La Culpa de los Incrédulos

(The Guilt of the Unbelieving)

Una prueba más acerca de que Dios hace a la gente sentirse culpable aunque nunca hayan escuchado a un evangelista cristiano, es el hecho de que Dios los juzga activamente. Si Dios no los responsabilizara por sus pecados, no los castigaría. Sin embargo, debido a que Dios los castiga podemos asegurar que Él los considera culpables, y si eso es así, estas personas deben saber que lo que hacen no complace a Dios.

Una manera en que Dios castiga a aquellos que se resisten a su llamado de arrepentimiento es “entregándolos” a sus deseos pecaminosos con lo cual se convierten en esclavos de su pecado y su degradación es más profunda. Pablo escribió:

“Ya que habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias. Al contrario, se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Pretendiendo ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la imagen de Dios incorruptible por la imagen de hombres corruptibles, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.

Por lo cual, también los entregó a la inmundicia, en los apetitos de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

Por eso, Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues aun sus mujeres cambiaron sus relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. Del mismo modo también los hombres, dejando la relación natural con la mujer, se encendieron en lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.

Como ellos no quisieron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para hacer cosas que no deben hacer. Están atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y perversidades. Son murmuradores, calumniadores, enemigos de Dios, injuriosos, soberbios, vanidosos, inventores de maldad, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia. Esos, aunque conocen el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo hacen, sino que también se complacen con los que las practican” (Romanos 1:21-32, énfasis agregado).

Note como Pablo enfatizó el hecho de la culpa humana y de la responsabilidad ante Dios. Los no regenerados “conocieron a Dios”, pero “no lo honraron como a Dios, ni le dieron gracias”. “Cambiaron la verdad de Dios por la mentira” así que ellos conocían la verdad de Dios. Por esto Dios “los entregó” a una degradación tal que llegaron a hacer las cosas más pervertidas y antinaturales, en tanto se esclavizaban más al pecado. De hecho Dios dice, “¿así que quieres servir al pecado y no a mí? Entonces vete. No te detendré, y te volverás progresivamente más esclavo del dios al que amas”.

Supongo que uno debe considerar esta forma de juicio como una indicación de la misericordia de Dios, pues, las personas, al hacerse más esclavas del pecado, se darán cuenta de su error y despertarán. Uno se pregunta por qué los homosexuales no se preguntan a sí mismos, “¿por qué me siento sexualmente atraído a personas de mi mismo sexo con los cuales no puedo tener un relación sexual completa?” Esto es muy raro. En un sentido se puede discutir que Dios verdaderamente permitió que fueran de esa forma (como ellos mismos a menudo argumentan para justificar su perversión), pero sólo en un sentido permisivo, y sólo debido a que Él espera que despierten para que se arrepientan y reciban su maravillosa misericordia.

No sólo los homosexuales deben hacerse esta pregunta. Pablo habló de numerosos pecados que esclavizan a la gente y que son evidencia del juicio de Dios en aquellos que se niegan a servirle. Millones de personas deben cuestionar su comportamiento extraño. “¿Por qué odio a mi propia familia? ¿Por qué encuentro satisfacción en la murmuración? ¿Por qué nunca estoy satisfecho con lo que tengo? ¿Por qué me siento atraído a mirar pornografía cada vez más explícita?” Dios los ha entregado para que sean esclavos de su dios.

Por supuesto, que cualquiera en cualquier punto puede suavizar su corazón, arrepentirse y creer en Jesús. Algunos de los pecadores más duros en la tierra lo han hecho, y Dios los ha limpiado y liberado de sus pecados. Mientras que la gente respire, Dios todavía les da la oportunidad de arrepentirse.

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Capítulo Treinta y Tres – Secretos del Evangelismo » La Culpa de los Incrédulos

Otros Medios por los Que Dios Habla

(Another Means by Which God Speaks)

En relación con estas revelaciones externas e internas, existe otra revelación interna, dada por Dios, y una que no depende de la exposición de la persona a los milagros de la creación. Esta revelación es la conciencia de cada persona, una voz que continuamente revela la ley de Dios. Pablo escribió,

“Cuando los gentiles que no tienen la Ley hacen por naturaleza lo que es de la Ley, estos, aunque no tengan la Ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la Ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia y acusándolos o defendiéndolos sus razonamientos en el día en que Dios juzgará por medio de Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio” (Romanos 2:14-16).

Por esto, cada uno conoce lo que es malo. O para decirlo más fuertemente, cada uno conoce lo que complace a Dios y lo que no le complace, y Él responsabilizará a cada persona en el día del juicio por hacer lo que no le complace. Conforme la gente crece, ciertamente se hace más propensa a justificar su pecado e ignorar la voz de su conciencia, pero Dios nunca deja de hablar su ley dentro de ellos.

En Resumen

(In Summary)

Dios hace la mayor parte del trabajo para establecer el Reino de los Cielos. Nuestra responsabilidad es cooperar inteligentemente con Él.

Todos los creyentes deben vivir santamente y en obediencia para llamar la atención de aquellos que están en tinieblas, y deben estar listos siempre para dar la defensa de la esperanza que está en ellos.

Dios está siempre trabajando para motivar a todas las personas a suavizar los corazones y arrepentirse, continuamente hablando a través de su creación, de su conciencia, en las calamidades, y algunas veces por medio del llamado del evangelio.

Los pecadores saben que están desobedeciendo a Dios, y que deben dar cuentas a Él, aun si no han escuchado el evangelio. Su pecado es evidencia de la oscuridad y dureza de su corazón. Su degradación en aumento y su esclavitud al pecado es una indicación de la ira de Dios hacia ellos.

La gente religiosa no está necesariamente buscando la verdad. Están más que todo buscando cómo justificar sus pecados a través de las mentiras de su religión.

Dios conoce la condición del corazón de cada persona. Aunque nos puede guiar a proclamar el evangelio a aquellos que no son receptivos, es más probable que nos guíe a predicar el evangelio a aquellos que son receptivos.

Mientras Dios trabaja para suavizar el corazón de las personas por medio de los sufrimientos, debemos aprovechar estas oportunidades para proclamar el evangelio.

Dios quiere que llevemos al mundo el evangelio, pero quiere que sigamos al Espíritu Santo para llevar a cabo su gran comisión, como se nos enseña en el libro de los Hechos.

Dios se revelará a aquellos que lo busquen sinceramente.

Dios quiere que nuestro mensaje esté de acuerdo con su mensaje.

Un día habrá representaciones de cada grupo étnico adorando a Dios ante su trono, y todos debemos hacer nuestra parte para cooperar con Dios para llegar a ese fin. Por esto todo el pueblo de Dios debe mostrar el amor de Cristo a todos los miembros de algún grupo étnico que encuentre. Puede ser que Dios envíe a algunos de sus siervos a un grupo específico de gente de diferentes culturas, enviando y apoyando misioneros, o enviándolos a ellos mismos. Aquellos que son enviados deben hacer discípulos, probando que ellos mismos son ¡Ministros que hacen discípulos!

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Capítulo Treinta y Tres – Secretos del Evangelismo » En Resumen

“Ganar el Mundo para Cristo”

("Winning the World For Christ")

Es interesante que cuando leemos el Nuevo Testamento y sus epístolas no encontramos ningún ruego vehemente (como a menudo lo vemos hoy en día) para que los creyentes “salgan de donde están y alcancen el mundo para Cristo”. Los cristianos primitivos y sus líderes se dieron cuenta de que Dios estaba trabajando con gran esfuerzo para redimir el mundo, y el trabajo de ellos era cooperar con Él y dejar que les guiara. Si alguien sabía esto, era el apóstol Pablo a quien nadie “encaminó al Señor”. Al contrario él fue convertido directamente por Dios en su viaje a Damasco. Y a través del libro de los Hechos encontramos la expansión de la iglesia gracias a aquellos que ungidos y guiados por el Espíritu Santo, cooperaban con Él en la obra. El Libro de los Hechos, aunque se conoce como los Hechos de los apóstoles, debería conocerse como “Los Hechos de Dios”. En la introducción del libro de los Hechos escrita por Lucas, él dice: “en mi primer escrito, (el evangelio que lleva su nombre), me referí a todas las cosas que Jesús hizo y enseñó” (Hechos 1:1). Obviamente, Lucas creía que el libro de los Hechos era un libro de lo que Jesús continuaba enseñando y haciendo. Él trabajó por medio de siervos llenos y guiados por el Espíritu Santo que cooperaban con Él.

Si lo cristianos primitivos no fueron motivados para que “salieran de donde estaban y testificaran a los vecinos y ayudaran a ganar el mundo para Cristo”, ¿cuál era entonces su llamado específico y responsabilidad en relación con la expansión del Reino de Dios? Aquellos que no eran específicamente llamados y dotados para proclamar el evangelio públicamente (como los apóstoles y evangelistas) estaban llamados a vivir en obediencia y en santidad, y a estar listos y a la defensiva cuando alguien los cuestionaba con algo. Por ejemplo, Pedro escribió:

“Pero también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os inquietéis. Al contrario santificad a Dios el Señor en vuestros corazones y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros. Tened buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo” (1 Pedro 3:14-16).

Note que los cristianos a los que Pedro escribió sufrían persecución. Sin embargo, si los cristianos no fueran diferentes al mundo, el mundo (por supuesto) no los perseguiría. Esta es una de las razones del porqué hay tan poca persecución de cristianos en algunas partes hoy en día, debido a que algunos llamados cristianos no son diferentes del mundo. No son realmente cristianos del todo, y por eso no se les persigue. A muchos de estos cristianos se les exhorta los domingos para que “compartan su fe con sus vecinos”. Cuando estos cristianos testifican a sus vecinos, sus vecinos de sorprenden al saber que estas personas son (supuestamente) nacidas de nuevo. Aún peor, las “buenas nuevas” del evangelio que ellos comparten es decirles a los vecinos que las buenas obras y la obediencia a Dios no tienen nada que ver con su salvación. Lo único que les importa es que ellos “acepten a Jesús en su corazón como salvador”.

En contraste con lo anterior, los cristianos primitivos (de los cuales Jesús era verdaderamente su Señor), sobresalieron como luz en las tinieblas, y no tuvieron que tomar clases para testificar y llenarse de valor para decirles a sus vecinos que eran cristianos. Tenían muchas oportunidades para compartir el evangelio cuando se les cuestionaba o injuriaba por su justicia. Sólo necesitaban tener a Jesús como su Señor y estar a la defensiva, tal como Pedro les había dicho.

Quizás la primera diferencia entre los cristianos primitivos y los cristianos modernos es esta: los cristianos modernos piensan que son clasificados por lo que saben y creen, lo que llamamos “doctrina” y nos enfocamos en aprenderla. En contraste, los cristianos primitivos creían que un cristiano se conocía por lo que hacía y por esto su enfoque estaba en la obediencia a Cristo y sus mandamientos. Es interesante saber que ningún cristiano durante los primeros catorce siglos después de Cristo disfrutó de una Biblia personal, por lo cual les era imposible leer la Biblia todos los días. Sin embargo, esto ha sido una de las reglas primordiales entre los cristianos modernos. No estoy diciendo que los cristianos modernos no deben leer la Biblia todos los días. Sólo estoy diciendo que para algunos es más importante estudiar la Biblia que obedecerla. Últimamente nos preocupamos por tener la doctrina correcta (y nos oponemos a los miembros de las otras 29, 999 denominaciones que no están a nuestro nivel) mas todavía murmuramos, mentimos y nos hacemos tesoros en la tierra.

Si esperamos suavizar el corazón de las personas para que sean más receptivas al evangelio, debemos hacerlo por medio de nuestros hechos y no de nuestras doctrinas.

El Porqué la gente es Religiosa

(Why People Are Religious)

El hecho es que la mayoría de aquellos que practican religiones falsas no están buscando la verdad sinceramente. Al contrario, son religiosos que sólo están buscando una justificación o algo que cubra sus pecados. Debido a que continuamente violan sus conciencias, se esconden bajo la religión. Pero por su religiosidad, se han convencido a sí mismos de que no son dignos del infierno. Esto también es cierto para los “cristianos” religiosos (incluyendo a los cristianos que hablan de la gracia erróneamente) como lo es para los budistas, los musulmanes e hindúes. Aunque practican sus religiones, sus conciencias aún los condenan.

Cuando los budistas se inclinan con reverencia ante sus ídolos o ante los monjes que se sientan orgullosamente ante ellos, sus conciencias les dicen que están obrando mal. Cuando el hindú justifica su falta de compasión por un pordiosero enfermo en la calle, creyendo que la enfermedad de éste se debe a pecados cometidos en su vida pasada, su conciencia le condena. Cuando un musulmán extremista destruye a un “infiel” en nombre de “Alá”, su conciencia le grita por su hipocresía asesina. Cuando el falso “cristiano” hace tesoros en la tierra, ve pornografía en la televisión, y murmura de sus hermanos creyentes, confiando en que la gracia le salvará, su corazón le condena. Todos estos son ejemplos de gente que quiere seguir pecando y que ha encontrado mentiras religiosas para poder seguir pecando. La “justicia” de la gente religiosa no regenerada está muy pero muy lejos de las expectativas de Dios.

Todo esto es para decir que Dios no considera que la gente que sigue falsas religiones, sean ignorantes y que haya que tener piedad de ellos porque nunca han escuchado la verdad. Ni la culpa de su ignorancia se debe a la incompetencia de la iglesia por no tener un buen sistema de evangelismo.

De nuevo, aunque sabemos que Dios quiere que la iglesia predique el evangelio alrededor del mundo, debemos ser guiados por su Espíritu para ir donde “la cosecha está lista” (ver Juan 4:35), donde la gente es receptiva debido a que han suavizado sus corazones ante el incesante esfuerzo de Dios por alcanzarlos.

Una Máxima para Recordar

(A Maxim to Remember)

John Wesley, fundador del movimiento metodista de la iglesia en Inglaterra, creó una gran expresión de acuerdo a la perspectiva apropiada del dinero. Ésta es, “Has todo el dinero que puedas; ahorra lo que puedas; y da todo lo que puedas”.

Esto quiere decir que los cristianos deben primeramente trabajar duro, usando las habilidades y oportunidades dadas por Dios para hacer dinero, cuidando que sea en forma honesta sin violar ninguno de los mandamientos de Cristo.

Segundo, deben vivir frugalmente y en forma simple, gastando tan poco como sea posible para ahorrar todo lo que puedan.

Finalmente, habiendo seguido los primeros dos pasos, deben dar todo lo que puedan, no sólo el diez por ciento, sino negándose a sí mismos tanto como sea posible para que las viudas y los huérfanos puedan ser alimentados y para que el evangelio sea proclamado por todo el mundo.

La iglesia primitiva en el Nuevo Testamento ciertamente practicaba esta clase de mayordomía compartiendo con el necesitado, lo cual era una norma de vida en esos tiempos. Esos primeros creyentes tomaron en serio el mandamiento de Jesús para sus seguidores que dice “vended lo que poseéis y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega ni polilla destruye, porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (ver Lucas 12:33). Leemos en la narración de Lucas acerca de la iglesia primitiva:

“Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas. Vendían todas sus propiedades y sus bienes y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno….La multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma. Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común…. Y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el producto de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según la necesidad” (Hechos 2:44-45; 4:32-35).

La Escritura también deja claro que la iglesia primitiva alimentó y proveyó para las necesidades de las viudas (ver Hechos 6:1; 1 Timoteo 5:3-10).

Pablo, el gran apóstol, en quien Dios confió para llevar el evangelio a los gentiles, autor de la mayoría de las epístolas del Nuevo Testamento, consideró el ayudar a las necesidades del pobre como parte esencial de su ministerio. Entre las iglesias que fundó, Pablo reunió grandes sumas de dinero para los cristianos pobres (ver Hechos 11:27-30; 24:17; Romanos 15:25-28; 1 Corintios 16:1-4; 2 Corintios 8:9; Gálatas 2:10). Por lo menos diecisiete años después de su conversión Pablo en Jerusalén presentó este evangelio recibido por Pedro, Santiago y Juan. Ninguno de ellos pudo encontrar algo erróneo con el pasaje que él estaba predicando, y recordando esto Pablo en una carta a los Gálatas, escribió, “Solamente nos pidieron que nos acordáramos de los pobres, lo cual también me apresuré a cumplir con diligencia” (Gálatas 2:10). Mostrar compasión por el pobre, en la mente de Pedro, Santiago, Juan y Pablo, estaba en segundo lugar después de la proclamación del evangelio.

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Capítulo Treinta y Dos – La Mayordomía » Una Máxima para Recordar

Dios, el Más Grande Evangelista

(God, the Greatest Evangelist)

Consideremos en más detalle el trabajo de Dios en la expansión de su Reino. Entre más entendamos sus obras, mejor cooperaremos con Él.

Cuando la gente cree en Jesús, es algo que hacen con sus corazones (ver Romanos 10:9-10). Ellos creen en el Señor Jesús y por esto se arrepienten. Ellos destronan su propia voluntad y ponen a Jesús en el trono de su voluntad. Creer involucra un cambio de corazón.

Del mismo modo, cuando la gente no cree en Jesús, es algo que hacen con sus corazones. Ellos resisten a Dios, y no se arrepienten. Por su decisión, ellos mantienen a Jesús fuera del trono de su corazón. La incredulidad involucra una continua decisión de no cambiar el corazón.

Jesús indicó que el corazón de las personas es tan duro que nadie entra en él a menos que sea suavizado por el Padre (ver Juan 6:44). Dios es misericordioso y sigue suavizando el corazón de las personas en muchas formas que tocan el corazón y así las personas deben tomar la decisión de suavizar o endurecer sus corazones.

¿Qué medios usa Dios para tocar el corazón de la gente con la esperanza de atraerlos a Jesús?

Primero, usa su creación, Pablo escribió,

“la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad, porque lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. Porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa. (Romanos 1:18-20, énfasis agregado, versión Biblia de las Américas).

Note que Pablo dice que la gente “restringe la verdad” y que “es evidente dentro de ellos”. Esto quiere decir que la verdad está dentro de ellos y los confronta, pero ellos la detienen y resisten la convicción interna.

¿Exactamente, cuál es la verdad que es evidente a lo interno de cada persona? Pablo dijo que son las verdades de “los atributos invisibles de Dios, su eterno poder y divinidad” reveladas a través de “todo lo creado”. La gente interiormente sabe que Dios existe al ver su creación[1] y que Él es extremadamente poderoso, sorprendentemente creativo e increíblemente inteligente y sabio, para nombrar sólo algunas características.

La conclusión de Pablo es que tal gente “no tiene excusa”, y tiene razón. Dios está continuamente revelándose a cada uno y tratando de suavizar el corazón de las personas, pero la mayoría cierra sus oídos. Sin embargo, Dios nunca deja de buscar a la gente a lo largo de sus vidas, con constantes milagros, a través de las flores, de los bebés, las aves, los copos de nieve, las bananas, las manzanas, y millones de otras cosas.

Si Dios existe y Él es tan grande como su creación, entonces naturalmente, debe ser obedecido. Esta revelación interna nos da un mensaje arrollador: ¡arrepiéntete! Por esta razón, Pablo sostiene que cada uno ya ha escuchado el llamado de arrepentimiento de Dios:

“Pero yo pregunto: ¿Acaso no han oído? Antes, bien, por toda la tierra ha salido la voz de ellos y hasta los fines de la tierra sus palabras” (Romanos 10:18).

Pablo estaba realmente hablando de un verso encontrado en el Salmo 19, el cual dice,

“Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje ni palabras ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz y hasta el extremo del mundo sus palabras” (Salmos 19:1-4a, énfasis agregado).

Esto indica de nuevo que Dios está hablando a todos, día y noche, a través de su creación. Si la gente reaccionara correctamente al mensaje de la creación de Dios, inclinarían sus rostros y dirían algo como, “Gran Creador, tú me has creado, e indiscutiblemente me has creado para hacer tu voluntad, así que me someto a ti”.


[1] Esto es lo que la Escritura declara, “el necio dice en su corazón, no hay Dios” (Salmos 14:1). Solo los necios suprimen tan obvia verdad.

 

Otra Torcedura

(Another Twisting)

Este mismo Pasaje es frecuentemente usado en otra forma por los predicadores de la prosperidad con el fin de justificar su doctrina. Ellos dicen que debido a que la ley prometió pobreza a aquellos que no la guardaran (ver Deuteronomio 28:30-31. 33, 38-40, 47-48, 51, 68) y debido a que Pablo escribió que Jesús nos redimió de la maldición de la ley (ver Gálatas 3:13), nosotros, los que estamos en Cristo, hemos sido redimidos de la maldición de la pobreza.

Primero, se puede debatir el hecho de que Pablo estaba pensando en una maldición específica en Deuteronomio 28, cuando él escribió “la maldición de la ley” de la cual Jesús nos redimió. Note que Pablo no dijo que Jesús nos redimió de las maldiciones (plural) de la ley, sino de la maldición (singular) de la ley, quizás queriendo decir que toda la ley era una maldición a aquellos que buscaban salvación al guardarla. Una vez que somos redimidos en Cristo, no cometeremos más el error de tratar de salvarnos a nosotros mismos al guardar la ley, y por esto somos redimidos de la maldición de la ley.

Si Pablo estaba verdaderamente diciendo que Cristo nos redimió de todos los desastres escritos en Deuteronomio 28, por lo cual se nos garantiza la prosperidad material, deberíamos preguntarnos por qué Pablo escribió de sí mismo “hasta el día de hoy padecemos hambre y tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados y no tenemos lugar fijo donde vivir” (ver 1 Corintios 4:11). También debemos preguntarnos por qué Pablo escribió,

“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada? Como está escrito: por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero” (Romanos 8:35-36).

Obviamente, Pablo no hubiera escrito estas palabras si todos los cristianos estuvieran exentos de sufrir persecución, hambre, desnudez, peligro o espada, debido a que Cristo nos ha redimido de la maldición de la ley.

También nos tenemos que preguntar por qué Jesús anticipó la siguiente escena:

“Entonces el rey dirá a los de su derecha: venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me recogisteis, estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuiste a verme. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te recogimos, o desnudo y te vestimos? ¿O Cuando te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Respondiendo el rey les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25: 34-40, énfasis agregado).

Según este pasaje, no hay duda de que algunos creyentes que “son redimidos de la maldición de la ley”, podrían encontrarse en situaciones nada prósperas. Sin embargo, note que en las circunstancias de prueba que Jesús describió, Dios suplió las necesidades de los creyentes que sufrían, y lo hizo por medio de otros creyentes que tenían más de lo que necesitaban. Siempre podemos esperar que Dios supla nuestras necesidades, aun si temporalmente no pareciera así.

Finalmente, aquellos predicadores de la prosperidad que quieren ser tan ricos como Abraham deben sinceramente preguntarse si quieren vivir en una tienda toda su vida sin electricidad ni agua. Aquellos a quien Dios bendijo con cierta cantidad de dinero en el Antiguo Testamento, se esperaba que usaran sus riquezas para la gloria de Dios, compartiendo su abundancia y proveyendo para otros. Esto fue lo que Abraham hizo, al suministrar empleo a cientos de personas que suplieron sus necesidades (ver Génesis 14:14). Job también hizo esto, y también testificó de usar su riqueza para cuidar a las viudas y huérfanos (ver Job 29:12-13, 31: 16-22). Aquellos que tienen habilidades para los negocios deben asegurarse que su tarea principal sea obedecer a Dios y amar a su prójimo como a sí mismo.

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Capítulo Treinta y Dos – La Mayordomía » Otra Torcedura

¿Qué Necesitamos Realmente?

(What Do We Really Need?)

Hay algo más que podemos aprender de la promesa de Jesús en Mateo 6:32-33. Algunas veces tenemos dificultades para distinguir entre lo que necesitamos y lo que queremos. Sin embargo, Jesús definió lo que son nuestras necesidades. Él dijo, “Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas esas cosas”.

¿Cuáles eran esas cosas a las que Jesús se refería y que pueden ser añadidas si buscamos primeramente el reino de Dios y su justicia? Esas cosas son comida, bebida, y vestimenta. Nadie puede discutir eso, porque fue lo que Jesús expresó antes de la promesa que estamos estudiando (ver Mateo 6:25-31). La comida, la bebida y la vestimenta, son nuestras verdaderas necesidades materiales. De hecho, estas son las únicas cosas que Jesús y su grupo de discípulos viajeros poseían.

Pablo también está de acuerdo con la definición de Jesús acerca de nuestras necesidades, pues escribió en Timoteo:

“Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento, porque nada hemos traído a este mundo y, sin duda, nada podremos sacar. Así que teniendo sustento y abrigo, estemos ya satisfechos; pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y muchas codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición, porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe y fueron atormentados con muchos dolores” (1 Timoteo 6:6-10, énfasis agregado).

Pablo creía que el sustento y el abrigo era todo lo que realmente necesitábamos materialmente, de otra forma, no habría dicho que deberíamos estar satisfechos con esas cosas. Esto nos lleva a una perspectiva diferente de acuerdo a la promesa a los filipenses acerca de que Dios les supliría todas sus necesidades. La forma en que algunos predicadores exponen ese verso, nos lleva a pensar, “Mi Dios suplirá todo lo que quiero”. Además, si debemos estar contentos con sólo sustento y abrigo, debemos estar mucho más contentos con todo lo que realmente tenemos, lo cual para la mayoría de nosotros es mucho más que sólo sustento y abrigo.

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Capítulo Treinta y Dos – La Mayordomía » ¿Qué Necesitamos Realmente?

“La Escritura dice que Jesús se hizo Pobre Para que Nosotros fuéramos Ricos”

("Scripture Says That Jesus Became Poor So That We Could Become Rich")

Verdaderamente, La Biblia dice,

“Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre siendo rico, para que vosotros con su pobreza fuerais enriquecidos” (2 Corintios 8:9).

Se discute que debido a que la Escritura claramente dice que Jesús era materialmente rico en el cielo y vino a ser materialmente pobre en la tierra, entonces era la riqueza material lo que Pablo tenía en mente cuando escribió que sus lectores podrían enriquecerse a través de la pobreza de Cristo. Con seguridad, dicen ellos, que si Pablo estaba hablando de riquezas materiales y de pobreza, en la primera parte del verso, no estaría hablando de riquezas espirituales en la segunda parte del verso.

Sin embargo, si Pablo quería decir que seríamos materialmente ricos por la pobreza de Cristo, tendríamos que preguntarnos por qué escribió tan sólo unos versos después en la misma carta,

“en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y desnudez” (2 Corintios 11:27).

Si Pablo quería decir en 2 Corintios 8:9 que Cristo se hizo pobre para que fuéramos ricos, ciertamente la intención de Cristo no se estaba cumpliendo en la vida de Pablo. Así que obviamente Pablo no quería decir que Jesús fue materialmente pobre para que nosotros fuéramos materialmente ricos en la tierra. Él dijo que nosotros podríamos ser espiritualmente ricos, “ricos para Dios” como Jesús dijo (ver Lucas 12:21), y ricos en el cielo donde están nuestros corazones y tesoros.

¿Será seguro asumir que debido a que Pablo estaba hablando de riquezas materiales en una parte de su oración, entonces no es posible que estuviera hablando de riquezas espirituales en la otra parte de la oración, como los predicadores de la prosperidad dicen? Consideremos las siguientes palabras de Jesús dirigidas a algunos de sus seguidores en la ciudad de Esmirna:

“Yo conozco tus obras, tu tribulación, tu pobreza (aunque eres rico)…” (Apocalipsis 2:9a).

Claramente Jesús estaba hablando de la pobreza material que sus seguidores estaban sufriendo, y tan sólo unas pocas palabras después, Él estaba hablando de riqueza espiritual a los mismos creyentes.