Cómo Ser más Santo que los Escribas y Fariseos

(How to be Holier than the Scribes and Pharisees)

La pregunta que naturalmente viene a la mente en respuesta a la declaración que Jesús dio en el 5:20 es ésta: ¿Qué tan justos exactamente eran los fariseos y escribas? La respuesta es: no muy santos.

En otra ocasión, Jesús se refirió a ellos cómo “sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia” (Mateo 23:27). Esto quiere decir que en apariencia eran santos, pero que por dentro estaban llenos de maldad. Hacían una gran labor al guardar la letra y la ley, pero ignoraban el espíritu de ésta, justificándose con frecuencia al torcer o alterar los mandamientos de Dios.

De hecho, la falla intrínseca de los escribas y fariseos es en lo que más se enfoca el Sermón del Monte declarado por Jesús. Encontramos que Él citó un número de mandamientos muy conocidos y después de cada uno, reveló la diferencia entre guardar la letra de la ley y el espíritu de ésta. Al hacer esto, Él repetidamente expuso la falsa enseñanza y la hipocresía de los fariseos y escribas y reveló sus verdaderas expectativas para sus discípulos.

Jesús comenzó cada ejemplo con las palabras, “Oísteis que te fue dicho”. Él le estaba hablando a gente que probablemente nunca había leído, pero sólo había escuchado el Antiguo Testamento leído por los escribas y fariseos en las sinagogas. Se podría decir que su audiencia había estado recibiendo una falsa enseñanza toda su vida, mientras que oían a los escribas y fariseos alterar los comentarios acerca de la Palabra de Dios y les veían vivir sin santidad.

Cómo Reconocer los Falsos Líderes Religiosos

(How to Recognize False Religious Leaders)

Mientras que Jesús seguía con su conclusión, a continuación Él advierte a sus discípulos en contra de los falsos profetas que nos guían sin discernimiento por la vía que lleva a la destrucción. Estos son aquellos que no son verdaderamente de Dios, pero se disfrazan como tales. Todos los falsos maestros y falsos líderes están bajo esta categoría. ¿Cómo los podemos identificar?

“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da malos frutos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar buenos frutos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: “¡Señor, Señor!”, entrará en el Reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Entonces les declararé: “Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!” (Mateo 7:15-23).

Claramente, Jesús indicó que los falsos maestros son muy engañosos. Tienen algunas indicaciones exteriores que los hacen parecer genuinos. Pueden llamar a Jesús su Señor, profetizar, sacar demonios, y hacer milagros. Pero la “piel de oveja” sólo esconde al “lobo rapaz”. Ellos no son las verdaderas ovejas. ¿Cómo se puede saber si son verdaderos o falsos? Su carácter verdadero se puede identificar al examinar sus “frutos”.

¿De cuáles frutos estaba hablando Jesús? De seguro no son los frutos de los milagros. Al contrario, son los frutos de la obediencia a todo lo que Jesús enseñó. Aquellos que son verdaderas ovejas harán la voluntad del Padre. Aquellos que son falsos “serán “hacedores de maldad” (7:23). Nuestra responsabilidad, es comparar sus vidas con lo que Jesús mandó y enseñó.

Los falsos maestros abundan en la iglesia de hoy, y no debemos de sorprendernos, porque tanto Jesús como Pablo nos advirtieron que esto pasaría en los tiempos finales, así que no debemos esperar nada distinto (ver Mateo 24:11; 2 Timoteo 4:3-4). Los falsos profetas que más prevalecen en nuestros días, son aquellos que enseñan que el cielo espera a los que viven sin santidad. Ellos son los responsables de la eterna condenación de millones de personas. Acerca de ellos, John Wesley escribe,

¡Qué terrible que es esto! cuando los embajadores de Dios se convierten en agentes del diablo, cuando aquellos, a los que se le ha comisionado el enseñar a los hombres el camino al cielo, en realidad enseñan el camino al infierno…. Si yo preguntara, “¿Por qué, quién es el que hace esto?…. Yo respondería que diez mil hombres sabios y honorables; aún todos ellos, de cualquier denominación, que motivan al orgulloso, al estafador, al apasionado, al amante del mundo, al hombre de placeres, al injusto y al que no es amable, al fácil, al que no le preocupa nada, al inofensivo, a las criaturas inútiles, al hombre que no sufre por la falta de justicia, diciendo que ellos están camino al cielo. Todos ellos son los falsos profetas en el sentido más alto de esta palabra. Han traicionado a Dios y a los hombres…. están continuamente poblando el Reino de las tinieblas, y cuando sigan a las pobres almas que han destruido, “el infierno se levantará de lo más hondo, para encontrarlos cuando vengan”[1]

Como hecho interesante, Wesley estaba hablando específicamente acerca de los falsos maestros de los cuales Jesús nos advirtió en Mateo 7:15:23.

Nótese que Jesús dijo claramente, contrario a lo que muchos de los falsos maestros dicen, que aquellos que no llevan buenos frutos serán arrojados al infierno (ver 7:19). Más aún, esto no sólo aplica a los profetas y maestros, sino a todos. Jesús dijo, “No todo el que me dice: “¡Señor, Señor!”, entrará en el Reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21). Lo que aplica para los profetas, aplica para todos. Éste es el tema principal de Jesús, sólo los santos heredarán el Reino de Dios. La gente que no obedece a Jesús, está destinada al infierno.

También note la unión que Jesús hace entre lo que la persona es por dentro y lo que es por fuera. El “buen” árbol produce buen fruto. El árbol “malo” no puede producir buen fruto. La fuente del buen fruto que se muestra en nuestro exterior es la naturaleza de la persona. Por su gracia, Dios ha cambiado la naturaleza de aquellos que han creído verdaderamente en Jesús.[2]


[1]Las Obras de John Wesley (Baker: Grand Rapids, 1996), por John Wesley, reimpreso de la edición de 1872 hecha por el Libro Metodista Wesleyano, Londres, pp. 441,416.

[2] No me puedo resistir a tomar esta oportunidad para comentar aquí acerca de la expresión común que la gente usa para excusar los pecados de otros: “No sabemos lo que hay en su corazón”. En contraste a esto, Jesús dice aquí que nuestro exterior refleja nuestro interior. En otra parte, Él dice, “Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34). Cuando una persona habla palabras de odio, esto indica que el odio está en su corazón. Jesús también nos dice así, “Porque de dentro, del corazón de los hombres salen los malos pensamientos, los adulterios, las inmoralidades sexuales, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño. La lujuria, la envidia, la calumnia, el orgullo y la insensatez” (Marcos 7:21-22). Cuando una persona comete adulterio, nosotros sabemos lo que hay en su corazón: Adulterio.

 

Ámense los Unos a los Otros, No como los Escribas y Fariseos

(Love Each Other, Unlike the Scribes and Pharisees)

Al usar el sexto mandamiento como su primera referencia a este punto, Jesús empezó a enseñarles a sus discípulos las expectativas que Dios tenía para ellos, mientras que al mismo tiempo exponía la hipocresía de los fariseos y escribas.

“Oísteis que fue dicho a los antiguos: “No matarás”, y cualquiera que mate será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano será culpable de juicio; y cualquiera que diga “necio” a su hermano, será culpable ante el Concilio; y cualquiera que le diga “fatuo”, quedará expuesto al infierno de fuego” (Mateo 5:21-22).

Primero notemos que Jesús estaba dando una advertencia de algo por lo cual podríamos ir al infierno. Éste era otra vez, su tema principal: Sólo los santos heredarán el Reino de Dios.

Los escribas y los fariseos predicaban en contra del homicidio, citando el sexto mandamiento, aparentemente dando la advertencia de que el homicidio lo llevaría a uno a la corte.

Sin embargo, Jesús quería que sus discípulos conocieran lo que los escribas y fariseos aparentemente no entendían. Había muchas infracciones “menores” que lo podían llevar a uno a la corte, aparentemente a la corte divina. Debido a que es tan importante que nos amemos los unos a los otros (el segundo gran mandamiento), cuando nos enojamos con nuestro hermano, deberíamos considerar que podríamos ser hallados culpables ante la corte de Dios. Si con nuestras palabras mostramos nuestro enojo en una forma nada amable a nuestro hermano, nuestra falta es aún más grave, y deberíamos considerarnos culpables en la corte más alta de Dios. Y si vamos aún más allá, demostrando nuestro odio a nuestro hermano con nuestras palabras ofensivas, somos lo suficientemente culpables ante Dios como para ser enviados al fuego del infierno.[1] ¡Esto es muy serio!

Nuestra relación con Dios se basa en nuestra relación con nuestros hermanos. Si odiamos a un hermano, esto revelará que no poseeremos la vida eterna. Juan escribió:

“Todo aquel que odia a su hermano es homicida; y sabéis que ningún hombre homicida tiene vida eterna permanente el Él” (1 Juan 3:15).

“Si alguno dice: “Yo amo a Dios”, pero odia a su hermano, es mentiroso, pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿Cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Juan 4:20).

¡Qué importante es que nos amemos los unos a los otros! Y cómo Jesús lo mandó, también hay que trabajar en la reconciliación cuando nos hemos ofendido mutuamente (ver Mateo 18:15-17).

Jesús continuó:

” Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano y entonces vuelve y presenta tu ofrenda” ( Mateo 5: 23-24).

Esto quiere decir que si nuestra relación con nuestro hermano no está bien, entonces nuestra relación con Dios tampoco está bien. Los fariseos fueron culpables en darle importancia a las cosas que eran menores y no ponerle atención a las cosas de mayor importancia, “Coláis el mosquito y tragáis el camello” como Jesús dijo (Mateo 23:23-24). Ellos enfatizaban la importancia de diezmar y dar ofrendas, pero rechazaban lo que era más importante, el segundo gran mandamiento, de amarnos unos a otros. ¡Cuán hipócrita es el que trae una ofrenda supuestamente para mostrar el amor que sentimos por Dios, mientras que violamos su segundo mandamiento más importante! Contra esto advertía Jesús.

Todavía hablando acerca de la corte de Dios, Jesús continuó:

“Ponte de acuerdo pronto con tu adversario, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y seas echado en la cárcel. De cierto te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante” (Mateo 5: 25-26).

Lo mejor es mantenerse fuera de la corte divina, viviendo en paz con nuestros hermanos en tanto sea posible. Si un hermano o hermana está enojado con nosotros y nosotros tercamente nos rehusamos a tener una reconciliación “en nuestro camino a la corte”, o sea en nuestro viaje a través de nuestra vida hasta llegar ante la presencia de Dios, ciertamente podemos arrepentirnos. Lo que Jesús dijo aquí es muy similar a la advertencia que Él hizo acerca de imitar al siervo que no tuvo perdón en Mateo 18:23-35. El siervo que fue perdonado pero que se rehusó a perdonar a los otros siervos, volvió a adquirir su deuda y fue llevado a los verdugos hasta que pagara lo que él debía (ver Mateo 18:34). Jesús aquí está advirtiendo otra vez acerca de las consecuencias eternas de no amar a nuestros hermanos como Él manda.


[1] Esto aplica a nuestra relación con nuestro hermano y hermana en Cristo. Jesús llamó a ciertos líderes religiosos Insensatos (ver Mateo 23:17) y la Escritura lo hace en general (ver Proverbios 1:7; 13:20).

 

Una Pregunta Común Acerca de la Vestimenta

(A Common Question about Clothes)

Una cosa que siempre me han preguntado los pastores alrededor del mundo es ésta: “¿Es aceptable para las mujeres cristianas el usar pantalones, considerando que la Biblia le prohíbe a la mujer usar ropa de hombre?”

Esta es una buena pregunta que puede ser respondida al utilizar reglas de interpretación sensatas y con la ayuda del contexto cultural.

Primero examinemos la prohibición de la Biblia en contra de que la mujer use ropa de hombre (y viceversa):

“la mujer no se vestirá con ropa de hombre, ni el hombre se pondrá vestido de mujer; porque cualquiera que hace esto es una abominación a Jehová tu Dios” (Deuteronomio 22:5).

Debemos comenzar preguntándonos, ¿Cuál era la intención de Dios al dar este mandamiento? ¿Era el propósito de Dios el que las mujeres no usaran pantalones?

No, ésta no pudo haber sido su intención, porque ningún hombre en Israel usaba pantalones en el tiempo en que Dios dijo esto. Los pantalones no eran considerados ropa de hombre ni ropa de nadie en ese tiempo. De hecho, lo que los hombres usaban en los tiempos bíblicos pudiera parecerse más a la ropa de la mujer en nuestros días. Esto es un poco de información histórica y cultural que nos puede ayudar a interpretar correctamente lo que Dios estaba tratando de decir.

Así que, ¿Cuál era la intención de Dios?

Leímos que cualquiera que usara ropa del sexo opuesto sería abominación al Señor. Esto suena bastante serio. Si un hombre toma la bufanda de una mujer y la utiliza en su cabeza por tres segundos, ¿será esto abominación a Dios? Esto parece muy dudoso.

Podría parecer más apropiado el decir que Dios se oponía cuando la gente intencionalmente se vestía para parecer del sexo opuesto. ¿Por qué alguien haría esto? Únicamente, porque él o ella esperaba seducir a alguien del mismo sexo, una perversión sexual que practican los homosexuales. Creo que así podemos entender por qué esto era abominación para Dios.

Por esto no se puede concluir que sea malo para la mujer utilizar pantalones, basándose en lo que dice Deuteronomio 22:5, a menos que ella los use como transvesti. Mientras ella siga luciendo como una mujer, ella no está en pecado al utilizar pantalones.

Por supuesto que la Escritura nos enseña que la mujer debe vestir con modestia (ver 1 Timoteo 2:9) y por esto los pantalones muy tallados al cuerpo y reveladores son inapropiados (como también los vestidos y enaguas talladas), porque pueden llevar al hombre a la lujuria. Mucha de la ropa que las mujeres usan públicamente en los países occidentales es completamente inapropiada y es la clase de ropa que sólo las prostitutas usan en los países en desarrollo. Ninguna mujer cristiana debería usar cierta ropa públicamente con el fin de parecer “sexy”.

Un Evangelio Falso Derivado de la Escritura

(A False Gospel Derived from Scripture)

Muchas veces el evangelio mismo está mal representado por algunos predicadores y maestros que fallan al no considerar el contexto, malinterpretando así la Escritura. Por esta razón, abunda la enseñanza falsa acerca de la gracia de Dios.

Por ejemplo, la declaración de Pablo acerca de que la salvación era producto de la gracia y no de las obras que se encuentra en Efesios 2:8, ha sido utilizada para promover un falso evangelio, todo debido a que el contexto ha sido ignorado. Pablo escribió:

“porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por abras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).

Muchos predicadores se centran solamente en la declaración de Pablo que dice “por gracia sois salvos”, un don, y no un resultado de las obras. Desde este punto, contrario al testimonio de cientos de escrituras, deducen que no existe ninguna conexión entre la salvación y la santidad. Algunos otros van aún más lejos diciendo que el arrepentimiento ya no es necesario para que la salvación ocurra. Éste es un clásico ejemplo de cómo la Escritura puede ser mal interpretada debido a que el contexto es ignorado.

Primero, consideremos el pasaje en sí para ver que es lo que quiere decir en su totalidad. Pablo no dice que nosotros somos salvos por gracia, sino que hemos sido salvos por gracia por medio de la fe. La fe tiene la misma importancia para la salvación que la gracia. La Escritura declara que la fe sin obras está muerta, es inútil, y no puede salvar (ver Santiago 2:14-26). Por esto Pablo no está enseñando que la santidad no es necesaria para la salvación. Él está diciendo que nuestro propio esfuerzo no es lo que nos salva; la base de nuestra salvación es la gracia de Dios. Nosotros no podríamos ser salvos sin la gracia de Dios, sino que somos salvos cuando respondemos a la gracia de Dios con la fe de que la salvación realmente ocurrirá en nuestras vidas. El resultado de la salvación siempre es la obediencia, el fruto de una fe genuina. Observando el contexto no más allá del verso siguiente, se ve el apoyo a esta verdad. Pablo dice:

“pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” (Efesios 2:10).

La verdadera razón por la que hemos sido regenerados por el Espíritu Santo, y por la que ahora somos nuevas criaturas en Cristo, es para que podamos caminar en las buenas obras de la obediencia. Por esto, la ecuación de la salvación presentada por Pablo luce así:

Gracia + fe = salvación + obediencia

Esto es, la gracia más la fe es igual a (o da como resultado) la salvación más la obediencia. Cuando se responde a la gracia de Dios con fe, el resultado será siempre la salvación y las buenas obras.

Ahora, aquellos que han mal interpretado las palabras de Pablo por no tomar en cuenta su contexto, han fabricado una fórmula como ésta:

Gracia + fe – obediencia = salvación

Esto es, la gracia más la fe sin (o menos) la obediencia es igual a (o da como resultado) la salvación. Esto es una herejía de acuerdo a lo que la Biblia dice.

Si leemos tan sólo un poco más del contexto de las palabras de Pablo, pronto descubriremos también, que la situación en Éfeso era la misma que en todos los lugares donde Pablo había predicado. O sea, que los judíos enseñaban a los nuevos gentiles convertidos de Pablo que debían ser circuncidados y mantener algunos aspectos ceremoniales de la ley mosaica, si querían ser verdaderamente salvos. Fue el contexto de la circuncisión y de las obras ceremoniales lo que Pablo tenía en mente cuando escribió acerca de las “obras” que no nos salvan (ver Efesios 2:11-22).

Si leemos un poco más adelante, tomando más del contexto de toda la carta de Pablo a los Efesios, veremos muy claramente que Pablo creía que la santidad era esencial para la salvación:

“pero la inmoralidad y toda impureza o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos. Tampoco digáis palabras deshonestas, ni necedades, ni groserías que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. Sabéis esto, que ningún inmoral o inmundo, que es idólatra, tiene herencia en el Reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.” (Efesios 5:3-6, énfasis agregado).

Si Pablo hubiera creído que esencialmente la gracia de Dios salvaba a alguien sin arrepentimiento, inmoral, impuro e idólatra, él nunca hubiera escrito estas palabras. La intención y el significado de las palabras escritas por Pablo en Efesios 2:8-9 sólo se puede entender correctamente dentro del contexto de toda la carta a los Efesios.

Un Ejemplo Final

(A Final Example)

Cuando la gente lee lo que se conoce como el “discurso de los Olivos” de Jesús que se encuentra en Mateo 24-25, algunas personas erróneamente piensan que Él se estaba dirigiendo a los no creyentes, y por esto concluyen incorrectamente que lo que Él decía no se aplicaba a ellos. Leen la parábola acerca del siervo infiel y la parábola de las diez vírgenes como si éstas fueran dirigidas a los no creyentes. Pero como lo dije antes, estas dos parábolas eran dirigidas a varios de los discípulos más cercanos de Jesús (ver Mateo 24:3; Marcos 13:3). Por esto, si Pedro, Santiago, Juan y Andrés necesitaban ser advertidos de la posibilidad de no estar listos para el regreso de Jesús, nosotros también. Las advertencias de Jesús en estas palabras se aplican también a todos los creyentes, aun a aquellos que no las creen, porque piensan que estas palabras no estaban dirigidas a ellos.

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Capítulo Siete – Interpretación Bíblica » Un Ejemplo Final

Regla #3: Lea Honestamente

Regla #3: Lea Honestamente. No fuerce su propia teología al texto. Si lee algo que contradice lo que usted cree, no trate de cambiar la Biblia; cambie lo que usted cree.

(Rule #3: Read Honestly. Don’t force your theology into a text. If you read something that contradicts what you believe, don’t try to change the Bible; change what you believe.)

Cada uno de nosotros leemos las Escrituras con ciertas bases que ya habíamos aprendido. Por esta razón, con frecuencia es muy difícil para nosotros leer la Biblia con honestidad. Terminamos introduciendo nuestras creencias a la Escritura, en vez de dejar que la Escritura modele nuestra teología. Nosotros muchas veces buscamos solamente pasajes que apoyen nuestras doctrinas e ignoramos aquellos pasajes que contradicen nuestras creencias. A esto se le conoce como “edición del texto”.

Aquí hay un ejemplo que encontré recientemente en donde muchos fuerzan su propia teología al texto. Un maestro en particular empezó leyendo Mateo 11:28-29, una cita de Jesús bien conocida:

“venid a mí todos los que estéis trabajados y cargados, y yo os haré descasar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:28-29).

Después de leer, el maestro empezó a explicar que Jesús ofrecía dos tipos de descanso diferentes. El primero, (supuestamente), es el descanso de la salvación que leemos en 11:28, y el segundo es el descanso del discipulado en el 11:29. El primer descanso se recibe al llegar a Jesús; y el segundo descanso se recibe al someterse a él como Señor, o al tomar su yugo.

Pero, ¿fue esto lo que quería decir Jesús? No, esto es forzar el significado del texto que no está ni explícito ni implícito. Jesús no dijo que estaba ofreciendo dos tipos de descanso diferentes. Estaba ofreciendo un descanso para aquellos que estaban cargados y trabajados, y la única forma para recibir dicho descanso era tomando el yugo de Jesús al someterse a Él. Éste era el innegable significado de Jesús.

¿Por qué este maestro dio tal interpretación? Porque el obvio significado del pasaje no encajaba con sus creencias de que existían dos clases de cristianos herederos del cielo, los creyentes y los discípulos. Así que, no interpretó este pasaje honestamente.

Por supuesto que al leer otra vez las declaraciones de la Escritura que hemos leído anteriormente en este libro, nos damos cuenta que esta extraña doctrina de este maestro no encaja en el contexto del descanso que Jesús había enseñado. En ningún lado el Nuevo Testamento enseña que hay dos clases de cristianos herederos del cielo, los creyentes y los discípulos. Todos los verdaderos creyentes son discípulos. Aquellos que no son discípulos, no son creyentes. El discipulado es el fruto de una fe genuina.

Aprendamos a leer la Biblia honestamente, con corazones puros. Si lo hacemos así, el resultado será más devoción y obediencia a Cristo.

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Capítulo Siete – Interpretación Bíblica » Regla #3: Lea Honestamente

Regla #2: Lea Contextualmente

Regla #2: Lea contextualmente. Cada pasaje debe de ser interpretado a la luz de los pasajes que le rodean y de la Biblia como un todo. El contexto histórico y cultural también debe ser considerado cuando sea posible.

(Rule #2: Read contextually. Every passage must be interpreted in light of the surrounding passages and the entire Bible. The historical and cultural context should also be considered whenever possible.)

Leer las Escrituras sin tomar en consideración su contexto bíblico e inmediato, es tal vez la primera causa de una mala interpretación.

Es posible hacer que la Biblia nos diga aquello que queremos oír, si aislamos las escrituras de su contexto. Por ejemplo, ¿sabías que la Biblia dice que Dios no existe? En Salmos 14 podemos leer, “No hay Dios” (Salmos 14:1).

Sin embargo, si queremos interpretar estas palabras apropiadamente tenemos que leerlas dentro de su contexto: “El necio dice en su corazón, “No hay Dios””, (Salmos 14:1, énfasis agregado). Ahora sí, ¡este verso tiene otro significado completamente diferente!

Otro ejemplo: una vez escuché a un predicador decir en un sermón que los cristianos necesitaban ser “bautizados en fuego”. Él comenzó su sermón leyendo las palabras de Juan el Bautista que se encuentran en Mateo 3:11: “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento, pero el que viene tras de mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego”.

Basado en este verso, él construyó su sermón. Yo recuerdo que él decía, “el hecho de que ustedes hayan sido bautizados en el Espíritu Santo no es suficiente. Jesús desea bautizarlos en fuego, como Juan el Bautista lo proclamó”. Él siguió explicando que cuando seamos “bautizados en fuego”, estaremos llenos de fervor para trabajar para el Señor. Finalmente él llamó al altar a la gente que quisiera ser “bautizada en fuego”.

Desafortunadamente, este predicador en particular cometió el clásico error de sacar una escritura de su contexto.

¿Qué fue lo que Juan el Bautista quiso decir cuando señaló que Jesús bautizaría en fuego? Para encontrar la respuesta, todo lo que tenemos que hacer es leer los dos versos anteriores a este verso, y un verso después de éste. Comencemos con los dos versos precedentes. Aquí Juan dijo:

“Y no penséis decir dentro de vosotros mismos: “A Abraham tenemos por padre”, porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aún de estas piedras. Además, el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego” (Mateo 3:9-10, énfasis agregado).

Primero aprendimos que en ese día por lo menos una parte de la audiencia de Juan consistía de judíos que pensaban que su salvación se debía a su linaje. Por esto, el sermón de Juan era evangelístico.

También aprendimos que Juan estaba advirtiendo a las personas que no eran salvas del peligro de ser arrojadas al fuego. Pareciera razonable concluir que “el fuego” del cual Juan hablaba en el verso 10, es el mismo fuego del que hablaba en el verso 11.

Este hecho se vuelve aún más claro cuando leemos el verso 12:

“Su aventador está en su mano para limpiar su era. Recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en fuego que nunca se apagará” (Mateo 3:12, énfasis agregado).

En los versos 10 y 12, el fuego del cual Juan estaba hablando era el fuego del infierno. En el verso 12, con una metáfora él dice que Jesús dividiría a la gente en dos grupos, el trigo, el cual sería “echado al granero” y la paja, la cual sería “quemada en el fuego”.

A la luz de los versos 10 y 12, es posible decir que en el verso 11, Juan quería decir que Jesús bautizaría a la gente con el Espíritu Santo, si son creyentes, o con fuego, si no son creyentes. Ya que éste es el caso, nadie debería predicar que los cristianos necesitan ser bautizados en fuego.

Moviéndose más allá del contexto inmediato de estos versos, deberíamos mirar el resto del Nuevo Testamento. ¿Podemos encontrar un ejemplo en el libro de los Hechos donde los cristianos digan que fueron “bautizados en fuego”? No. Lo más cercano a esto es la descripción de Lucas acerca del día del Pentecostés, cuando los discípulos fueron bautizados en el Santo Espíritu y hablaron leguas y llamas de fuego aparecieron temporalmente sobre sus cabezas. Pero Lucas nunca dijo que ese había sido el “bautismo en fuego”. Además, ¿podemos encontrar alguna exhortación o alguna instrucción en las epístolas donde se diga que los cristianos tienen que ser “bautizados en fuego”? No. Por lo tanto, es bastante seguro decir que los verdaderos cristianos no deberían buscar un bautismo en fuego.

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Capítulo Siete – Interpretación Bíblica » Regla #2: Lea Contextualmente

¿Quién Está Hablando?

(Who is Speaking?)

Siempre debemos fijarnos quién está llevando a cabo la predicación o el mensaje de cualquier pasaje bíblico, pues esa información contextual nos ayudará a interpretar correctamente el mensaje. Aunque todo en la Biblia ha sido inspirado para estar en la Biblia, no todo en la Biblia es la Palabra inspirada de Dios. ¿Qué quiero decir con esto?

En muchos pasajes de la Escritura, las palabras sin inspiración de la gente están escritas. Por lo tanto, nosotros no debemos pensar que todo lo que la gente habla en la Biblia es inspiración de Dios.

Por ejemplo, algunos cometen el error de calificar las palabras de Job y sus amigos como si éstas fueran inspiradas por Dios. Hay dos razones por las que esto es un error. Primero, Job y sus amigos discutieron en treinta y cuatro capítulos. No se ponían de acuerdo. Obviamente no todo lo que dijeron pudo ser inspirado por Dios, porque Dios no se contradice a sí mismo.

Segundo, al final del libro de Job, el mismo Dios habla, y Él corrige a Job y a sus amigos por decir cosas que no eran correctas (ver Job 38:42).

Nosotros debemos tomar la misma precaución cuando leemos el Nuevo Testamento. En varios casos, Pablo plenamente afirma que ciertas porciones de sus escritos era su propia opinión (Ver 1 Corintios 7:12, 25-26, 40).

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Capítulo Siete – Interpretación Bíblica » ¿Quién Está Hablando?

Regla #1: Leer Inteligentemente

Regla #1: Leer Inteligentemente. Interprete lo que lee literalmente a menos que la intención del pasaje sea presentar el texto en forma figurativa o simbólica.

(Rule #1: Read intelligently. Interpret what you read literally unless it is obviously intended to be understood as figurative or symbolic)

La Escritura, como toda la literatura, está llena de figuras del lenguaje, como metáforas, hipérboles y antropomorfismos. Estas figuras se deben tomar como tales.

Una metáfora es la comparación de semejanzas entre dos cosas que básicamente no son similares. La Escritura contiene muchas metáforas. Una se puede encontrar en las palabras de Cristo durante la Última Cena:

“Mientras comían, tomó Jesús el pan, lo bendijo, lo partió y dio a sus discípulos, diciendo: “Tomad, comed; éste es mi cuerpo”. Y tomando la copa y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: “bebed de ella todos, porque esto es mi sangre del nuevo pacto que por muchos es derramada para perdón de los pecados” (Mateo 26:26-28).

¿Quería decir Jesús con esto que el pan que Él dio a sus discípulos literalmente era su cuerpo y que el vino que bebieron era literalmente su sangre? El sentido común nos dice que no. La Escritura claramente dice que era pan y vino lo que Jesús les dio, y no dice nada acerca de que más tarde, estos elementos cambiaran literalmente en carne y sangre. Ni Pedro ni Juan, que estaban presentes en la Última Cena, reportaron algo como esto en sus epístolas y era altamente improbable que los discípulos hubieran disfrutado jugando el papel de caníbales.

Algunos argumentan, “pero Jesús dijo que el pan y el vino eran su cuerpo y su sangre, ¡así que yo voy a creer lo que Jesús dijo!”

Jesús también una vez dijo que Él era la puerta (ver Juan 10:9). ¿Realmente Él llegó a ser una puerta con bisagras y agarraderas? Jesús dijo una vez que Él era la vid y que nosotros éramos los pámpanos (ver Juan 15:15). ¿Realmente Jesús era una vid? o ¿literalmente nosotros nos hemos convertido en pámpanos? Jesús dijo una vez que Él era la luz del mundo y el pan que venía del cielo (ver Juan 9:5, 6:41). ¿Es también Jesús una luz o un bollo de pan?

Claramente, todas estas expresiones son figuras del lenguaje llamadas metáforas, una comparación de dos cosas que son básicamente diferentes pero con algunas similitudes. De alguna forma, Jesús era como la puerta y la vid. Las declaraciones de Jesús en la última Cena son metáforas también. El vino era como su sangre (de alguna forma). El pan era como su cuerpo (de alguna forma).

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Capítulo Siete – Interpretación Bíblica » Regla #1: Leer Inteligentemente