El Ojo Maligno

(The Bad Eye)

¿Qué fue lo que Jesús quería decir cuando habló acerca de la gente con ojos buenos que tendrían su cuerpo lleno de luz y la gente con ojos malignos cuyos cuerpos estaban llenos de tinieblas? Sus palabras deben estar relacionadas con el dinero y las cosas materiales, porque de eso es lo que Él estaba hablando antes y después de esto.

La palabra griega que se traduce como “maligno” en Mateo 6:23, es la misma palabra que se traduce en Mateo 20:15 como “envidia”. Allí leemos que un mayordomo le dijo a un trabajador, “¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?” Obviamente un ojo no puede ser envidioso literalmente. Por esto la expresión “un ojo maligno (envidioso)” habla de una persona con deseos egoístas. Esto nos ayuda a entender mejor lo que Cristo quería decir en Mateo 6:22-23.

La persona con un ojo bueno simboliza al que es puro de corazón, permitiendo la luz de la verdad venir a él. Por esto él sirve a Dios y se hace tesoros, no en la tierra, sino en el cielo donde está su corazón. La persona con el ojo maligno rechaza la luz de la verdad, porque piensa que ya tiene la verdad, y por eso está lleno de tinieblas, creyendo mentiras. Se hace tesoros en la tierra, donde está su corazón. Cree que el propósito de su vida está en su beneficio propio. El dinero es su dios. Él no heredará el cielo.

¿Qué significa que el dinero sea tu dios? Significa que el dinero tiene un lugar en tu vida que sólo Dios tiene el derecho de tener. El dinero está dirigiendo tu vida. El dinero consume tus pensamientos, energías y tu tiempo. Es la mayor fuente de tu gozo. Tú lo amas.[1] Es por esto que Pablo comparó la codicia con la idolatría, diciendo que la persona codiciosa no heredará el Reino de Dios (ver Efesios 5:5; Colosenses 3:5-6).

Ambos, Dios y el dinero quieren ser amos de nuestras vidas, y Jesús dijo que no podemos servir a los dos. De nuevo vemos que Jesús sigue hablando de su tema principal, sólo los santos heredarán el Reino de Dios. Él dejó muy claro que la gente que está llena de tinieblas, cuyo dios es el dinero y que se hacen tesoros en la tierra, que es donde está su corazón, no están en el camino angosto que lleva a la vida.


[1] En otra ocasión, Jesús hizo la misma declaración en cuanto a servir a Dios y a las riquezas, y Lucas nos dice, “Oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros y se burlaban de Él” (Lucas 16-14). Entonces, de nuevo, aquí en el Sermón del Monte, Jesús estaba claramente exhibiendo la práctica y la enseñanza de los fariseos.