El Estado Eterno

(The Eternal State)

El final del Milenio marca el comienzo de lo que los estudiosos de la Biblia llaman “El Estado Eterno”, el cual comienza con una nueva tierra y un nuevo cielo. En ese entonces, Jesús le dará todo al Padre, de acuerdo con 1 Corintios 15:24-28

“Luego el fin, cuando entregue el Reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y todo poder. Preciso es que Él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigo debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte, porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a Él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a Él todas las cosas. Pero, luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”.

Satanás, que había sido atado por mil años, será soltado al final del Milenio. Él en ese entonces engañará a aquellos que se rebelen contra Jesús aunque hayan fingido ser obedientes a Él. (Ver Salmos 66:3).

Dios permitirá que Satanás engañe a estas personas para revelar la verdadera condición de sus corazones, y así puedan ser juzgados correctamente. Bajo el engaño de Satanás, ellos atacarán la ciudad santa, Jerusalén, intentando destruir el gobierno de Cristo. La batalla no durará mucho porque fuego caerá del cielo y consumirá a los ejércitos, y Satanás será permanentemente arrojado al lago de fuego y azufre (ver Apocalipsis 20:7-10).

Ésta batalla se encuentra escrita en el Salmo 2:

“¿Por qué se amotinan las gentes y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra y príncipes conspirarán contra Jehová y contra su ungido [Jesús], diciendo: “Rompamos sus ligaduras y echemos de nosotros sus cuerdas”. El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos. Luego les hablará en su furor, y los turbará con su ira: “yo he puesto mi rey sobre Sión, mi santo monte [Ahora habla Jesús]”. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: “Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás”. Ahora, pues, reyes, sed prudentes; admitid amonestación jueces de la tierra. Servid a Jehová con temor y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje y perezcáis en el camino, pues se inflama de pronto su ira. ¡Bienaventurados todos los que en Él confían!”