Desde el Inicio

(In the Beginning)

Una vez establecido este fundamento, empezaremos a explorar más específicamente lo que Dios ha declarado acerca del divorcio y el segundo matrimonio. Debido a que los temas más controversiales acerca del divorcio y el segundo matrimonio son los que Jesús declaró a los israelitas, nos ayudará el estudiar primeramente lo que Dios dijo hace cientos de años, acerca de este mismo tema a los primeros israelitas. Si encontramos que lo que Dios le dijo a Moisés y lo que Dios dijo a través de Jesús se contradice, podemos estar seguros de que la ley de Dios cambió o de que nosotros malinterpretamos algo sobre lo que dijo Moisés o Jesús. Así que comencemos con lo que Dios reveló inicialmente acerca del divorcio y del casarse por segunda vez.

Ya hice mención del pasaje en Génesis 2 que, de acuerdo con Jesús, tiene alguna relevancia con el tema del divorcio. Ahora, leámoslo desde el mismo Génesis:

“De la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: “¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Será llamada mujer porque del hombre fue tomada” Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne” (Génesis 2:22-24).

Aquí se originó el matrimonio. Dios creó a la mujer del primer hombre y para el primer hombre, y personalmente la llevó a él. En las palabras de Jesús, “lo que Dios juntó” (Mateo 19:6, énfasis agregado). Este primer matrimonio ordenado por Dios establece las reglas para todos los matrimonios subsiguientes. Dios crea más o menos la misma cantidad de hombres que de mujeres y los creó de tal forma que se sientan atraídos por el sexo opuesto. Así que se puede decir que Dios aún está arreglando matrimonios a gran escala (en el entendido de que ahora hay más posibilidades de parejas que las que hubo en el tiempo de Adán y Eva). Por lo tanto, como Jesús lo dijo, ningún humano debe separar lo que Dios ha unido. No era la intención de Dios que la pareja original viviera vidas separadas, sino que encontraran una gran bendición en vivir juntos y en mutua dependencia. Una violación a la voluntad de Dios claramente revelada, constituiría un pecado. Por esto, desde el segundo capítulo de la Biblia, se establece el hecho de que el divorcio no era la intención de Dios para ningún matrimonio.