Nuestra Espada Espiritual, La Palabra de Dios

(Our Spiritual Sword—God's Word)

“Tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios” (Efesios 6:17).

La salvación, como la Biblia la describe, incluye el liberarnos de la cautividad de Satanás. Dios nos ha “librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:13). Saber esto es como tener un yelmo que guarda nuestras mentes para no creer en la mentira que afirma que aún estamos bajo el dominio de Satanás. Satanás ya no es nuestro amo, Jesús lo es.

Además, tenemos que tomar “la espada del Espíritu” la cual Pablo usa figurativamente para referirse a la Palabra de Dios. Como ya lo mencioné, Jesús era el perfecto ejemplo de un guerrero espiritual que sabía usar su espada espiritual. Durante su tentación en el desierto, Jesús le respondía a Satanás citando directamente la Palabra de Dios. Así que, si tenemos que enfrentarnos al diablo en una batalla espiritual, tenemos que creer y saber lo que Dios ha dicho, pues de otro modo caeremos en las mentiras de Satanás.

También note que Jesús usó “la espada del Espíritu” en una forma defensiva. Algunos tratan de explicar a personas como yo, que sostenemos que la armadura de Dios se usa primeramente para la defensa, su teoría acerca de que la espada es un arma definitivamente ofensiva. Por esto, con un argumento muy pobre, ellos tratan de justificar su teoría al decir que este pasaje de Efesios 6:10-12 se aplica a nuestra supuesta responsabilidad de “destruir fortalezas” de espíritus malvados en lugares celestes en una forma ofensiva.

Obviamente, al leer la razón por la que Pablo escribió el porqué los cristianos deben usar la armadura de Dios (para que “estén firmes en contra de las asechanzas del enemigo”), entendemos que él está hablando primeramente de un uso defensivo de la armadura. Aún más, aunque la espada puede ser un arma ofensiva, también puede ser usada para defenderse, pues nos protege de los ataques de la espada de nuestro oponente.

Además, debemos ser cuidadosos de no forzar toda la metáfora, al querer extraer significados de las varias partes de la armadura que realmente no existen. Cuando empezamos a discutir acerca de la naturaleza defensiva y ofensiva de la espada, estamos “llevando la parábola muy lejos”, fragmentando una simple metáfora que no era necesario desmenuzar de esa manera.