Un Tercer Medio

(A Third Means)

Pero eso no es todo. Dios, el más grande evangelista que obra para traer a todos al arrepentimiento, habla a la gente por otros medios. Una vez más, leamos las palabras de Pablo:

La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” (Romanos 1:18, énfasis agregado).

Note que Pablo dijo que la ira de Dios se revela, no que se revelará en el futuro. La ira de Dios es evidente a todos en cada uno de los eventos trágicos, grandes o pequeños, que plagan a la humanidad. Si Dios es todopoderoso, capaz de hacerlo todo y prevenir todas las cosas, entonces cuando tales eventos golpean a aquellos que ignoran a Dios, eso debe ser una manifestación de su ira. Sólo los teólogos insensibles y los filósofos simples no pueden ver esto. Pero, aun en su ira, Dios muestra su misericordia y amor, pues generalmente Dios manda menos ira de la que la humanidad merece, y esto es sólo una advertencia amorosa sobre la ira eterna que le espera a aquellos que no se arrepienten. Este es otro medio que Dios usa para llamar la atención de la gente que necesita arrepentirse.

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Un Cuarto Medio

(A Fourth Means)

Finalmente, Dios no sólo intenta atraer a la gente por medio de su creación, la conciencia o la calamidad, sino también por el llamado del evangelio. Cuando sus siervos le obedecen y proclaman las buenas nuevas, el mismo mensaje dado por la creación, la conciencia y la calamidad se afirma otra vez: ¡Arrepiéntete!

Puedes ver que lo que hacemos en la evangelización en comparación con lo que Dios hace, no se compara. Él continuamente está evangelizando a toda persona en todo momento, todos los días de su vida, mientras que el más grande evangelista sobre la tierra pueda que se dirija a unos cientos de miles de personas en varias décadas. Y este tipo de evangelista generalmente predica a cierto grupo de gente una vez o por un corto periodo. De hecho, esta única oportunidad es todo lo que se les permite a los evangelistas ofrecer a la gente, debido al mandamiento de Jesús de sacudirse el polvo de sus pies cuando una ciudad, un pueblo o una casa no los reciben (ver Mateo 10:14). Todo esto es para decir que cuando comparamos la manera de evangelizar de Dios vemos que ésta nunca cesa, es universal, y convence, en tanto que nuestra manera de evangelizar es limitada. No existe comparación.

Esta perspectiva nos ayuda a entender mejor nuestra responsabilidad en la evangelización y en la construcción del Reino de Dios. Sin embargo, antes de que consideremos nuestro papel más específicamente, existe otro factor importante que debemos observar.

Como lo dije anteriormente, arrepentirse y creer son cosas que la gente hace con su corazón. Dios desea que cada uno se humille a sí mismo, suavice su corazón, se arrepienta y crea en el Señor Jesús. Con esa meta, Dios continuamente opera en los corazones de la gente en las numerosas formas descritas.

Por supuesto que Dios también conoce la condición del corazón de cada persona. Él conoce cuáles corazones están duros y cuáles están suaves. Él sabe quién escucha sus mensajes que nunca cesan y quién le ignora. Él sabe que algunos corazones se suavizarán con alguna calamidad en sus vidas y se arrepentirán. Él sabe cuáles corazones están tan endurecidos que no tienen esperanza de arrepentimiento. (Por ejemplo, Dios le dijo a Jeremías tres veces que no orara por Israel, porque sus corazones estaban lejos del arrepentimiento; ver Jeremías 7:16; 11:14; 14:11.)[1] Él conoce cuáles corazones están suavizados al punto que sólo necesitan un poco más de convicción del Espíritu para que se arrepientan.

Teniendo todo esto en mente, ¿qué podemos aprender acerca de la responsabilidad de la iglesia para proclamar el evangelio y construir el Reino de Dios?


[1] Más allá de esto, la Escritura enseña que Dios puede endurecer el corazón de aquellos que continúan endureciendo el corazón hacia Él (como el Faraón). Sería tonto pensar que existe esperanza de arrepentimiento para tal gente.

 

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Un Ejemplo Bíblico

(A Scriptural Example)

Primero, parece razonable que Dios, el gran evangelista que hace el 95% del trabajo y que está enviando su mensaje a todos cada día, pudiera probablemente mandar a sus siervos a proclamar el evangelio a aquellos cuyos corazones son más receptivos que a aquellos cuyos corazones no son tan receptivos. Así lo creo yo.

¿También, no pareciera posible que Dios, el gran evangelista que ya ha estado predicado a toda la gente en todo momento de sus vidas, se moleste en enviar el evangelio a aquellos que ignoran completamente todas las cosas que Dios ha dicho por años? ¿Por qué debe desperdiciar sus esfuerzos comunicando a la gente el 5% de lo que Él desea comunicar si, de todos modos, han estado ignorando el 95% de lo que Él deseaba decirles? Yo podría pensar que pareciera que Dios más bien enviaría juicio sobre tal gente esperando que suavicen sus corazones. Si lo hacen y cuando lo hacen, pareciera lógico pensar que Dios enviará a sus siervos para proclamar el evangelio.

Algunos pueden decir que Dios enviará sus siervos a aquellos que sabe que no se arrepentirán para que así no tengan excusa cuando estén en el juicio final. Sin embargo, ten presente que de acuerdo a la Escritura, tal gente ya no tiene ninguna excusa ante Dios debido a que Dios siempre ha estado revelándose a ellos con su creación (ver Romanos 1:20). Por esto, si Dios envía a alguno de sus siervos a tal gente, no es para que se sientan con más responsabilidad, sino para que se sientan totalmente responsables.

Si es un hecho verdadero que es más probable que Dios envíe a sus siervos a la gente más receptiva, entonces nosotros, sus siervos, debemos pedir en oración por su sabiduría para que así podamos ir a aquellos que Dios sabe que ya están listos para la cosecha.

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Secretos del Evangelismo

(Secrets of Evangelism)

Cuando Abraham se preparó para sacrificar a su hijo Isaac, Dios le dio una promesa:

“En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz” (Génesis 22:18).

El apóstol Pablo dice que esta promesa fue dada a Abraham y a su simiente en singular, no simientes en plural, y que la simiente singular era Cristo (ver Gálatas 3:16). En Cristo, todas las naciones, o más específicamente todos los grupos étnicos de la tierra son bendecidos. Esta promesa a Abraham predijo la inclusión de miles de grupos étnicos alrededor del mundo que son bendecidos al estar en Cristo. Estos grupos étnicos son distintos el uno del otro y viven en distintas áreas geográficas, son de diferente raza, conforman diferentes culturas y hablan diferentes idiomas. Dios quiere que todos sean bendecidos en Cristo, por lo cual Jesús murió por los pecados del mundo entero (ver 1 Juan 2:2).

Aunque Jesús dijo que el camino que lleva a la vida es angosto, y pocos lo encuentran (ver Mateo 7:14), el apóstol Juan nos deja una buena razón para creer que habrá representantes de todos los grupos étnicos del mundo en el futuro reino de Dios:

“Después de esto miré, y vi una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Estaban delante del trono y en la presencia del cordero, vestidos de ropas blancas y con palmas en sus manos. Clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono y al Cordero” (Apocalipsis 7:9-10, énfasis agregado).

Así que con gran expectativa los hijos de Dios esperan con gozo unirse algún día a las multitudes multiétnicas ante el trono de Dios.

Muchos estrategas misioneros contemporáneos han puesto mucho énfasis en alcanzar a los miles de grupos étnicos que todavía están “escondidos” en el mundo, con la esperanza de fundar una iglesia en cada lugar de estos. Esto ciertamente es bueno, ya que Jesús nos ordenó ir por todo el mundo y “hacer discípulos a todas las naciones” (o literalmente, grupos étnicos) (ver Mateo 28:19). Sin embargo, los planes de los hombres sin importar si son bien intencionados, si no llevan la guía del Espíritu Santo, a menudo provocan más mal que bien. Es vital que sigamos la sabiduría de Dios para expandir su reino. Él nos dio más información e instrucción en relación a cómo hacer discípulos alrededor del mundo de la que encontramos en Mateo 28:19.

Tal vez el detalle más descuidado para aquellos que quieren llevar a cabo la gran comisión es que Dios es el más grande evangelista de todos, y se supone que debemos trabajar con Él, no para Él. Él tiene más cuidado a la hora de alcanzar al mundo con el evangelio que cualquier cristiano, y trabaja en esto con más diligencia que nadie más. Él era, y es, tan devoto a esta causa que murió por ello, y pensaba en esto desde antes que nos creara y aún sigue siendo su compromiso.

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Sin Excusas

(No Excuses)

De acuerdo con Pablo, los pecadores no tienen excusa. Ellos revelan que saben lo que es bueno y lo que es malo cuando condenan a otros, y por esto son dignos de la condenación de Dios:

“Por eso eres inexcusable, hombre, tú que juzgas, quienquiera que seas, porque al juzgar a otro, te condenas a ti mismo, pues tú que juzgas haces lo mismo. Pero sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según la verdad. Y tú, hombre, que juzgas a los que hacen tales cosas y haces lo mismo, ¿piensas que escaparás el juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia, y generosidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:1-4).

Pablo dice que la razón de la benignidad y paciencia de Dios es el dar a la gente la oportunidad de arrepentirse. Además, como Pablo decía, él reveló que sólo aquellos que se arrepienten y viven vidas santas heredarán el Reino de Dios.

“Pero por tu dureza y tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en hacer el bien, buscan gloria, honra e inmortalidad; pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia. Tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, sobre el judío en primer lugar, y también sobre el griego; en cambio, gloria, honra y paz a todo el que hace lo bueno: al judío en primer lugar y también al griego” (Romanos 2:5-10).

Claramente, Pablo no estaba de acuerdo con aquellos que enseñan que la gente al “aceptar a Jesús como salvador” tienen garantizada la vida eterna. Al contrario, los salvos son aquellos que se arrepienten y perseveran en hacer lo bueno, en buscar la gloria, el honor e inmortalidad.

Pero, ¿No indica esto que la gente puede practicar otras religiones en vez del cristianismo y ser salvos mientras se arrepientan y obedezcan a Dios?

No, no hay salvación sino en Jesús, por un número de razones, una de las cuales es que sólo Jesús puede hacer libre a la gente de su esclavitud al pecado.

Pero si ellos quieren arrepentirse, ¿Cómo sabrán llamar a Jesús si nunca han escuchado de Él?

Dios, que conoce los corazones de la gente, se revelará a quien lo busque sinceramente. Jesús prometió, “buscad y hallaréis” (Mateo 7:7), y Dios espera que todos le busquen (ver Hechos 17:26-27). Cuando Él ve a una persona cuyo corazón está respondiendo a su incesante evangelización, enviará el evangelio a esa persona, como lo hizo con el eunuco y con Cornelio. Dios no está limitado por la participación de la iglesia, como lo comprobó con la conversión de Saulo de Tarso. Si no hay nadie que lleve el evangelio a un buscador sincero, Dios lo hará Él mismo. He escuchado de numerosos testimonios modernos donde las personas en países cerrados a la evangelización han sido convertidas por una visión que tuvieron de Jesús.

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Principio #3

(Principle #3)

Los principios considerados anteriormente en este capítulo también nos ayudan a entender mejor cómo Dios ve a la gente que sigue falsas religiones. ¿Son ellos gente ignorante de la cual hay que tener lástima pues nunca han escuchado la verdad? ¿Se debe culpar a la iglesia por no evangelizar correctamente?

No, esta gente no es ignorante de la verdad. Puede que no sepan todo lo que los cristianos que leen la Biblia saben, pero saben todo lo que Dios les ha estado revelando a través de su creación, su conciencia y las calamidades. Esta es gente a quien Dios ha estado llamando al arrepentimiento toda su vida, aun si nunca han visto a un cristiano o escuchado el evangelio. Además, ellos han suavizado su corazón o endurecido su corazón hacia Dios.

Pablo escribió de la ignorancia de los incrédulos y reveló la razón de su ignorancia:

“Esto, pues digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón. Estos, después de que perdieron toda sensibilidad se entregaron al libertinaje para cometer con avidez toda clase de impureza” (Efesios 4:17-19).

Note que la razón por la que los gentiles eran ignorantes era “por la dureza de su corazón”. Pablo también declaró que ellos se habían vuelto “insensibles”. Por supuesto, él hablaba de la condición de sus corazones. Los callos se desarrollan en las manos de la gente por el contacto con sustancias abrasivas que endurecen la piel suave. La piel con callos se hace menos sensible. De igual manera, mientras la gente siga resistiendo a Dios y a su llamado a través de la creación, la conciencia y las calamidades, sus corazones se encallecen, y estos callos los harán progresivamente menos sensibles al llamado divino. Por esto, las estadísticas indican que las personas se hacen menos receptivas cuando envejecen. La persona avanzada de edad tendrá más dificultad en arrepentirse. Los evangelistas sabios alcanzarán mayormente a la gente joven.

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Capítulo Treinta y Tres – Secretos del Evangelismo » Principio #3

Principio #4

(Principle #4)

Un principio final que podemos aprender de las verdades bíblicas considerado antes en este capítulo es este: si Dios está juzgando activamente a los pecadores con la esperanza de que suavicen sus corazones, debemos esperar que algunos pecadores, después de vivir el juicio de Dios u observar a otros sufrir ese juicio, suavizarán sus corazones. Por esto, después de las calamidades hay oportunidad de alcanzar a la gente que no era posible alcanzar previamente.

Los cristianos deben buscar oportunidades para compartir el evangelio en lugares donde la gente sufre, aquellos que han perdido recientemente a seres amados, por ejemplo, pueden estar más abiertos a lo que Dios tiene para ellos. Cuando yo servía como pastor, yo tomaba siempre la oportunidad de proclamar el evangelio en los funerales, recordando la escritura que dice, “Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete, porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo tendrá presente en su corazón” (Eclesiastés 7:2, énfasis agregado).

Cuando la gente sufre de enfermedad, pérdidas financieras, relaciones rotas, desastres naturales, y muchas otras consecuencias del pecado y de juicios sobre el pecado, deben entender que se trata de una llamada de atención. A través del sufrimiento temporal, Dios está tratando de salvar a los pecadores de su juicio eterno.

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Capítulo Treinta y Tres – Secretos del Evangelismo » Principio #4

Principio #1

(Principle #1)

Primero, parece razonable que Dios, el gran evangelista que hace el 95% del trabajo y que está enviando su mensaje a todos cada día, pudiera probablemente mandar a sus siervos a proclamar el evangelio a aquellos cuyos corazones son más receptivos que a aquellos cuyos corazones no son tan receptivos. Así lo creo yo.

¿También, no pareciera posible que Dios, el gran evangelista que ya ha estado predicado a toda la gente en todo momento de sus vidas, se moleste en enviar el evangelio a aquellos que ignoran completamente todas las cosas que Dios ha dicho por años? ¿Por qué debe desperdiciar sus esfuerzos comunicando a la gente el 5% de lo que Él desea comunicar si, de todos modos, han estado ignorando el 95% de lo que Él deseaba decirles? Yo podría pensar que pareciera que Dios más bien enviaría juicio sobre tal gente esperando que suavicen sus corazones. Si lo hacen y cuando lo hacen, pareciera lógico pensar que Dios enviará a sus siervos para proclamar el evangelio.

Algunos pueden decir que Dios enviará sus siervos a aquellos que sabe que no se arrepentirán para que así no tengan excusa cuando estén en el juicio final. Sin embargo, ten presente que de acuerdo a la Escritura, tal gente ya no tiene ninguna excusa ante Dios debido a que Dios siempre ha estado revelándose a ellos con su creación (ver Romanos 1:20). Por esto, si Dios envía a alguno de sus siervos a tal gente, no es para que se sientan con más responsabilidad, sino para que se sientan totalmente responsables.

Si es un hecho verdadero que es más probable que Dios envíe a sus siervos a la gente más receptiva, entonces nosotros, sus siervos, debemos pedir en oración por su sabiduría para que así podamos ir a aquellos que Dios sabe que ya están listos para la cosecha.

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Capítulo Treinta y Tres – Secretos del Evangelismo » Principio #1

Principio #2

(Principle #2)

¿De qué otra manera nos pueden ayudar los principios bíblicos escritos en esta primera parte del capítulo a entender nuestro papel en la evangelización y en la edificación del reino de Dios?

Si Dios ha designado que la creación, la conciencia y la calamidad son medios para llamar a toda la humanidad al arrepentimiento, entonces aquellos que predican el evangelio deben asegurarse de que no están dando un mensaje contradictorio. Ahora, muchos lo están haciendo. Sus prédicas directamente contradicen todo lo que Dios ya está tratando de decir a los pecadores. Su mensaje de la gracia no es bíblico y promueve la idea de que la santidad y la obediencia no son tan importantes para obtener la vida eterna. Al no mencionar la necesidad de arrepentimiento para la salvación, al enfatizar que la salvación no es por obras (en una forma que no fue la intención de Pablo), están trabajando en contra de Dios, llevando a los hombres a un engaño mayor que con frecuencia les da la condenación eterna, porque ahora piensan que son salvos cuando en verdad no lo son. ¡Qué tragedia cuando los mensajeros de Dios trabajan en contra de Aquel a quien representan!

Jesús nos mandó a predicar el “arrepentimiento para el perdón de pecados” (Lucas 24:47). Ese mensaje reafirma lo que Dios ha estado diciendo a los pecadores toda su vida. La predicación del evangelio toca el corazón de la gente y ofende a los corazones duros. El evangelio moderno y suave le informa a la gente cuánto Dios les ama (algo que ningún apóstol mencionó cuando predicaban el evangelio en el libro de los Hechos) llevándoles a pensar que Dios no se enoja ni se ofende por sus pecados. Tan sólo se les dice que necesitan aceptar a Jesús. Pero el Rey de reyes y el Señor de Señores no necesita que le aceptemos. La pregunta no es, ¿Aceptas a Jesús?, la pregunta es, ¿Te acepta Jesús? La respuesta, es que a menos que te arrepientas y le sigas, eres aborrecido por Él, y solo su misericordia te puede salvar de una eternidad en el infierno.

A la luz del evangelio moderno que sólo habla de la gracia de Dios, sólo me puedo preguntar el porqué tantas naciones, gobernadas por líderes a los que Dios les ha dado la autoridad (y esto no se puede debatir, ver Daniel 4:17, 25, 32; 5:21; Juan 19:11; Hechos 12:23; Romanos 13:1) le han cerrado las puertas a los misioneros occidentales. ¿Podría ser porque Dios quiere mantener el falso evangelio lejos de esos países?

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Capítulo Treinta y Tres – Secretos del Evangelismo » Principio #2

La Culpa de los Incrédulos

(The Guilt of the Unbelieving)

Una prueba más acerca de que Dios hace a la gente sentirse culpable aunque nunca hayan escuchado a un evangelista cristiano, es el hecho de que Dios los juzga activamente. Si Dios no los responsabilizara por sus pecados, no los castigaría. Sin embargo, debido a que Dios los castiga podemos asegurar que Él los considera culpables, y si eso es así, estas personas deben saber que lo que hacen no complace a Dios.

Una manera en que Dios castiga a aquellos que se resisten a su llamado de arrepentimiento es “entregándolos” a sus deseos pecaminosos con lo cual se convierten en esclavos de su pecado y su degradación es más profunda. Pablo escribió:

“Ya que habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias. Al contrario, se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Pretendiendo ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la imagen de Dios incorruptible por la imagen de hombres corruptibles, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.

Por lo cual, también los entregó a la inmundicia, en los apetitos de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

Por eso, Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues aun sus mujeres cambiaron sus relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. Del mismo modo también los hombres, dejando la relación natural con la mujer, se encendieron en lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.

Como ellos no quisieron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para hacer cosas que no deben hacer. Están atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y perversidades. Son murmuradores, calumniadores, enemigos de Dios, injuriosos, soberbios, vanidosos, inventores de maldad, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia. Esos, aunque conocen el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo hacen, sino que también se complacen con los que las practican” (Romanos 1:21-32, énfasis agregado).

Note como Pablo enfatizó el hecho de la culpa humana y de la responsabilidad ante Dios. Los no regenerados “conocieron a Dios”, pero “no lo honraron como a Dios, ni le dieron gracias”. “Cambiaron la verdad de Dios por la mentira” así que ellos conocían la verdad de Dios. Por esto Dios “los entregó” a una degradación tal que llegaron a hacer las cosas más pervertidas y antinaturales, en tanto se esclavizaban más al pecado. De hecho Dios dice, “¿así que quieres servir al pecado y no a mí? Entonces vete. No te detendré, y te volverás progresivamente más esclavo del dios al que amas”.

Supongo que uno debe considerar esta forma de juicio como una indicación de la misericordia de Dios, pues, las personas, al hacerse más esclavas del pecado, se darán cuenta de su error y despertarán. Uno se pregunta por qué los homosexuales no se preguntan a sí mismos, “¿por qué me siento sexualmente atraído a personas de mi mismo sexo con los cuales no puedo tener un relación sexual completa?” Esto es muy raro. En un sentido se puede discutir que Dios verdaderamente permitió que fueran de esa forma (como ellos mismos a menudo argumentan para justificar su perversión), pero sólo en un sentido permisivo, y sólo debido a que Él espera que despierten para que se arrepientan y reciban su maravillosa misericordia.

No sólo los homosexuales deben hacerse esta pregunta. Pablo habló de numerosos pecados que esclavizan a la gente y que son evidencia del juicio de Dios en aquellos que se niegan a servirle. Millones de personas deben cuestionar su comportamiento extraño. “¿Por qué odio a mi propia familia? ¿Por qué encuentro satisfacción en la murmuración? ¿Por qué nunca estoy satisfecho con lo que tengo? ¿Por qué me siento atraído a mirar pornografía cada vez más explícita?” Dios los ha entregado para que sean esclavos de su dios.

Por supuesto, que cualquiera en cualquier punto puede suavizar su corazón, arrepentirse y creer en Jesús. Algunos de los pecadores más duros en la tierra lo han hecho, y Dios los ha limpiado y liberado de sus pecados. Mientras que la gente respire, Dios todavía les da la oportunidad de arrepentirse.

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