Los Pastores Felices

(Happy Pastors)

Al haber pastoreado por dos décadas, al haber hablado con cientos de miles de pastores alrededor del mundo y tener a muchos pastores como amigos personales, pienso que puedo conocer algo acerca de las demandas de pastorear una iglesia moderna. Como cada pastor de una iglesia institucional, yo también he experimentado el “lado oscuro” del ministerio. Puede ser muy terrible a veces. De hecho, “brutal” puede ser una mejor palabra para describir esos momentos.

Las expectativas que la mayoría de los pastores encuentran, naturalmente les crea tal estrés que algunas veces se puede arruinar la relación con su familia. Los pastores se desmotivan por muchas razones. Deben ser políticos, jueces, empleados, psicólogos, directores de actividades, contratistas de edificios, consejeros matrimoniales, expositores públicos, gerentes, lectores de la mente, y administradores. Generalmente se encuentran en una fiera competencia con algún otro pastor para obtener un gran pedazo del cuerpo de Cristo. Tienen muy poco tiempo para disciplinas espirituales personales. Muchos se sienten atrapados en su vocación y con un mal salario. Sus congregaciones son sus clientes y sus empleadores. A veces estos clientes y empleadores pueden hacer la vida muy difícil.

Si se compara, el pastor que tiene una iglesia en la casa tiene un trabajo más fácil. Primero, si lleva una vida ejemplar como un verdadero discípulo y enseña la obediencia a los mandamientos de Jesús con compromiso, pocos cabritos estarán interesados en ser parte de su grupo. Inclusive, el solo hecho de reunirse en las casas, será probablemente suficiente para mantener a muchos cabritos lejos. Así, en su mayoría, tendrá ovejas para pastorear.

Segundo, él puede amar y discipular a sus ovejas en forma personal, porque sólo tiene de doce a veinte adultos que supervisar. Puede disfrutar una gran cercanía con ellos, al ser como un padre de familia. Podrá darles el tiempo que ellos merecen. Yo recuerdo cuando era un pastor en una institución; frecuentemente me sentía solo. No podía acercarme a ninguno dentro de mi congregación, otros se resentían porque no los incluía en mi círculo cercano de amigos o se sentían celosos de mis amigos cercanos. Yo esperaba tener un genuino acercamiento con otros creyentes, pero no arriesgaba el precio potencial de ganar verdaderos amigos.

En la familia cercana de una iglesia en la casa, los miembros ciertamente ayudarán a supervisar la carga del pastor, ya que es su amigo cercano y no un actor en el escenario.

El pastor de una iglesia en la casa usa su tiempo desarrollando líderes de futuras iglesias caseras, así que cuando el tiempo indica que es hora de multiplicarse, los líderes estarán listos. No tendrá que ver a la mayoría de sus líderes más prometedores llevarse sus dones de la iglesia para una escuela bíblica en otro lugar.

Podría inclusive tener tiempo para desarrollar otro ministerio fuera de su congregación local. Quizás pueda ministrar en prisiones, casas de cuidado personal o estar involucrado en algún tipo de evangelismo para refugiados o personas de negocios. Dependiendo de su experiencia, él puede dedicarse a usar parte de su tiempo para plantar otras iglesias en las casas, o guiar a un pastor con una iglesia más joven que haya sido levanta bajo su ministerio.

No siente la presión de ser el actor del domingo en la mañana. Nunca tendrá que preparar un sermón de tres puntos el sábado por la noche, preguntándose cómo puede satisfacer a tanta gente cuando hay tantos niveles de crecimiento espiritual.[1] Se puede deleitar al ver al Espíritu Santo usar a cada uno en las reuniones y motivarlos a usar sus dones. Puede faltar a algunas reuniones y todo funcionaría bien sin él.

No tiene ningún edificio que lo distraiga, ni empleados que manejar.

No tiene ninguna razón para competir con otro pastor local.

No hay ninguna “junta de la iglesia” que existe sólo para hacer su vida miserable y en las que generalmente las discusiones se vuelven comunes.

En resumen, puede hacer lo que Dios lo ha llamado a hacer, y no lo que se le ha impuesto por la cultura cristiana. No es el actor principal, presidente de una compañía, o el centro de atención. Él hace discípulos y equipa a los santos.


[1] Muchos pastores nunca llegan a ser buenos expositores, aunque hayan sido llamados por Dios y sean cuidadosos servidores de Cristo. De hecho, puede resultar muy pesado el decir que muchos sermones de algunos pastores son aburridos, o por lo menos ¿aburridos algunas veces? Cuando un crítico en la iglesia se refiere al “escenario con un mensaje de mil horas”, esta es una expresión muy común entre los que están sentados en las bancas. Pero esos mismos pastores que son oradores aburridos son generalmente muy buenos en las conversaciones, y la gente rara vez se aburre cuando se sumerge en una conversación entre varios. Es por esto que las enseñanzas de tipo interactivo que hay en las iglesias caseras usualmente siempre son interesantes. El tiempo vuela en este tipo de iglesia, en contraste con la mayoría de miradas fijas en los relojes durante el sermón de la iglesia. Los pastores de una iglesia en la casa, no tienen que preocuparse de ser aburridos.