe en Cristo. Frecuentemente cuando estamos en medio de una adversidad, Satanás nos ataca con más fuerza, con dudas y mentiras. En este momento, debes mantenerte firme en la fe. Este es “el día malo” del que Pablo escribió cuando es necesario vestirse “de toda la armadura de Dios, para que puedan estar firmes contra las acechanzas del diablo” (Efesios 6:11, énfasis agregado).

Pero, ¿No Dijo Jesús que “Atáramos al Hombre Fuerte”?

(But Didn't Jesus Instruct Us to "Bind the Strong Man"?)

Tres veces en los evangelios podemos encontrar las palabras de Jesús, “atando al hombre fuerte”. Sin embargo, en ninguno de esos casos Jesús dijo que “atar al hombre fuerte” era algo que sus seguidores debían practicar. Examinemos exactamente lo que Jesús dijo, y leámoslo contextualmente:

“Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Belcebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios. Y habiéndolos llamado, les hablaba en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás? Si un reino está divido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer. Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer. Y si Satanás se levanta contra sí mismo y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado a su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no lo ata; solamente así podrá saquear su casa. De cierto os digo que todos los pecados y las blasfemias, cualquiera que sean, les serán perdonados a los hijos de los hombres; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. Es que ellos habían dicho: tiene espíritu impuro” (Marcos 3:22-30, énfasis agregado).

Note que Jesús no le enseñaba a sus seguidores a atar al hombre fuerte. Al contrario, Él estaba respondiendo a la crítica de los escribas de Jerusalén con lógica inexpugnable y una clara metáfora.

Ellos lo acusaban de echar fuera demonios usando poder demoníaco. Él respondió que Satanás sería tonto si trabajara en contra de sí mismo. Nadie inteligentemente puede oponerse a esto.

¿Si no fue el poder de Satanás lo que Jesús usó para sacar fuera demonios, entonces cual poder usó? Tenía que ser un poder más fuerte que el de Satanás. Tenía que ser el poder de Dios, el poder del Espíritu Santo. Por esto Jesús habló metafóricamente de Satanás, comparándolo con un hombre fuerte que guarda sus posesiones. El único capaz de tomar las posesiones del hombre fuerte tenía que ser alguien más poderoso, esto es Jesús mismo. Esta era la explicación verdadera de cómo Jesús sacaba demonios.

Este pasaje que menciona al hombre fuerte, como lo hacen pasajes similares en Mateo y Lucas, no justifica la teoría de que tenemos que “atar a los hombres fuertes” en las ciudades. Además, cuando examinamos el resto del Nuevo Testamento, no encontramos ejemplos de nadie “atando a hombres fuertes” en las ciudades, o instrucciones para que alguien lo hiciera. Podemos concluir con certeza que no es bíblico para ningún cristiano intentar atar o quitar el poder a un supuesto espíritu maligno conocido como “hombre fuerte” sobre una ciudad o un área geográfica.

Mitos Modernos Acerca de la Guerra Espiritual, Parte 2

(Modern Myths About Spiritual Warfare, Part 2)

Continuamos este capítulo considerando otras enseñanzas populares pero erróneas en relación con Satanás y la guerra espiritual. Al concluir, consideraremos lo que la Escritura realmente dice con respecto a la guerra espiritual que cada creyente debe practicar.

Nuestra Espada Espiritual, La Palabra de Dios

(Our Spiritual Sword—God's Word)

“Tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios” (Efesios 6:17).

La salvación, como la Biblia la describe, incluye el liberarnos de la cautividad de Satanás. Dios nos ha “librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:13). Saber esto es como tener un yelmo que guarda nuestras mentes para no creer en la mentira que afirma que aún estamos bajo el dominio de Satanás. Satanás ya no es nuestro amo, Jesús lo es.

Además, tenemos que tomar “la espada del Espíritu” la cual Pablo usa figurativamente para referirse a la Palabra de Dios. Como ya lo mencioné, Jesús era el perfecto ejemplo de un guerrero espiritual que sabía usar su espada espiritual. Durante su tentación en el desierto, Jesús le respondía a Satanás citando directamente la Palabra de Dios. Así que, si tenemos que enfrentarnos al diablo en una batalla espiritual, tenemos que creer y saber lo que Dios ha dicho, pues de otro modo caeremos en las mentiras de Satanás.

También note que Jesús usó “la espada del Espíritu” en una forma defensiva. Algunos tratan de explicar a personas como yo, que sostenemos que la armadura de Dios se usa primeramente para la defensa, su teoría acerca de que la espada es un arma definitivamente ofensiva. Por esto, con un argumento muy pobre, ellos tratan de justificar su teoría al decir que este pasaje de Efesios 6:10-12 se aplica a nuestra supuesta responsabilidad de “destruir fortalezas” de espíritus malvados en lugares celestes en una forma ofensiva.

Obviamente, al leer la razón por la que Pablo escribió el porqué los cristianos deben usar la armadura de Dios (para que “estén firmes en contra de las asechanzas del enemigo”), entendemos que él está hablando primeramente de un uso defensivo de la armadura. Aún más, aunque la espada puede ser un arma ofensiva, también puede ser usada para defenderse, pues nos protege de los ataques de la espada de nuestro oponente.

Además, debemos ser cuidadosos de no forzar toda la metáfora, al querer extraer significados de las varias partes de la armadura que realmente no existen. Cuando empezamos a discutir acerca de la naturaleza defensiva y ofensiva de la espada, estamos “llevando la parábola muy lejos”, fragmentando una simple metáfora que no era necesario desmenuzar de esa manera.