La Voz del Espíritu Santo

(The Voice of the Holy Spirit)

Aunque la Escritura nos dice que algunas veces el Espíritu Santo nos dirige de forma espectacular, con visiones, profecías, o escuchando la voz audible de Dios, la forma más usual en que el Espíritu se comunica con nosotros es en nuestros espíritus por medio de “impresiones”. Esto quiere decir que si el Espíritu quiere hacer algo con nosotros, “nos da un tirón” en nuestro espíritu y sentiremos que debemos ir en cierta dirección.

Podemos llamar a la voz de nuestro espíritu nuestra “conciencia”. Todos los cristianos saben como es su conciencia. Si somos tentados a pecar, no escuchamos una voz audible dentro de nosotros que nos dice, “No cedas a la tentación”. Más bien, simplemente sentimos algo dentro de nosotros que se resiste a caer. Y si caemos en tentación, luego de que se comete el pecado, no escuchamos a una voz audible que nos dice, “Pecaste, pecaste”. Simplemente nos sentimos culpables y nos sentimos guiados a arrepentirnos y a confesar nuestro pecado.

De esta misma forma el Espíritu nos instruye y nos dirige al verdadero conocimiento. Nos puede instruir al impartir una repentina revelación (de acuerdo con la Biblia) dentro de nosotros. Puede que se nos lleve diez minutos el explicar esas revelaciones a alguna otra persona, pero nos pueden llegar por el Espíritu en pocos segundos.

De esta misma forma el Espíritu Santo nos puede dirigir en lo relacionado con nuestro ministerio. Simplemente debemos hacer un esfuerzo deliberado para ser sensibles a ciertas impresiones y direcciones, y podemos aprender lentamente (por medio de prueba y error) a seguir al Espíritu en los asuntos de nuestro ministerio. Cuando permitimos que nuestras cabezas (nuestro pensamiento racional o irracional) se interpongan con nuestros corazones (donde el Espíritu nos dirige) cometemos errores en lo que respecta a la voluntad de Dios.