Los Pacificadores

(The Peacemakers)

Los pacificadores son los siguientes en la lista. Serán llamados hijos de Dios. Otra vez Jesús estaba describiendo a cada verdadero seguidor de Cristo, porque cada persona que cree en Cristo es un hijo de Dios (ver Gálatas 3:26).

Aquellos que han nacido del Espíritu son pacificadores por lo menos en tres formas:

Primero, ellos han hecho la paz con Dios, uno que era anteriormente su enemigo (ver Romanos 5:10).

Segundo, en tanto sea posible, viven en paz con los demás. No se caracterizan por causar divisiones o pleitos. Pablo dijo que aquellos que andan en enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones y envidias, no heredarían el Reino de Dios (ver Gálatas 5:19-21). Los verdaderos creyentes caminarán la milla extra para evitar una pelea y mantener la paz en sus relaciones. No dicen estar en paz con Dios cuando en realidad no aman a sus hermanos (ver Mateo 5:23-24; 1 Juan 4:20).

Tercero, al compartir el evangelio, los verdaderos seguidores de Cristo también ayudan a otros a hacer la paz con Dios y su prójimo. Tal vez, en relación a este verso del Sermón del Monte, Santiago escribió, “y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Santiago 3:8).

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Capítulo Ocho – El Sermón del Monte » Los Pacificadores

Los Rasgos del Carácter de los Bienaventurados

(The Character Traits of the Blessed)

Los ocho rasgos del bienaventurado están sujetos a cierto grado de interpretación. Por ejemplo, ¿qué tiene de virtuoso el ser “pobre de Espíritu”? Yo pienso que Jesús estaba describiendo la primera cualidad necesaria que cada persona debe poseer para ser salva. Él tiene que aceptar su pobreza espiritual. La persona primeramente debe sentir la necesidad de un Salvador antes de ser salva, y ésta era la clase de persona que sobresalía en la multitud que estaba con Jesús y que había aceptado su propia desdicha. ¡Qué bienaventurados eran éstos comparados con los soberbios de Israel que estaban ciegos en su pecado!

Ésta primera cualidad elimina toda autosuficiencia y cualquier pensamiento de una salvación merecida. La persona verdaderamente bienaventurada es aquella que acepta que no tiene nada que ofrecer a Dios y que su propia justicia es como “trapo de inmundicia” (Isaías 64:6, VRV).

Jesús no quería que ninguna persona pensara que sencillamente por sus propios esfuerzos podía poseer las cualidades del bienaventurado. La verdad es que la gente que posee las características del bienaventurado es bienaventurada por Dios. Todo esto viene de la gracia de Dios. La gente bienaventurada de la que Jesús estaba hablando era bienaventurada no sólo por lo que les estaba esperando en el cielo, sino también por las obras que Dios había hecho en sus vidas aquí en la Tierra. Cuando yo veo las cualidades del bienaventurado en mi vida, me deben recordar no lo que yo he hecho, sino lo que Dios ha hecho en mí por medio de su gracia.

Los Mansos

(The Gentle)

La tercera característica, la mansedumbre, también está en la Escritura como uno de los frutos del Espíritu (ver Gálatas 5:22-23). La mansedumbre no es un atributo que uno mismo genera. Aquellos que han recibido la gracia de Dios y la presencia del Espíritu Santo también son bendecidos con la mansedumbre. Ellos algún día heredarán la Tierra, pues sólo el justo habitará en la nueva Tierra que Dios creará. Los cristianos que son ásperos y violentos deben tener cuidado, ya que no se encuentran entre los bienaventurados.

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Capítulo Ocho – El Sermón del Monte » Los Mansos

Los Hambrientos de Justicia

(Hungering for Righteousness)

La cuarta característica, hambriento y sediento de justicia, describe el eterno deseo de justicia que Dios le ha dado a todas las personas que han nacido de nuevo verdaderamente. A él le preocupa toda la injusticia que hay en el mundo y le recuerda lo que hay en él. Él odia el pecado (ver Salmos 97:19; 119:128, 163) y ama la justicia.

Con mucha frecuencia, cuando leemos la palabra justicia en la Biblia, inmediatamente lo traducimos como “el estandarte legal de justicia designado a nosotros por Cristo”, pero esta palabra no siempre significa lo mismo. Muchas veces también esta palabra quiere decir, “la cualidad de vivir justamente basado en los estándares divinos”. Esto es naturalmente lo que quería decir Jesús en ese verso, porque no hay ninguna razón para que el cristiano esté hambriento por lo que ya posee. Aquellos que han nacido del Espíritu anhelan vivir justamente, y ellos tienen la seguridad de que “serán saciados” (Mateo 5:6), con la certidumbre de que Dios, por su gracia, completará la obra que comenzó en ellos (ver Filipenses 1:6).

Estas palabras de Jesús también anuncian el tiempo de la nueva tierra; una tierra “en que la justicia habita” (ver 2 Pedro 3:13). Entonces ya no habrá más pecado. Todos amarán a Dios con todo su corazón y amarán a su prójimo como a sí mismos. Nosotros que ahora tenemos hambre y sed de justicia, seremos saciados. Finalmente, nuestra oración que viene del corazón será completamente contestada “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la Tierra” (Mateo 6:10).

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Capítulo Ocho – El Sermón del Monte » Los Hambrientos de Justicia

Las Bendiciones y los Rasgos del Carácter

(The Blessings and Character Traits)

Primero, consideremos todas las bendiciones prometidas. Jesús dijo que el bienaventurado (1) heredará el Reino de los Cielos, (2) recibirá consuelo, (3) heredará la tierra, (4) será saciado, (5) recibirá misericordia, (6) verá a Dios, (7) será llamado hijo de Dios y (8) heredará el Reino de los Cielos (una repetición del #1).

¿Quiere Jesús hacernos pensar que sólo los pobres de espíritu y los que han sido perseguidos por causa de la justicia entrarán al Reino de los Cielos? ¿Sólo los puros de corazón verán a Dios y sólo los pacificadores serán llamados hijos de Dios, pero no heredarán el Reino de Dios? ¿No recibirán misericordia los pacificadores y los misericordiosos no serán llamados hijos de Dios? Indiscutiblemente, estas serían conclusiones erróneas. Por lo tanto, es más seguro decir y concluir que todas estas bendiciones prometidas son sólo parte de una gran bendición: heredar el Reino de Dios.

Ahora consideremos las diferentes cualidades que Jesús describe: (1) el pobre de espíritu, (2) el que llora, (3) los mansos, (4) los hambrientos de justicia, (5) los misericordiosos, (6) los puros de corazón, (7) los pacificadores, y (8) los perseguidos.

¿Nos está enseñando Jesús que una persona puede ser pura de corazón pero sin misericordia? ¿Puede alguien ser perseguido por causa de la justicia pero no estar hambriento y sediento de Justicia? Por supuesto que no. Estas cualidades de los bienaventurados son las numerosas cualidades, que en cierto grado, comparten todos los bienaventurados.

Claramente, las bienaventuranzas describen los rasgos del carácter de los verdaderos seguidores de Jesús. Al enumerar estas cualidades a sus discípulos, Jesús les aseguró que ellos eran personas bendecidas que son salvas y que disfrutarían del cielo algún día. En la actualidad, ellos quizás no se sientan muy bendecidos debido a sus sufrimientos, y a los ojos del mundo ellos no serían considerados bienaventurados, pero a los ojos de Dios, sí.

La gente que no encaja en esta descripción de Jesús, no será bienaventurada y no heredará el Reino de los Cielos. Cada pastor que hace discípulos siente la obligación de asegurarse de que la gente que él dirige sepa esto.

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Capítulo Ocho – El Sermón del Monte » Las Bendiciones y los Rasgos del Carácter

La Respuesta a una Pregunta

(Answer to a Question)

¿Cabe acaso la posibilidad de que el sermón del Monte de Jesús aplicara sólo a aquellos seguidores de Él que vivieron antes de su sacrificio en la cruz y su resurrección? ¿No estaban ellos bajo la ley como una forma temporal de salvación, pero luego de que Jesús murió por sus pecados, fueron salvos por fe y por esto se invalida el tema del sermón?

Ésta es una mala teoría. Jamás nadie ha sido salvo por sus obras. Siempre ha sido por fe, antes y durante el antiguo pacto. Pablo dice en Romanos 4 que ambos, Abraham (antes del antiguo pacto) y David (durante el antiguo pacto) fueron justificados por fe y no por obras.

Además, era imposible que cualquiera que estaba en la audiencia de Jesús fuera salvo por obras, porque ellos habían pecado y se habían alejado de la gloria de Dios (ver Romanos 3:23). Solamente la gracia de Dios los podía salvar, y sólo a través de la fe se podía recibir esa gracia.

Desdichadamente, muchos en la iglesia de hoy ven los mandamientos de Jesús con el único propósito de hacernos sentir culpables, para así ver la imposibilidad de ganar la salvación por obras. Ahora que ya hemos “entendido el mensaje” y hemos sido salvos por fe, podemos ignorar la mayoría de sus mandamientos. A menos que, por supuesto, queramos que otros sean “salvos”. Y así podemos sacar a la luz de nuevo los mandamientos para enseñarle a la gente lo pecadora que es y así ellos serán salvos por “fe” la cual está vacía de buenas obras.

Jesús nunca le dijo a sus discípulos, “ve alrededor del mundo a hacer discípulos, y asegúrate que ellos entiendan que con sólo una vez que ellos se sientan culpables, entonces serán salvos por fe, y mis mandamientos ya cumplieron su propósito en sus vidas”. Al contrario, Él dijo, “Por tanto id y haced discípulos a todas las naciones… enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:19-20, énfasis agregado). Esto es lo que los ministros formadores de discípulos están enseñando.

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Capítulo Ocho – El Sermón del Monte » La Respuesta a una Pregunta

La Importancia de Guardar La Ley

(The Importance of Keeping the Law)

Concerniente a guardar los mandamientos encontrados en la ley y los profetas, Jesús no pudo haber sido más claro en cuanto a esto. Él esperaba que sus discípulos los obedecieran. Eran tan importantes como siempre. De hecho, la medida en que ellos cumplieran los mandamientos determinaba su posición en el cielo: “de manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos” (5:19).

Después llegamos al verso 20: “Por tanto, os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”.

Nótese que esto no es un nuevo pensamiento, sino una declaración que concluye lo que está conectado en los versos anteriores por la expresión por tanto. ¿Cuán importante es el guardar los mandamientos? Uno debe guardar los mandamientos mejor que los escribas y fariseos para así entrar, al reino de los cielos. De nuevo vemos que Jesús estaba hablando acerca de este tema: Sólo los santos heredarán el Reino de Dios.

A menos que desee contradecir a Jesús, el ministro formador de discípulos nunca asegurará la posesión de la salvación a aquellos cuya justicia no sobrepase la de los escribas y fariseos.

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Capítulo Ocho – El Sermón del Monte » La Importancia de Guardar La Ley

La Relación de la Ley con los Seguidores de Cristo

(The Law's Relationship to Christ's Followers)

Ahora comenzamos un nuevo párrafo (en la versión de la Biblia usada aquí, NASB, por sus siglas en inglés). Ésta es una sección de enorme importancia, una introducción a lo mucho que Jesús hablaría en el resto de su sermón.

“No penséis que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir, porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la Tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el Reino de los Cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el Reino de los Cielos. Por tanto, os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mateo 5:17-20).

Si Jesús advirtió a su audiencia que Él no estaba aboliendo la ley o los profetas, entonces podríamos concluir que al menos parte de su audiencia creía esto. El porqué ellos estaban suponiendo eso es algo que nosotros sólo podemos adivinar. Tal vez, la seriedad con que Jesús rechazaba el legalismo de los escribas y fariseos fue lo que pudo hacer pensar a muchos que Él estaba aboliendo la ley y los profetas.

En relación a esto, Jesús claramente quería que sus discípulos se dieran cuenta del error en que se encontraban los que creían esto. Él fue el divino inspirador del Antiguo Testamento, así que ciertamente, Él no iba a abolir todas las cosas que había dicho a través de Moisés y los profetas. Al contrario, Él venía a completar y dar el significado correcto de la ley y los profetas.

¿Cómo haría esto exactamente? Algunos piensan que Jesús solamente estaba hablando acerca de las predicciones mesiánicas. Aunque ciertamente Jesús ya había completado (y completará) cada predicción mesiánica, y esto no era lo único que Él tenía en mente. Claramente el contexto indica que Él estaba también hablando acerca de todo lo relacionado con la ley y los profetas sin dejar pasar “ni una jota, ni una tilde” (v.18) de la ley, ni uno solo de sus “muy pequeños” (v.19) mandamientos.

Otros suponen que Jesús quería decir que completaría la ley al completar sus requisitos para nuestro bien por medio de su vida obediente y muerte sacrificial (ver Romanos 8:4). Pero esto, como también lo revela el contexto, no es lo que Él quería decir. En los versos siguientes Jesús no menciona nada acerca de su vida o muerte como un punto de referencia para cumplir la ley. Al contrario, en la oración siguiente, Él afirma que la ley será válida, por lo menos hasta que “pasen el cielo y la tierra” y “todo se haya cumplido”, puntos de referencia muy lejanos (en el tiempo) de su muerte en la cruz. Luego, Él declaró que la actitud de la gente hacia la ley afectaría su posición en el cielo (v.19) y que la gente debe obedecer la ley aún mejor que los escribas y los fariseos o no entrarían al reino de los cielos (v.20).

Indiscutiblemente, además de completar las profecías mesiánicas, tipos y sombras de la ley, al igual que cumplir los requisitos de la ley a nuestro favor, Jesús también pensaba que su audiencia tenía que guardar los mandamientos de la ley y hacer lo que los profetas dijeron. En un sentido, Jesús cumpliría la ley al revelar la verdad de Dios con su intención original, respaldándola y explicándola, y completando lo que faltaba en el entendimiento de su audiencia acerca de esto.[1] La palabra griega traducida como cumplir en el verso 17, también se traduce en el Nuevo Testamento como completar, finalizar, llenar y llevar a cabo completamente. Esto era exactamente lo que Jesús estaba a punto de hacer, iniciándolo un poco más adelante en su discurso.

Jesús no vino a abolir la ley y los profetas, sino a completarlos, esto quiere decir “completarlos hasta el fin”. Cuando yo enseño esta porción del Sermón del Monte, con frecuencia muestro a mi audiencia un vaso con agua hasta la mitad, para que sirva de ejemplo a la revelación que Dios les dio a los profetas y a la ley. Jesús no vino a abolir la ley y los profetas (mientras digo esto aparento arrojar el agua del vaso). Al contrario, el vino a cumplir y completar la ley y los profetas (mientras digo esto, tomo una botella con agua y lleno el vaso completamente). Esto ayuda a la gente a entender lo que Jesús quería decir.


[1] Esto puede ser verdad en lo que se refiere a los “aspectos ceremoniales de la ley” como también los “aspectos morales de la ley”. Mucha de la explicación concerniente de Jesús acerca de cumplir los aspectos ceremoniales de la ley serían dados por el Espíritu Santo a los apóstoles después de Su resurrección. Ahora entendemos por qué no hay necesidad de sacrificar animales bajo el Nuevo Pacto, porque Jesús era el Cordero de Dios. Tampoco seguimos la dieta alimenticia del viejo pacto porque Jesús declara que toda la comida está limpia (ver Marcos 7:19). No necesitamos la intercesión de un gran sacerdote, porque Jesús es nuestro más grande sacerdote, y mucho más. Sin embargo, a diferencia de la ley ceremonial, ninguna parte de la ley moral fue jamás alterada por las cosas que dijo o hizo Jesús, antes o después de su muerte y resurrección. Al contrario, Jesús expuso y apoyó la ley moral de Dios, como hicieron los apóstoles por la inspiración del Espíritu después de Su resurrección. Los aspectos morales de la ley mosaica están en su totalidad incluidos en la ley de Cristo, la ley del nuevo pacto. Piense también que Jesús estaba hablando ese día a los judíos que estaban bajo la ley mosaica. Por esto, sus palabras en Mateo 5:17-20 necesitan ser interpretadas a la luz de las continuas revelaciones encontradas en el Nuevo Testamento.

 

Haz el Bien por las Motivaciones Correctas, No Como los Escribas y Fariseos

(Do Good for the Right Motives, Unlike the Scribes and Pharisees)

Jesús no sólo espera que sus seguidores sean santos, Él espera que sean santos por las razones correctas. Es factible obedecer los mandamientos de Dios y al mismo tiempo no complacerle, si nuestra obediencia procede de un motivo erróneo. Jesús condenó a los escribas y fariseos, porque sus buenas obras eran exclusivamente para impresionar a los otros (ver Mateo 23:5). Jesús espera que sus discípulos sean diferentes.

“Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos, de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagáis tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público” (Mateo 6:1-4).

Jesús esperaba que sus seguidores dieran limosnas a los pobres. La ley lo mandaba (ver Éxodo 23:11; Levítico 19:10; 23:22; 25:35; Deuteronomio 15:7-11), pero los escribas y los fariseos lo hacían con el tocar de la trompeta, aparentemente con el fin de llamar a los pobres a sus generosas distribuciones públicas. Ahora, ¿cuántos cristianos no le dan nada al pobre? Ni siquiera han llegado al punto de examinar los motivos para dar limosnas. Si el egoísmo motivó a los escribas y fariseos para anunciar sus limosnas, ¿qué es lo que motiva a los cristianos de hoy en día a ignorar el apuro del pobre? Si esto es así, ¿sobrepasará su justicia a la de los escribas y fariseos?

Como Pablo dijo en 1 Corintios 3:10-15, podemos hacer buenas cosas por los motivos erróneos. Si nuestros motivos no son puros, nuestras buenas obras no serán recompensadas. Según Pablo, es posible aún predicar el evangelio por las razones incorrectas (ver Filipenses 1:15-17). Como Jesús lo señaló, una buena forma de saber que las razones para dar limosna son puras, es dar tan secretamente como sea posible, impidiendo que nuestra izquierda sepa lo que hace la derecha. El ministro que hace discípulos, enseña a sus discípulos a dar al pobre (diciéndoles el porqué), y él también practica lo que predica.

Jesús Reúne a Su Audiencia

(Jesus Gathers His Audience)

“Viendo la multitud, subió al monte y se sentó. Se le acercaron sus discípulos, y Él, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:” (Mateo 5:1-2).

Parece que Jesús a propósito redujo el número de su audiencia al alejarse de la “multitud” y subir al monte. Se nos dice que “se le acercaron sus discípulos”, indicando que sólo aquellos que estaban deseosos de escucharle estaban dispuestos a subir y escalar el monte hasta llegar donde Él estaba. Aparentemente fueron muchos; se les llama “las multitudes” en el capítulo 7:28.

Entonces Jesús comenzó su sermón, hablando a sus discípulos, y desde el inicio podemos ver el tema que este sermón va a tener. Él les dice que ellos serán bienaventurados si poseen ciertas características, porque estas características pertenecen solamente a los herederos del cielo. Éste será su tema principal para este sermón, sólo los santos heredarán el Reino de Dios. Las bienaventuranzas, como se les llama, se encuentran en el 5:3-12, y hablan acerca de este tema.

Jesús enumeró varias características diferentes que distinguían a la gente bienaventurada, y Él promete un número de bendiciones específicas para ellos. Los lectores casuales pueden asumir frecuentemente que cada cristiano debe encontrarse a sí mismo en una y sólo en una bienaventuranza. Sin embargo los lectores cuidadosos se dan cuenta que Jesús no estaba hablando de diferentes clases de creyentes que recibirían variedad de bendiciones, sino acerca de todos los verdaderos creyentes que recibirían todas estas futuras bendiciones y heredarían el Reino de los Cielos. No hay otra manera inteligente de interpretar sus palabras:

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tiene hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes de vosotros” (Mateo 5:3-12).

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Capítulo Ocho – El Sermón del Monte » Jesús Reúne a Su Audiencia