Confrontación, Perdón y Reconciliación

(Confrontation, Forgiveness and Reconciliation)

Cuando estudiamos el Sermón del Monte de Nuestro Señor Jesucristo en un capítulo anterior, aprendimos lo importante que es el perdonar a aquellos que pecan contra nosotros. Si no los perdonamos, Cristo solemnemente prometió que Dios no nos perdonaría (ver mateo 6:14-15).

¿Qué significa perdonar a alguien? Consideremos lo que la Escritura nos dice.

Cristo comparó el perdón con el hecho de olvidar la deuda de alguien (ver Mateo 18:23-35). Imagine a alguien que le debe dinero y usted le dice que ya no le debe nada. Usted destruye el documento que certifica esa deuda, ya no esperará que le paguen ese dinero y no estará enojado con su deudor. Ahora miras a tu deudor de una forma diferente a la manera en que lo veías cuando te debía dinero.

También podemos entender mejor el significado de perdonar si consideramos lo que es ser perdonado por Dios. Cuando Dios perdona nuestros pecados, Él ya no toma en cuenta lo que hicimos y que no era de su agrado. Dios ya no está enojado con nosotros por aquel pecado. Dios no nos disciplinará o castigará por lo que hicimos. Nos hemos reconciliado con Dios.

Del mismo modo, si verdaderamente perdono a alguien, yo hago libre a esa persona en mi corazón, dejando atrás el deseo de justicia o venganza y mostrando misericordia. Ya no estoy enojado con esa persona que había pecado contra mí. Nos hemos reconciliado. Si yo guardo rencor o enojo en contra de alguien, es porque aún no le he perdonado.

Los cristianos frecuentemente caen en este error. Dicen que han perdonado a alguien, sabiendo qué es lo que deben hacer, pero todavía guardan rencor y enojo dentro de sí y en contra de su ofensor. Evitan ver al ofensor porque les causa un enojo interno que puede hacerse evidente de nuevo. Yo sé de lo que estoy hablando, porque he caído en esto antes. No te mientas a ti mismo. Recuerda que Cristo no quiere que estemos enojados con otro creyente (ver Mateo 5:22).

Ahora déjame hacerte una pregunta: ¿A quien se le perdona más fácilmente, al que ofende y pide perdón o al que ofende y no pide perdón? Por supuesto, estamos de acuerdo que es mucho más fácil perdonar al ofensor que admite su error y pide nuestro perdón. De hecho, es infinitamente más fácil el perdonar a alguien que pide perdón que a alguien que no lo pide. El perdonar a alguien que no lo pide es prácticamente imposible.

Consideremos esto desde otro ángulo. Si el negarse a perdonar a un ofensor que se arrepiente y el negarse a perdonar a un ofensor que no se arrepiente son acciones erróneas, ¿cuál pecado es más grande? Creo que si todos estamos de acuerdo en que las dos acciones son erróneas, el negarse a perdonar a un ofensor que se arrepiente sería un mal mayor.