Una Tendencia Moderna

(A Modern Trend)

Es muy interesante saber que más y más iglesias institucionales están desarrollando estructuras con grupos pequeños dentro de su modelo institucional, reconociendo su valor en el discipulado. Algunas iglesias van aún más lejos, basando su eje central en grupos pequeños, considerándolos como la parte más importante de su ministerio. Las grandes “reuniones de celebración” pasan a un segundo plano para los grupos pequeños (por lo menos en teoría).

Estos son los pasos para una dirección correcta y Dios bendice estos pasos. Sus bendiciones son proporcionales al grado en que nosotros hagamos su voluntad. Realmente las pequeñas iglesias llamadas “células” están mejor estructuradas que las iglesias institucionales normales en lo que respecta al discipulado. Estas células están a la mitad del camino entre el modelo de la iglesia institucional y el modelo de la iglesia en la casa, combinando elementos de ambas.

¿En qué forma las iglesias institucionales modernas con grupos pequeños se comparan con las antiguas y modernas iglesias en casas? Hay algunas diferencias.

Por ejemplo, desafortunadamente los grupos pequeños dentro de las iglesias institucionales a veces sirven para promover aún más lo que está erróneo en las iglesias institucionales, especialmente cuando el motivo real del ministerio de grupos pequeños es el de formar el gran reino de la iglesia del pastor general. Invariablemente, él usa a la gente para su propio fin, y los grupos pequeños encajan muy bien en este plan. Cuando esto ocurre, los líderes de los pequeños grupos son seleccionados por su lealtad a la iglesia madre y no pueden ser muy talentosos o carismáticos, no vaya a ser que el Diablo los tiente con ideas de que ellos pueden independizarse. Esta clase de política detiene la efectividad de los grupos pequeños y tal y como acontece en cualquier otra iglesia institucional, inmoviliza a los líderes con un verdadero llamado. Estos se marchan a escuelas bíblicas y seminarios, robándole a la iglesia los verdaderos dones, y llevándose a estos líderes a un lugar donde serán enseñados con conferencias, en vez de ser enseñados con el trabajo directo de un discipulado.

Los grupos pequeños en iglesias institucionales frecuentemente evolucionan tan sólo hacia un compañerismo. El discipulado realmente no ocurre. Debido a que la gente sólo debe ser alimentada espiritualmente en el servicio de los domingos, entonces muchas veces los grupos pequeños se concentran en otras cosas, además de la Palabra de Dios, pues no quieren una repetición de lo que oyeron el domingo.

Los grupos pequeños en las iglesias institucionales están frecuentemente organizados por el personal que trabaja en la iglesia, y no por la dirección del Espíritu. Esto se convierte en un programa más de los ya existentes en las iglesias. La gente se reúne según sus edades, estado social, historial, intereses, estado civil o ubicación geográfica. Frecuentemente se mezclan los cabritos con las ovejas. Toda esta organización carnal no ayuda a los creyentes a amarse los unos a los otros a pesar de sus diferencias. Recordemos que muchas de las iglesias primitivas eran una mezcla de judíos y gentiles. Ellos compartían su comida regularmente, algunas veces prohibido por la tradición judía. ¡Qué clase de experiencias instructivas tuvieron que ser estas reuniones! ¡Qué oportunidades de caminar en el amor! ¡Qué testimonios del poder del evangelio! Así que, ¿por qué tenemos que pensar en hacer grupos homogéneos para asegurar el éxito de los grupos pequeños?

Las iglesias institucionales con grupos pequeños todavía cuentan con su culto o espectáculo del domingo, donde los espectadores observan a los profesionales en el escenario. A los grupos pequeños no se les permite reunirse cuando se celebran los cultos “reales” de la iglesia, indicándoles a todos que realmente los cultos institucionales son los más importantes. Debido a este mensaje, muchos, si no la mayoría, de los que llegan los domingos en la mañana no se reúnen con ningún grupo pequeño aunque se les haya motivado a hacerlo, pues ven esto como algo opcional. Se sienten satisfechos al asistir a la reunión más importante de la semana. Así que, los grupos pequeños son promovidos como algo de cierta importancia, pero no con el gran significado del servicio institucional del domingo. La mejor oportunidad de una verdadera confraternidad, discipulado y crecimiento espiritual es derribada con mucha eficacia. El mensaje erróneo se envía de nuevo. El culto institucional sigue siendo todavía el rey.

 

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Capítulo Cuatro – La Iglesia en Las Casas » Una Tendencia Moderna

Un Balance Doctrinal y una Tolerancia

(Doctrinal Balance and Toleration)

En las reuniones casuales y abiertas de las iglesias pequeñas, todas las enseñanzas pueden ser escudriñadas por cualquiera que pueda leer. Los hermanos y hermanas que se conocen y se aman entre sí están dispuestos a considerar respetuosamente los puntos de vista que difieren de los de ellos y aunque todo el grupo no llegara a un acuerdo, el amor, no ninguna doctrina, los mantendría juntos. Cualquier enseñanza dada por cualquier persona en el grupo sea anciano, pastor o superintendente, está sujeta al estudio amoroso de alguien más, porque el Maestro habita en cada miembro (ver 1 Juan 2:27). El escrutinio incorporado en el modelo bíblico, ayuda a prevenir una doctrina errónea.

Esto es un fuerte contraste con la norma que existe en las iglesias institucionales modernas, donde la doctrina se establece desde el comienzo y no se puede desafiar. Consecuentemente, las malas doctrinas que se forman, duran indefinidamente y la doctrina llega a ser la prueba clave para ser aceptado. Por esta misma razón, un solo punto en un sermón puede resultar en éxodo inmediato de los opositores, que desertan para buscar temporalmente a “creyentes que opinen como ellos”. Ellos saben que no tiene sentido hacer ningún intento de hablar con el pastor sobre su desacuerdo doctrinal. Aunque él fuera persuadido a cambiar su punto de vista, tendría que esconderlo de muchos en su congregación y de los que tienen un rango superior en su denominación. Las diferencias doctrinales dentro de las iglesias institucionales producen pastores que son los políticos más habilidosos del mundo, oradores que hablan con ambigüedades generales y evitan cualquier cosa que pueda causar controversia, haciendo pensar a todos que él está en perfecta armonía con ellos.

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Capítulo Cuatro – La Iglesia en Las Casas » Un Balance Doctrinal y una Tolerancia

Una Objeción Final

(A Final Objection)

Con frecuencia se dice que el mundo occidental, en donde la cristiandad ya es parte de la cultura, nunca aceptaría la idea de congregaciones reuniéndose en las casas. Por eso ha sido tan discutido el hecho de que debemos permanecer con el modelo institucional.

En primer lugar, se ha comprobado que esto no es verídico, pues el movimiento de la iglesia en la casa rápidamente está ganando aceptación en el mundo occidental.

Segundo, las personas generalmente se gozan al reunirse en casas para celebrar fiestas, cenas, confraternidades, estudios bíblicos y células. Por lo tanto, para aceptar la idea de una iglesia en la casa, sólo hay que ajustar un poco más la forma de pensar.

Tercero, es cierto que la gente religiosa, “cabritos espirituales”, nunca aceptarán el concepto de las iglesias en las casas. Ellos no harían nada que potencialmente les haga aparecer extraños ante sus vecinos. Pero los verdaderos discípulos de Jesucristo ciertamente aceptarán el concepto de las iglesias en casas, una vez que hayan entendido las bases bíblicas. Pronto se darán cuenta de lo innecesario que son los edificios de las iglesias para lograr el discipulado. Si quieres construir una gran iglesia con “madera, heno y paja” (ver 1 Corintios 3:12), sí necesitarás el edificio, no obstante, este se quemará todo al final. Pero si quieres multiplicar discípulos y formadores de discípulos, construyendo la iglesia de Jesucristo con “oro, plata y piedras preciosas”, entonces no necesitarás desperdiciar el dinero y la energía en edificios.

Es interesante que el más grande movimiento local evangelístico en el mundo de hoy, el movimiento “regreso a Jerusalén” de las iglesias en las casas de China, ha adoptado una estrategia específica para evangelizar la ventana 10/40. Ellos dicen, “¡No tenemos el deseo de construir ningún edificio para una iglesia en ningún lado! Esto facilita la rápida expansión del evangelio, dificulta su detección por parte de las autoridades y nos capacita para encauzar nuestros recursos directamente al ministerio del evangelio.” [1] ¡Verdaderamente un ejemplo sabio y bíblico que debemos seguir!


[1] El Hermano Yun, Regreso a Jerusalén, p. 58.

 

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Capítulo Cuatro – La Iglesia en Las Casas » Una Objeción Final

Revelación

(Revelation)

En tercer lugar, Pablo habla de la “revelación”. Esto puede ser cualquier cosa que es revelada por Dios a algún miembro de su cuerpo. Por ejemplo, Pablo menciona específicamente como un no creyente puede visitar una reunión cristiana y experimentar “una revelación de los secretos de su corazón”, por medio del don de profecía. El resultado es que la persona será “convencida de error”, “llamada a cuentas” y “así, postrándose sobre su rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros” (ver, 1 Corintios 14:24-25).

Una vez más vemos que la presencia real del Espíritu Santo era algo esperado en las reuniones de la iglesia y que cosas sobrenaturales ocurrían debido a su presencia. Los primeros cristianos creyeron realmente la promesa de Jesús de que, “donde dos o tres se reúnen en su nombre, Él está en medio de ellos” (ver Mateo 18:20). Si Jesús mismo estaba en medio de ellos, los milagros tenían que ocurrir. Ellos literalmente “Adoraban en el Espíritu de Dios” (ver Filipenses 3:3).

En cualquier caso, la profecía, de la que hablaré más adelante, puede contener revelación acerca del corazón de las personas. Pero la revelación podría darse acerca de otras cosas y por otros medios, como por sueños o visiones (ver Hechos 2:17).

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Capítulo Cuatro – La Iglesia en Las Casas » Revelación

Ovejas Felices

(Happy Sheep)

Todo lo referente a las iglesias en las casas, que sea genuino y de corte bíblico es lo que los verdaderos creyentes desean y disfrutan.

Todos los verdaderos creyentes anhelan relaciones sinceras con otros creyentes, porque el amor de Dios ha sido derramado en sus corazones. Estas relaciones son parte y propiedad de las iglesias en las casas. Es lo que la Biblia menciona como compañerismo, el genuino compartir de una vida con la vida de los otros hermanos y hermanas. Las iglesias en las casas crean un ambiente en donde los creyentes hacen lo que se supone que deben hacer, lo cual se encuentra muchas veces en los pasajes del Nuevo Testamento en donde se habla de “los unos a los otros”. En una iglesia casera, los creyentes pueden exhortar, animar, edificar, confortar, enseñar, servir y orar unos por otros. Pueden alentarse unos a otros a hacer buenas obras con amor, confesarse los pecados unos a otros, llevar las cargas de cada uno, y amonestarse con salmos, himnos y cánticos espirituales. Pueden llorar con aquellos que lloran y reír con aquellos que ríen. Tales cosas no ocurren con mucha frecuencia durante el servicio del domingo en la mañana en las iglesias institucionales donde los creyentes solo se sientan y observan. Como un miembro de una iglesia casera me dijo una vez, “Cuando alguien está enfermo en nuestro cuerpo, yo no tengo que llevar la comida a la casa de un extraño porque me inscribí en “el ministerio de comida”. Yo evidentemente llevo mi comida a alguien que conozco y amo.”

Los verdaderos creyentes disfrutan la interacción y la relación con los otros. El estar pasivamente sentados, escuchando sermones irrelevantes y redundantes año tras año insulta la inteligencia y espiritualidad de los creyentes. Al contrario, prefieren tener la oportunidad de compartir los pensamientos personales que ellos tienen tocantes a Dios y su Palabra, y las iglesias en las casas proveen esta oportunidad. Al seguir el modelo bíblico en vez de un modelo cultural, cada persona “tiene un salmo, una enseñanza, una revelación, un don de lenguas y la interpretación.” (1 Corintios 14:26). En las iglesias en las casas nadie se pierde en la multitud ni es excluido de la élite de la iglesia.

Los verdaderos creyentes desean ser usados en el servicio a Dios. En una iglesia en la casa, hay oportunidad para que todos bendigan a otros, y las responsabilidades se comparten entre todos, así nadie tendrá la experiencia de agotarse, lo cual es algo común en los miembros comprometidos de las iglesias institucionales. Como mínimo, cada uno puede traer comida para compartir una cena en común, a la que la Escritura parece referirse como la “fiesta de amor” (Judas 1:12). Para muchas iglesias caseras, esta cena sigue el ejemplo de la Santa cena del Señor original, que es en realidad la cena de la Pascua. La Cena del Señor no es como un niño me dijo en una iglesia institucional de la que yo fui pastor, “el bocadillo santo de Dios”. La idea de comer una pequeña galleta y beber un poco de jugo alrededor de extraños durante unos pocos segundos en el culto de la iglesia, está muy lejos de lo que dice la Biblia, y de las iglesias con fundamento bíblico que se reúnen en las casas. El sentido sacramental de la comunión en la santa cena es mucho mejor durante una cena compartida entre discípulos que se aman los unos a los otros.

Dentro de la organización de la iglesia en casa, la adoración es simple, sincera y participativa, no es una exhibición. Los verdaderos creyentes aman adorar a Dios en espíritu y en verdad.

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Capítulo Cuatro – La Iglesia en Las Casas » Ovejas Felices

Pan y Vino

(Bread and Wine)

La naturaleza de los elementos de la Cena del Señor no es lo más importante. Si queremos tener una imitación perfecta de la Cena del Señor original, tendremos que saber los ingredientes exactos que contenía el pan y la clase de uvas de la cual el vino original fue hecho. (Algunos de los padres de la iglesia en los primeros siglos prescribieron estrictamente que el vino fuera diluido con agua, pues de otra forma la Eucaristía hubiera sido practicada en forma inapropiada.)

El pan y el vino eran algunos de los elementos más comunes que los antiguos judíos utilizaban en sus comidas. Jesús le dio un profundo significado a dos cosas que eran bastante comunes, alimentos que prácticamente todos consumían a diario. Si Él hubiese visitado otra cultura en otro tiempo de la historia, la primera Cena del Señor hubiera consistido de queso con leche de cabra, tortas de arroz o jugo de piña. Así que cualquier comida o bebida podría representar potencialmente su cuerpo y su sangre en una cena común que compartían sus discípulos. Lo importante es el sentido espiritual. ¡No seamos negligentes al espíritu de la ley, en tanto que nos esforzamos en guardar la letra de dicha ley!

No es necesario que la cena sea mortalmente solemne. Como ya leímos, los primeros cristianos partían “el pan en las casas…. comiendo juntos con regocijo y sinceridad de corazón” (Hechos 2:46, énfasis agregado). Sin embargo, la seriedad es ciertamente apropiada durante el momento de la comida que hace memoria del sacrificio de Cristo y cuando los elementos se están consumiendo. El hacerse un examen de sí mismo siempre es apropiado antes de consumir la Cena del Señor, como Pablo lo indicó en sus solemnes palabras de advertencia a los Corintios en 1 Corintios 11:17-34. Cualquier trasgresión a los santos mandamientos de Cristo de amarse los unos a los otros, es una invitación a ser disciplinado por Dios. Cualquier causa de división debe resolverse antes de tomar la cena. Cada creyente debe hacer un auto-examen y confesar cualquier pecado, lo que sería equivalente a “juzgarse a sí mismo”, usando las palabras de Pablo.

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Capítulo Cuatro – La Iglesia en Las Casas » Pan y Vino

¿Qué Pasa en la Reunión de una Iglesia en Casa?

(What Happens at a House Church Gathering?)

No todas las iglesias en las casas deben ser estructuradas de la misma forma, pues hay espacio para muchas variedades. Cada iglesia en la casa debe reflejar su propio matiz cultural y social, que es una de las razones por las que las iglesias caseras pueden ser muy efectivas en evangelismo, especialmente en los países que no tienen ninguna tradición cultural cristiana. Los miembros de las iglesias caseras no invitan a sus vecinos a una iglesia institucional que es completamente extraña para ellos donde pueden ser expuestos a rituales ajenos a ellos, que son los mayores obstáculos para la conversión. Al contrario, invitan a sus vecinos a una cena con sus amigos.

La comida es generalmente un componente importante de la reunión en las casas. Para muchas iglesias en las casas, esta comida incluye o es la Cena del Señor y cada casa individualmente puede decidir cómo van a explicar su significado espiritual. Como lo mencioné previamente, la Cena del Señor original comenzó como una cena de Pascua, llena de un significado espiritual por sí misma. La celebración de la Cena del Señor como una cena o parte de una cena es el modelo aparente que se siguió cuando los creyentes primitivos se reunían. Esto leemos de los primeros cristianos:

“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones… perseveraban unidos cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas comían juntos con alegría y sencillez de corazón (Hechos 2:42,46, énfasis agregado)”.

Los primeros cristianos literalmente tomaban los panes, los partían y los compartían juntos, algo que se practicaba en casi todas las cenas en su cultura. ¿Podría ese partimiento de pan durante la cena tener algún significado espiritual para los primeros cristianos? La Biblia no lo dice con certeza. Sin embargo, William Barclay escribe en su libro, La Cena del Señor, “No hay duda de que la cena del Señor comenzó como una cena en familia o con un grupo de amigos en una casa privada… la idea de una pequeña pieza de pan y una copita de vino no se relaciona en nada con la original Cena del Señor….La cena del Señor fue originalmente una cena en familia en la casa de unos amigos.” Es muy sorprendente que cada escuela bíblica está de acuerdo con Barclay, pero la iglesia todavía sigue su tradición y ¡no sigue la Palabra de Dios!

Jesús ordenó a sus discípulos que enseñaran a sus discípulos a obedecer todo lo que Él les había ordenado, así que cuando Él les ordenó comer el pan y beber el vino juntos en memoria de Él, ellos debían enseñar a sus discípulos a hacer lo mismo. ¿Podría hacerse esto en las cenas comunes? Ciertamente parece que sí cuando leemos algunas de las palabras que Pablo escribió a los creyentes de Corinto:

“Cuando pues, os reunís vosotros (y él no está hablando de reunirse en edificios, porque no había ninguno), eso no es comer la cena del Señor. Al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y mientras uno tiene hambre, otro se embriaga.” (1 Corintios 11:20-21, énfasis agregado).

¿Como es que estas palabras pudieron tener algún sentido si Pablo estaba hablando acerca de la Cena del Señor como se practica en las iglesias modernas? ¿Ha escuchado usted de alguno en un culto de la iglesia moderna que tome su propia cena de primero, o de otro con hambre en tanto que otro se embriaga, todo esto en relación con la Cena del Señor? Estas palabras solo tendrían sentido si la Cena del Señor se hacía unida a una comida real. Pablo continúa:

Pues qué, ¿No tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios (recuerda, Pablo no hablaba de iglesias en edificios, sino de una reunión de personas, la iglesia de Dios) y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Los alabaré?, en esto no os alabo (1 Corintios 11:22).

¿Cómo la gente se avergonzaría de los que no tienen nada si lo que se había hecho no estaba en el contexto de una comida real? Pablo estaba hablando del hecho de que algunos de los creyentes de Corinto que llegaban primero a sus reuniones, comían su propia comida sin esperar que los otros llegaran. Cuando los otros llegaban, que quizá eran muy pobres y no traían comida para compartir con los otros, no sólo quedaban hambrientos, sino avergonzados porque era muy obvio que no habían traído nada.

Inmediatamente después de esto, Pablo escribió más acerca de la cena del Señor, un sacramento que él “recibió del Señor” (1 Corintios 11:23), y él cuenta de nuevo lo que pasó en la primera cena del Señor (ver 1 Corintios 11:24-25). Después advirtió a los Corintios para que no participaran de la cena del Señor de una manera inapropiada, diciéndoles que si no se juzgaban a ellos mismos, realmente podrían comer y beber juicio para ellos trayendo debilidad, enfermedad y aún muerte prematura (ver 1 Corintios 11:26-32).

Él después concluyó,

“Así que, hermanos míos, cuando os reunáis a comer, esperaos unos a otros. Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, para que no os reunáis para condenación” (1 Corintios 11:33-34).

Contextualmente, la ofensa que se había dado en la Cena del Señor, fue desconsideración de unos contra otros. Pablo de nuevo advirtió que aquellos que comieran su propia cena de primero, la cual se suponía que se debía compartir, como cualquier comida, estaban en peligro de ser condenados (o disciplinados) por Dios. La solución era simple. Si alguno estaba tan hambriento que no podía esperar a los otros, debería comer algo antes de llegar a la reunión. Y aquellos que llegaban primero a la reunión, deberían esperar a los que llegaban tarde para comer juntos, una comida que aparentemente incluía o era la Cena del Señor.

Cuando miramos el pasaje entero, parece claro que Pablo se refería a la Cena del Señor de la que se hacía partícipe en ese momento, la cual podría hacerse en una forma que complaciera al Señor, reflejando amor y consideración por los otros.

En cualquier caso, es bastante claro que la iglesia primitiva practicaba la Cena del Señor como parte de una comida completa sin ningún clérigo oficiante. ¿Por qué la cena de nosotros no es así?

Más Diferencias

(More Differences)

Las iglesias institucionales con grupos pequeños están todavía estructuradas como una corporación en forma de una pirámide, donde cada uno conoce su lugar en la jerarquía. Las personas que están a la cabeza, se llaman a sí mismas “líderes servidores”, pero frecuentemente parecen más como oficiales ejecutivos responsables de tomar las decisiones ejecutivas. Entre más grande sea la iglesia, más distante está el pastor de sus ovejas. Si él es un verdadero pastor y tú puedes hacer que él admita la verdad en un momento apropiado, el seguramente te dirá que era más feliz cuando pastoreaba un rebaño pequeño.

De manera similar, las iglesias institucionales con grupos pequeños todavía promueven la división clero-laicos. Los líderes de los grupos pequeños siempre están en una clase subordinada, en la que no están los profesionales pagados. Sus estudios bíblicos y sus lecciones no son necesariamente aprobados, pues a los líderes de grupos pequeños no se les puede confiar demasiada autoridad. A los grupos pequeños no se les permite practicar la Cena del Señor ni el bautismo. Estos deberes sagrados son reservados para una clase más alta con títulos y diplomas. Aquellos que han sido llamados a un ministerio vocacional deben ir a una escuela bíblica o seminario para ser calificados como un Ministerio “real” y así ser parte de la élite.

Los grupos pequeños dentro de las iglesias institucionales a veces son simplemente mini-servicios de iglesias, con una duración de no más de 60 o 90 minutos, donde sólo una persona con dones dirige la adoración y otra dirige la enseñanza aprobada. Hay muy poco espacio para que el Espíritu use a los otros, distribuya dones o desarrolle ministerios. Con frecuencia, las personas no se comprometen con los grupos pequeños de las iglesias institucionales, asistiendo sólo esporádicamente. Los grupos se diseñan con el propósito de que sean temporales y por esto, la profundidad de la experiencia es menor que aquella de las iglesias en las casas. Los grupos pequeños de las iglesias institucionales ordinariamente se reúnen durante la semana con el fin de no saturar el fin de semana. Consecuentemente, un grupo que se reúne entre semana tiene normalmente el tiempo limitado a no más de dos horas para los asistentes y son prohibitivos para aquellos que tienen niños en edad escolar o para los que tienen que viajar una gran distancia.

Aún cuando las iglesias institucionales promueven el ministerio de grupos pequeños, todavía hay un edificio en el cual se desperdicia el dinero. De hecho, si el programa de grupos pequeños agrega su gente a la iglesia, aún más dinero termina gastándose en programas de construcción. Es más, los grupos pequeños organizados dentro de iglesias institucionales con frecuencia necesitan pagar a alguien más de su personal. Esto significa más dinero para otro programa de la iglesia. Quizás, lo peor de todo, es que los pastores de las iglesias institucionales con grupos pequeños están con frecuencia muy limitados en cuanto a su actividad personal para discipular. Ellos están muy ocupados con sus muchas responsabilidades y encuentran muy poco tiempo para un discipulado personalizado. Lo más cercano que pueden hacer es discipular a un grupo pequeño de líderes, pero aún esto puede estar limitado a sólo una reunión por mes.

Todo esto es para decir que las iglesias en las casas, en mi opinión, son más bíblicas y efectivas en hacer y multiplicar discípulos y formadores de discípulos. Sin embargo, sé que mi opinión no va a cambiar cientos de años de tradición en una forma muy rápida. Así que, yo insto a los pastores institucionales a hacer algo en la dirección de llevar a sus iglesias a un modelo más bíblico de hacer discípulos.[1] Pueden pensar en discipular personalmente a futuros líderes o iniciar un ministerio de grupos pequeños. Pueden realizar un “domingo de iglesia primitiva” cuando el edificio de la iglesia se cierre y todos compartan sus comidas en las casas y hagan como los cristianos hicieron durante los primeros tres siglos.

Los pastores que tienen grupos pequeños en sus iglesias pueden considerar el transformar algunos de esos grupos pequeños en iglesias caseras y ver qué sucede. Si los grupos pequeños son saludables y dirigidos por pastores-ancianos-superintendentes llamados por Dios, serán capaces de trabajar por sí mismos. No necesitan más de la iglesia madre como tampoco la necesita cualquier iglesia pequeña no afiliada a una iglesia madre. ¿Porqué no liberarlos?[2] El dinero de los miembros que se dirige a la iglesia madre podría sostener al pastor de iglesia en la casa.

¿Quiere decir que debido a todo lo positivo que he dicho acerca de las iglesias en las casas, no hay nada bueno acerca de las iglesias institucionales? Absolutamente no. En tanto se formen ahí discípulos obedientes a Cristo, las iglesias institucionales son valiosas. Sin embargo, sus prácticas y estructuras pueden ser algunas veces más un impedimento que una ayuda para alcanzar la meta que Cristo ha puesto delante de nosotros y estas prácticas generalmente matan a los pastores.


[1] Una de mis definiciones favoritas de la palabra demencia es ésta: hacer la misma cosa repetidamente y esperar resultados diferentes. Los pastores pueden enseñar por años acerca de las responsabilidades de cada miembro de ser parte de la formación de discípulos, pero a menos que ellos no hagan algo para cambiar sus formatos y estructuras, la gente continuará llegando a la iglesia a sentarse, escuchar e ir a casa. Pastor, si usted continúa haciendo las cosas que no han cambiado a la gente en el pasado, ¡Cambia lo que estás haciendo!

[2] Por supuesto, la primera razón por la que muchos pastores están en contra de esta idea, es porque ellos ya han construido sus propios reinos, no el Reino de Dios.

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Capítulo Cuatro – La Iglesia en Las Casas » Más Diferencias

Las Lenguas y la Interpretación

(Tongues and Interpretation)

En cuarto lugar, Pablo habló de dos dones que funcionan juntos, las lenguas y la interpretación de lenguas. En Corinto, había sobreabundancia y abuso del hablar en lenguas. Es decir, la gente hablaba en lenguas durante las reuniones de la iglesia y no había interpretación, así que nadie sabía lo que se había dicho. Podríamos preguntarnos por qué habría de culparse a los corintios, ya que parecía ser culpa del Espíritu Santo por darle a las personas el don de lenguas sin darle a nadie el don de interpretación. Hay una respuesta muy satisfactoria a esta pregunta a la que me referiré en un capítulo posterior. En todo caso, Pablo no prohibió el hablar en lenguas (como sí lo hacen muchas iglesias institucionales). Al contrario, quita la prohibición de hablar en lenguas y declara que es un mandamiento del Señor (ver 1 Corintios 14:37-39).[1] Este era un don que, usado apropiadamente, podía edificar el cuerpo y afirmar la presencia sobrenatural de Dios en medio de ellos. Era Dios hablando a través de la gente, recordándoles su verdad y su voluntad.

Pablo presenta fuertes argumentos en el capítulo 14 a favor de la profecía presentándola como superior a las lenguas sin interpretación. Él motivaba fuertemente a los corintios a desear la profecía, y esto indica que es más probable que los dones del Espíritu sean manifiestos en medio de aquellos que los desean. De una manera similar, Pablo amonestó a los Tesalonicenses, “No apaguéis el Espíritu, No menospreciéis las profecías” (1 Tesalonicenses 5: 19-20). Esto indica que los creyentes pueden “extinguir” o “apagar el fuego” del Espíritu al tener una actitud errónea acerca del don de profecía. No hay duda de por qué hoy en día el don de profecía se manifiesta tan poco en los creyentes.


 

[1] Por supuesto que estoy consciente que existen personas que relacionan las manifestaciones sobrenaturales del Espíritu con el primer siglo, pues supuestamente cesaron en ese tiempo. Por esto, parece que no tenemos ninguna razón para buscar las experiencias que tuvo la iglesia primitiva y el hablar en lenguas ya no es válido. Yo tengo cierta apatía por esta gente que son como los saduceos modernos. Yo, como uno que ha alabado a Dios varias veces en japonés, de acuerdo con la gente de habla japonesa que me escucha, sin nunca yo haber aprendido japonés, sé que el Espíritu Santo no ha cesado de dar estos dones. También me pregunto, por qué estos saduceos todavía afirman que el Espíritu Santo los llamó y los convenció de que eran pecadores, y sin embargo niegan que el Espíritu pueda operar más allá de estos milagros. Esta clase de “teología” es producto de la desobediencia e incredulidad humanas, no tiene ningún apoyo bíblico y de hecho funciona en contra de la meta de Cristo. Es una desobediencia directa a Cristo de acuerdo con lo que Pablo escribe en 1 Corintios 14:37.

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Capítulo Cuatro – La Iglesia en Las Casas » Las Lenguas y la Interpretación

Los Pastores Felices

(Happy Pastors)

Al haber pastoreado por dos décadas, al haber hablado con cientos de miles de pastores alrededor del mundo y tener a muchos pastores como amigos personales, pienso que puedo conocer algo acerca de las demandas de pastorear una iglesia moderna. Como cada pastor de una iglesia institucional, yo también he experimentado el “lado oscuro” del ministerio. Puede ser muy terrible a veces. De hecho, “brutal” puede ser una mejor palabra para describir esos momentos.

Las expectativas que la mayoría de los pastores encuentran, naturalmente les crea tal estrés que algunas veces se puede arruinar la relación con su familia. Los pastores se desmotivan por muchas razones. Deben ser políticos, jueces, empleados, psicólogos, directores de actividades, contratistas de edificios, consejeros matrimoniales, expositores públicos, gerentes, lectores de la mente, y administradores. Generalmente se encuentran en una fiera competencia con algún otro pastor para obtener un gran pedazo del cuerpo de Cristo. Tienen muy poco tiempo para disciplinas espirituales personales. Muchos se sienten atrapados en su vocación y con un mal salario. Sus congregaciones son sus clientes y sus empleadores. A veces estos clientes y empleadores pueden hacer la vida muy difícil.

Si se compara, el pastor que tiene una iglesia en la casa tiene un trabajo más fácil. Primero, si lleva una vida ejemplar como un verdadero discípulo y enseña la obediencia a los mandamientos de Jesús con compromiso, pocos cabritos estarán interesados en ser parte de su grupo. Inclusive, el solo hecho de reunirse en las casas, será probablemente suficiente para mantener a muchos cabritos lejos. Así, en su mayoría, tendrá ovejas para pastorear.

Segundo, él puede amar y discipular a sus ovejas en forma personal, porque sólo tiene de doce a veinte adultos que supervisar. Puede disfrutar una gran cercanía con ellos, al ser como un padre de familia. Podrá darles el tiempo que ellos merecen. Yo recuerdo cuando era un pastor en una institución; frecuentemente me sentía solo. No podía acercarme a ninguno dentro de mi congregación, otros se resentían porque no los incluía en mi círculo cercano de amigos o se sentían celosos de mis amigos cercanos. Yo esperaba tener un genuino acercamiento con otros creyentes, pero no arriesgaba el precio potencial de ganar verdaderos amigos.

En la familia cercana de una iglesia en la casa, los miembros ciertamente ayudarán a supervisar la carga del pastor, ya que es su amigo cercano y no un actor en el escenario.

El pastor de una iglesia en la casa usa su tiempo desarrollando líderes de futuras iglesias caseras, así que cuando el tiempo indica que es hora de multiplicarse, los líderes estarán listos. No tendrá que ver a la mayoría de sus líderes más prometedores llevarse sus dones de la iglesia para una escuela bíblica en otro lugar.

Podría inclusive tener tiempo para desarrollar otro ministerio fuera de su congregación local. Quizás pueda ministrar en prisiones, casas de cuidado personal o estar involucrado en algún tipo de evangelismo para refugiados o personas de negocios. Dependiendo de su experiencia, él puede dedicarse a usar parte de su tiempo para plantar otras iglesias en las casas, o guiar a un pastor con una iglesia más joven que haya sido levanta bajo su ministerio.

No siente la presión de ser el actor del domingo en la mañana. Nunca tendrá que preparar un sermón de tres puntos el sábado por la noche, preguntándose cómo puede satisfacer a tanta gente cuando hay tantos niveles de crecimiento espiritual.[1] Se puede deleitar al ver al Espíritu Santo usar a cada uno en las reuniones y motivarlos a usar sus dones. Puede faltar a algunas reuniones y todo funcionaría bien sin él.

No tiene ningún edificio que lo distraiga, ni empleados que manejar.

No tiene ninguna razón para competir con otro pastor local.

No hay ninguna “junta de la iglesia” que existe sólo para hacer su vida miserable y en las que generalmente las discusiones se vuelven comunes.

En resumen, puede hacer lo que Dios lo ha llamado a hacer, y no lo que se le ha impuesto por la cultura cristiana. No es el actor principal, presidente de una compañía, o el centro de atención. Él hace discípulos y equipa a los santos.


[1] Muchos pastores nunca llegan a ser buenos expositores, aunque hayan sido llamados por Dios y sean cuidadosos servidores de Cristo. De hecho, puede resultar muy pesado el decir que muchos sermones de algunos pastores son aburridos, o por lo menos ¿aburridos algunas veces? Cuando un crítico en la iglesia se refiere al “escenario con un mensaje de mil horas”, esta es una expresión muy común entre los que están sentados en las bancas. Pero esos mismos pastores que son oradores aburridos son generalmente muy buenos en las conversaciones, y la gente rara vez se aburre cuando se sumerge en una conversación entre varios. Es por esto que las enseñanzas de tipo interactivo que hay en las iglesias caseras usualmente siempre son interesantes. El tiempo vuela en este tipo de iglesia, en contraste con la mayoría de miradas fijas en los relojes durante el sermón de la iglesia. Los pastores de una iglesia en la casa, no tienen que preocuparse de ser aburridos.

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Capítulo Cuatro – La Iglesia en Las Casas » Los Pastores Felices