Dos Perspectivas

(Two Perspectives)

¡Cuán diferente es la perspectiva de Dios de la de los hombres! El hombre rico en la parábola de Jesús pudo haber sido la envidia de la gente que le conocía, pero Dios tuvo compasión de él. Él era rico ante los ojos de los hombres pero pobre ante los ojos de Dios. Él pudo haber hecho un tesoro en el cielo que hubiera sido suyo para siempre, pero escogió hacer tesoros en la tierra donde no había ningún beneficio a la hora de morir. Y a la luz de lo que Jesús enseñó acerca de la gente tacaña, es muy difícil pensar que este hombre rico fuera al cielo cuando murió.

Esta parábola nos puede ayudar a entender que todo lo que tenemos es un regalo de Dios, y Dios espera que seamos fieles administradores. Esto tiene aplicación, no sólo a los que tienen riquezas materiales, sino a cualquiera que es tentado a creer que las cosas materiales son muy importantes. Jesús aclaró esto mientras continuaba hablando a los discípulos:

“Por tanto os digo: No os angustiéis por vuestra vida, que comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo más que el vestido. Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan; que ni tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? Y ¿Quién de vosotros podrá, con angustiarse, añadir a su estatura un codo? Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿Por qué os angustiáis por lo demás? Considerad los lirios, cómo crecen: no trabajan ni hilan, pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo y mañana es echada al horno, ¿Cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud, porque todas estas cosas buscan los gentiles del mundo, pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de ellas. Buscad, más bien, el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.

Vended lo que poseéis y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega ni polilla destruye, porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Lucas 12:22-34).

Las palabras de Jesús, ciertamente, contrastan con aquellos predicadores modernos que hablan de la prosperidad. Hoy en día se nos dice que Dios quiere darnos más, cuando Jesús dijo a sus discípulos que vendieran todo lo que poseían y lo dieran a obras de caridad. Otra vez, Jesús habló acerca de lo tonto que son aquellos que se hacen tesoros en la tierra, donde los tesoros están destinados a perecer, y donde los corazones de aquellos residen.

Note que Jesús aplica la lección del rico insensato a aquellos que tenían tan poco que eran tentados a preocuparse por lo que habían de comer o beber. El preocuparse por esas cosas nos dice que no estamos bien enfocados. Si confiamos en nuestro amoroso Padre, como debemos hacerlo, no nos preocuparemos, y esta actitud de libertad nos ayuda a enfocarnos en el crecimiento del reino de Dios.