Posiblemente, la objeción más común a los asuntos de sanidad divina no se basa en la Palabra de Dios, sino en la experiencia de alguna gente. Usualmente es algo similar a esto: “Yo conocí a una mujer cristiana que pidió oración para ser sanada de cáncer, y después murió. Esto prueba que no es la voluntad de Dios sanar a todos”.
Nunca deberíamos pretender determinar la voluntad de Dios si no es por su Palabra. Por ejemplo, si regresaras en el tiempo y observaras a los israelitas vagando por el desierto por cuarenta años, en tanto que la tierra que fluía leche y miel estaba esperándoles al otro lado del río Jordán, podrías concluir que no era la voluntad de Dios que Israel entrara en la tierra prometida. Pero si tú conoces la Biblia, entonces sabrás que ese no era el caso. La voluntad de Dios para Israel era que entrara en la tierra prometida, pero ellos no pudieron hacerlo debido a su incredulidad (ver Hebreos 3:19).
¿Qué pasa con toda la gente que ahora está en el infierno? Era la voluntad de Dios que todos fueran al paraíso, pero no reunieron las condiciones de arrepentimiento y fe en el Señor Jesús. Del mismo modo, no podemos determinar la voluntad de Dios sobre la sanidad tan sólo observando a la gente enferma. Únicamente porque un cristiano ora por sanidad y falla en recibirla, esto no prueba que no es la voluntad de Dios sanar a todos. Si ese cristiano hubiera reunido las condiciones impuestas por Dios, él podría haber sido sanado o, de otro modo, Dios sería un mentiroso. Cuando no recibimos sanidad y culpamos a Dios con la excusa de que la sanidad no era su voluntad, no nos diferenciamos de los israelitas que murieron en el desierto diciendo que no era la voluntad de Dios que heredaran la tierra prometida. Nos iría mejor si nos tragáramos nuestro orgullo y admitimos que somos culpables.
Como lo expuse en el capítulo anterior sobre la fe, muchos cristianos sinceros han terminado erróneamente sus oraciones de sanidad con una frase que destruye la fe: “si es tu voluntad”. Esto revela plenamente que ellos no están orando en fe, porque no están seguros de la voluntad de Dios. Cuando se trata de la sanidad, la voluntad de Dios es muy sencilla, como ya lo hemos visto. Si tú sabes que Dios quiere sanarte, no hay razón para agregar la frase “Si es tu voluntad” a tu oración de sanidad. Esto sería equivalente a decirle al Señor, “Señor, yo sé que tú prometiste que me sanarías, pero en caso de que estuvieras mintiendo al respecto, te pido que me sanes sólo si es verdaderamente tu voluntad”.
Es muy cierto que Dios puede disciplinar a creyentes desobedientes permitiendo la enfermedad para afligirlos, aún hasta el punto de permitir la muerte prematura en algunos casos. Tales creyentes indiscutiblemente necesitan arrepentirse antes de que puedan recibir sanidad (ver 1 Corintios 11:27-32). Existen otros que, al negarse a cuidar sus cuerpos, se exponen a las enfermedades. Los cristianos deben ser lo suficientemente inteligentes para mantener una dieta saludable, comer moderadamente, hacer ejercicio regularmente, y descansar lo necesario.